Bienvenidos.

Bienvenidos a mi blog.
Espero que os lo paséis genial.
¿Preparados para un poco de lectura y de animación?
Pues esta es tu página.

viernes, 16 de julio de 2010

Corazón oscuro 6

Episodio 6º

El domingo fue un día normal, aunque no para todos.
Por la tarde, John llamó a casa de Michael para volver a intentar "hacerle entrar en razón", pero este ya estaba más que harto de su reciente actitud y procuró acabar con aquello cuanto antes.
-Por favor, tío. Tienes que jugar mañana ese partido. Yo no puedo porque tu querida Jun hizo que me pasase esto y ahora están con otro jugador fuera. ¿Pretendes que juguemos con puros suplentes que llevan todas las temporadas en el banquillo?
-No me seas pesado, John. Sabes que no cambiaré de opinión. Además, si eres torpe no tienes por qué culpar a Jun, ella no es la culpable de que seas un despistado y se te haya caído todo encima.
-Te digo yo que no fue una casualidad ni ninguna torpeza mía. Es más, hasta mi Madre me dijo que nunca había visto aquella pila de periódicos que se me cayó encima.
-Serás idiota... ¡tu casa parece una papelería con tanto periódico! ¡Normal que no se acordase de esa pila en concreto!
-Tú dirás lo que quieras, pero esa chica tiene algo extraño. Es como si tuviese una especie de ángel de la guarda que procura que todos los que la molestan lo pasen mal.
-Eso son bobadas. Tal cosa no existe y lo sabes. No me seas infantil y déjame en paz, que estoy estudiando.
-No soy infantil... ¡Espera! ¡¿Estudiando?! ¡¿Tú?!
-Sí, ¿qué pasa?- dijo poniendo cara de desconfianza.
-Que nunca te habías puesto a estudiar, y menos con dos meses de antelación.
-He cambiado. Ahora me interesa aprobar, ¿recuerdas?
-Eso no se lo traga nadie. Espera... no estarán tus Padres ahí ¿no?
-N...
-¡Sí, ¿algún problema con ello?!- se oyó la voz de la Madre de Michael por el teléfono, cortándole así lo que éste iba a decir.
-¡Ah, lo siento, señorta Risuoka! Ya cuelgo y lo dejo que siga estudiando, adiós...- dijo mientras colgaba.
-¡Mamáaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!- gritó mientras colgaba y bajaba las escaleras corriendo.
Cuando llegó a la sala de estar, pudo ver a su Madre colgando el teléfono que allí se encontraba tranquilamente.
Michael se acercó hasta ella, impidiéndole así que continuase limpiando el suelo.
-¿Se puede saber por qué espías mis conversaciones?
-No espío, me intereso por ti.
-¡Eso no se lo traga nadie!
-No me desprecies por intentar protegerte- dijo poniendo un tono y postura de aparente víctima.
-¡No te hagas la víctima, Mamá! Eso no te da derecho a espiarme.
-Pues te aguantas y punto- dijo mientras le apartaba para poder seguir con lo suyo.
-Hay que ver qué rápido cambias de actitud...- dijo poniendo cara de desconsuelo.
-No pierdas más el tiempo y sube a seguir estudiando.
-Sí, sí- le dijo mientras se iba al piso de arriba de nuevo.
Una vez en su cuarto, se sentó en su escritorio y continuó con el libro de matemáticas.
-Asqueroso profesor Lier...- dijo mientras jugueteaba con el lápiz que había sobre el libro.
Y entonces pensó en Jun.
¿Qué estaría haciendo? ¿Estudiando como siempre o habría salido para algo?
Se le pasó por la cabeza ir a visitarla, pero no quería resultar demasiado pesado. Además quería dejarla descansar después de lo que había pasado el día anterior.
Cualquier persona estaría agotada después de haber sido secuestrada aunque... ahora que pensaba en ello, ¿cómo pudo haberse escapado?
La agente había dicho que el secuestrador murió debido a que el techo se le vino encima, pero... ¿cómo pudo sucederle? ¿sería cierto todo lo que sus conocidos intentaban decirle?
No... no podía ser una "maldición" de Jun, tenía que ser una casualidad. Después de todo, para todo aquello habían razones lógicas y que podían ser explicadas con facilidad. Pero... ¿y aquello que se le apareció a aquel chiquillo en los cristales de su casa? Sus Padres también lo vieron, por lo que no podía haber sido casual.
Bah, no podía ni creerse que estuviese pensando siquiera en la posibilidad de que algún fenómeno paranormal se hubiese manifestado. Él no creía en ese tipo de cosas, después de todo, solo vivía por y para el deporte... ¡El deporte! Casi se había olvidado de que, al día siguiente y durante toda la semana, tendría lugar el festival deportivo que su instituto celebraba todos los años por esas fechas.
Claro... por eso John se había puesto tan pesado por teléfono. No quería que su equipo perdiese contra los institutos de los pueblos vecinos. Pero... él ya no iba a jugar, a pesar de que le gustase tanto...
Aún así, su deseo de oir la voz de Jun era mayor, así que sacudió su cabeza para que la simple idea de volver a jugar se fuese volando.
El día continuó sin más contratiempos y pronto llegó el Lunes.
Todos los alumnos acudieron con su ropa deportiva al instituto, pues el uniforme no era demasiado cómodo como para hacer deporte.
Cuando Michael llegó, John, Ren y Tom se le acercaron corriendo.
-Capitán, por favor...
-No, Ren, no, Tom...- se paró un instante y prosiguió- ¡No, John!- le dijo, casi gritándole.
-Joder, cómo te pones...
-Es que ayer me llamaste tres veces más para lo mismo, y lo creas o no, tu voz cansa, macho- dijo encaminándose hacia la puerta de entrada al centro.
Una vez se encontraron en la clase, un número considerablemente alto de alumnas de otras clases se acercaron corriendo hasta ellos.
-Micky... ¿es cierto que no jugarás los partidos?- dijo una.
-Em... sí, es cierto...
-Ay... pero, ¿por qué?- dijo otra.
-No puedes hacernos esto... perderemos contra los otros institutos...
-No voy a jugar... así que no insistáis- dijo intentando sentarse en su silla.
-Sin ti no hay posibilidad alguna de ganar el campeonato... por favor...
-Solo participaré en relevos y baloncesto, que solo son partidos entre clases de esta escuela.
-Pero...
-No pienso jugar, lo siento.
-Oh...- dijeron todas con un tono acaramelado.
Cuando todas las chicas se dispersaron, los amigos de Michael se le acercaron de nuevo y lo rodearon como siempre habían hecho tiempo atrás.
-Por cierto, ¿dónde está el trío de chicas? Se suponía que serían ellas las que tenían que convencerte.
-Se habrán quedado en sus casas debido al accidente.
-¿Accidente?- corrió a preguntarle Tom.
-Sí, se cayeron por el barranco del monte Orenid.
-Ja,ja,ja, qué torpeza más grande.
-No eres el más indicado para hablar, John- le dijo Ren.
-Ya bueno. Pero lo mío no fue torpeza, lo mío fue el mal de ojo de la bruja Jun.
-Y dale con eso.
-Michael, lo quieras o no, tu amiga es una bruja.
-No sigas por ahí, que todavía te lesiono otro sitio.
-Bueno, bueno, no te pongas así. Ya lo dejo...- dijo mirando para otro lado.
Entonces, cada uno se fue para su mesa correspondiente y se pusieron a hablar con personas que se sentaban cerca.
Michael jugó un rato con un trozo de goma que había sobre la mesa y luego, se viró hacia la mesa de Jun.
Tal como cabía esperar, allí estaba, leyendo el libro de literatura.
Éste se levantó y se acercó hasta ella. Acto seguido, se sentó en la silla de la mesa que estaba delante de la suya.
-Buenos días.
Jun levantó la mano a modo de saludo, pero sin despegar la vista de la hoja que estaba leyendo en ese momento.
-Vaya, me saludas. Qué raro...- dijo a modo de broma.
Ésta afirmo, aún sin despegarse del libro.
-Yo aún no lo he empezado... por cierto, ¿en qué vas a participar? Nunca te he visto hacer deporte...
Entonces pasó su mano derecha por debajo de la mesa y cogió algo que se encontraba en el cajón. Luego sacó la mano lentamente y dejó ver una especie de barra corta de color azul.
-Vaya, así que vas a participar en relevos... yo también. ¿Femenino o mixto?
Ésta le enseñó dos dedos de su mano izquierda después de guardar el "testigo"
-Am...mixto... Qué casualidad, yo voy a participar en Masculino y Mixto. El profesor de gimnasia me lo pidió hace tiempo...- dijo reclinándose sobre la silla hacia atrás.
Jun señaló a unos chicos que estaban hablando cerca de la puerta y los cuales tenían unos balones de fútbol en las manos.
-¿Qué si voy a jugar los partidos de fútbol, dices? No... ya lo decidí.
Seguidamente, la chica se señaló su propio pecho, justo encima de donde se situaba el corazón.
-Sí, sé que me gusta mucho, pero... lo dejé por ti, ¿recuerdas?
Sorprendida, despegó los ojos del libro y lo miró a la cara. Luego, negó torpemente con la cabeza.
-No es molestia, mujer. De vez en cuando, uno debe hacer sacrificios. Sobre todo si el deseo es oir tu voz.
No podía creérselo. ¿Acababa de decir lo que ella creía que acababa de decir? ¿estaba en su sano juicio? debió de golpearse jugando al fútbol o, tal vez, alguien le dio con la pelota de baseball en la cabeza durante algún partido.
Fuese como fuese, aquello no podía ser real. Nadie le había dicho algo así nunca, aunque... también era verdad que nadie le había dicho nada mínimamente bonito durante casi toda su existencia.
¿Por qué precisamente ahora iba a presentarse en su vida alguien así? ¿era algún capricho del destino o simplemente los dioses querían castigarla por algo?
Sencillamente, no lo entendía.
Pasaron los minutos y el timbre de comienzo de jornada sonó. Todos volvieron a sus asientos y guardaron las cosas.
-Vamos a bajar a la cancha principal todos. No quiero que nadie se quede aquí e id en fila de uno, por favor- les dijo el delegado de clase.
Seguidamente, los alumnos y alumnas de ese curso bajaron tal y como les habían ordenado.
Cuando llegaron al lugar predestinado, se sentaron por los alrededores buscando lugares frescos bajo la sombra de algún árbol o sobre la húmeda hierba.
Jun se acomodó bajo un árbol y Michael se sentó junto a sus amigos cerca de la cancha donde se celebrarían las pistas de obstáculos.
Algunos de los alumnos se sentaron en los bancos que se encontraban situados a los laterales de las canchas de fútbol para preparar su equipo.
Pasó el tiempo y ya se habían realizado algunas pruebas.
Como todavía quedaba un tiempo largo para que los relevos comenzacen, Jun continuó leyendo el libro, pues se lo había bajado desde la clase.
-¿Quieres un refresco?- le dijo una voz masculina mientras le tendía una bebida de fresa.
Ésta miró hacia arriba y lo cogió.
Michael se sentó a su lado y abrió el suyo, que era de limón, para bebérselo.
-Parece que los de nuestra clase no lo están haciendo demasiado bien en fútbol...- dijo mirando hacia la cancha donde éstos estaban jugando.
Ella le miró a él, bebió un sorbo y luego miró el partido.
Todos los jugadores le daban torpemente al balón mientras intentaban alejarlo de su portería. Lamentablemente para ellos, ya iban por la segunda mitad del tiempo e iban perdiendo por dos a cero. Mirase a donde mirase, todo era desesperación. Por un lado, John estaba sentado casi gritando, por otro, el profesor de educación física casi se arrancaba los pocos pelos de la cabeza que le quedaban y, por otro más, Ren y Tom no eran capaces de hacer que el esto del equipo se coordinase.
Si al menos los dos fuesen jugadores de campo y no uno portero como lo era Ren, podrían formar un dúo que les sacase del apuro. Pero no era así.
Jun miró a Michael y pudo ver en su rostro una expresión de tristeza a la vez que de impotencia.
Y entonces, se levantó.
Éste la miró desde abajo algo extrañado.
Seguidamente, ella dejó a un lado todo lo que tenía en las manos y tiró de él por su brazo izquierdo. Una vez consiguió que se levantase, lo arrastró hasta las cercanías del campo de fútbol.
-¿Qué... qué haces, Jun? Suéltame...- dijo mientras era arastrado.
Pero esta no se detuvo hasta que se encontraron en la línea de la cancha.
Cuando por fin se hallaron allí, Jun se puso a su espalda y lo empujó adentro del campo. Éste se viró hacia atrás para mirarla y pudo ver que ésta le estaba mirando con una cara de ánimo.
-Gracias...- le susurró Michael.
Después de eso, corrió hasta el centro del campo.
-¡Sustitución!
-¡Capitán!- gritaron Tom, Ren y John.
-Pensábamos que no ibas a jugar- le dijo Tom mientras se acercaba corriendo.
-Digamos que me han convencido...
-¿Quién?
-Nadie. Enseñémosles de qué estamos hechos, chicos.
-¡Sí, Capitán!- gritaron al unísono.
El partido se desarrolló fenomenalmente a partir de entonces.
Michael, gracias al apoyo de Tom, pudo lograr meter dos goles que empataron el encuentro.
Ya solo quedaban unos 2 minutos para que éste terminase y las cosas estaban bastante feas. El balón iba de un campo al otro y cuando un equipo parecía que iba a marcar, el otro le arrebataba el balón y pasaba al contrataque.
Pero entonces Michael vio que Jun seguía allí de pie, mirándole y dándole ánimos desde el fondo de su mirada.
Aquello le dio, de alguna manera, "fuerzas" para continuar y, justo cuando ya solo quedaban cuarenta segundos para el final, consiguió arrebatarle el esférico a un oponente y se fue a todo correr hacia la portería contraria.
Haciendo una magnífica finta, logró colarse entre la defensa rival y encasilló un bonito gol.
Justo antes de eso, de su boca se pudieron oir las siguientes palabras que dejaron a todos con el corazón congelado.
-¡Este gol va por ti, Jun!

No hay comentarios:

Publicar un comentario