Episodio 11º
Las calles estaban oscuras y el frío se hacía presente.
La verdad es que no sabía dónde podía estar, pero aún así probó suerte.
En primer lugar fue hasta el parque donde la había encontrado noches antes. Por mucho que la llamase o buscase, no la encontró por ningún lado. Seguidamente se acercó hasta su casa, pero no había nadie en ella. Luego se puso rumbo al instituto, pero nadie podía haber entrado con las enormes verjas cerradas, así que corrió hasta la calle comercial. Tal vez se encontrase comiendo algo en algún sitio o, simplemente, estaba dando un paseo por allí.
Pasaron minutos y no pudo encontrarla.
Después de un buen rato caminando sin dirección aparente, se fijó en que en el paso elevado que había sobre la vía por donde pasaba el tren se hallaba una persona.
Era algo más baja que él y llevaba el pelo suelto.
Entonces pudo darse cuenta de que se trataba de Jun.
Se acercó lentamente y vio que ésta tenía la mirada perdida entre las vías del tren.
Seguidamente, la chica fue avanzando hasta una apertura que se hallaba en las vallas que el paso elevado tenía debido a un choque con algo días atrás.
La expresión de Jun era extraña, como si tuviese pensado algo...
Y finalmente, se dio cuenta: iba a saltar.
Tenía que pararla, no podía permitir que lo hiciese, ¡era una locura!
Corrió escaleras arriba, pero aún estaba muy lejos. El tren se acercaba y Jun estaba ya al borde del puente. Y entonces, con su último aliento después de haber estado corriendo toda la noche en busca de su amiga, subió los escalones que le quedaban de un salto y fue hasta ella.
Justo cuando ésta iba a saltar, Michael se abalanzó sobre ella y la arrastró unos metros a la derecha de donde ella estaba.
Ambos cayeron al suelo, pero seguían sobre el paso elevado, sanos y salvos.
-¡¿Qué estás haciendo, Jun?!- le dijo mientras apoyaba las manos en el suelo elevándose un poco así sobre ella.
Ésta lo miró sorprendida. ¿Cómo pudo encontrarla? ¿Sería... el "destino"?
-¡No vuelvas a intentar hacer algo parecido, ¿me oyes?! Si hubieses saltado... no sé qué habría hecho.
Jun lo estaba mirando a los ojos.
Realmente parecía muy afectado. ¿Acaso no le gustaba ver a la gente morir? aunque... bien pensado, ¿a quién le gustaba?
Estaba claro que aquello era una reacción normal en todo ser humano, pero... aún no se hacía a la idea de que se pudiese haber tirado hacia ella para salvarla. ¿Era tan importante como para eso?
Estaba totalmente convencida de que no, pero aquello... aquello le daba en qué pensar.
Entonces unas gotas de agua cayeron sobre sus mejillas.
Al parecer, Michael no había podido contener sus lágrimas y ahora éstas caían sobre ella debido a que se encontraba en el suelo, debajo de él.
-No... no vuelvas a hacerlo... por favor...- dijo intentando contener las lágrimas.
Acto seguido, flexionó los brazos, puso su cara sobre su hombro izquierdo y ya no pudo parar de llorar.
Aquello sí que no era normal. ¿Por qué se había puesto así? Cualquiera en su lugar la habría gritado y se habría enfadado con ella. Pero, ¿por qué él entonces...? No lo entendía, no podía. ¿Qué estaba haciendo?
De todas formas, eso no evitaba que se sintiese mal por él. La había estado buscando y eso demostraba que alguien sí que la apreciaba. Nadie en su sano juicio habría ido en su busca, y menos aún conociéndola.
Así que lo rodeó con sus brazos y lo apoyó, a pesar de que hubiese sido ella la que estuvo a punto de tirarse al tren.
Mientras tanto, en la casa de Michael, los Padres de éste ya habían comenzado a impacientarse.
-¿Crees que les puede haber pasado algo?
-Confía un poco más en tu hijo, él sabe cómo arreglárselas.
-Vaya Padre estás hecho- le dijo mirándolo con desconfianza.
-Si fuera por mí, iría, pero ¿recuerdas lo que dijiste?
-¿El qué?
-Según tú, él la quiere.
-Sí, ¿y qué con eso?
-Pues si eso es cierto, opino que debemos dejar que sea él quien se encargue.
-Pero...
-Sé que estás preocupada por él, yo también lo estoy. Pero es mayor para saber qué hacer. Debemos dejar de tratarlo como a un niño.
-Tal vez tengas razón, pero... eso no quita que quiera salir por él.
-Regresará, y traerá a Jun consigo, ya lo verás.
-De acuerdo... si tú lo dices.
La oscuridad se había despejado un poco desde que Michael dejó de llorar.
Todo aquello la tenía confusa, ¿cómo es que alguien como él se había preocupado tanto por ella hasta tal punto de ponerse a llorar? No era normal...
Mientras caminaban por la acera, ésta no paraba de darle vueltas al asunto.
-Jun, esto...- dijo mirando hacia otro lado.
La chica miró hacia él, dejando a un lado los pensamientos que la tenían preocupada durante unos instantes.
-No... no se lo digas a mis Padres... lo de que... me he puesto así y eso...
Ésta se extrañó.
-Sí, ya sé que no hablas, pero... me refiero a que no se lo hagas saber, por favor...
Entonces, Jun le agarró de la camiseta y éste miró hacia ella.
Ésta juntó los dedos índice y pulgar de su mano derecha y los pasó suavemente por encima de sus labios haciendo parecer que cerraba una cremallera. Seguidamente, le sonrió cerrando los ojos también.
Michael no pudo evitar reírse.
Después de todo, aquel gesto significaba que no diría nada y ella no hablaba, así que resultaba irónico.
Jun no pudo evitar seguirlo en la risa, así que se llevó una mano a la comisura de los labios y sonrió.
Al cabo de un rato, llegaron a la casa de Michael y entraron.
Una vez dentro, la Madre del chico se acercó desde la cocina hasta ellos.
-¡Menos mal que habéis llegado! No os ha pasado nada, ¿no?- dijo, algo preocupada.
-Claro que no. Estamos bien, Mamá.
-Menos mal- dijo abrazándole con todas sus fuerzas.
-¡Ay, Mamá! ¡Que me asfixias!- dijo intentando soltarse.
-Ah, sí. Lo siento- dijo apartándose un poco de él.
-Jun... no debes darnos esos sustos.
Ésta bajó la cabeza a modo de disculpa.
-Bueno, como sea ya estás aquí. Es lo que importa- dijo abrazándola suavemente.
Jun abrió mucho los ojos.
¿La estaba abrazando?
-¡Ey! ¿Por qué a ella no la estrujas?
-Porque ella es una señorita delicada.
-¿Ah?
-Nada que puedas entender, hijo- dijo separándose de Jun y poniéndole una mano en la cabeza a Michael.
-Ya me estás tachando de tonto de nuevo, ¿no?
-Pues sí- dijo cerrando los ojos y sonriendo.
-¡¿Y lo dices tan tranquila?!- dijo separándose de ella y mirándola con expresión enfadada.
-Te conozco demasiado bien, querido. Ja,ja,ja.
-Déjate de rollos, Mamá.
-Haya paz, vais a molestar a los vecinos- dijo el Padre desde el sofá.
-Sí, sí- respondió Michael.
-Qué soso eres, cariño.
-No es ser soso, es tener sentido común.
-Sí, ya...
Ella no se lo podía creer.
¿Ahora era parte de una familia normal?
No podía ser... ¿era un sueño? No... no estaba soñando. Aquello... era real.
-Bueno, como sea... es tarde. Id a dormir los dos.
-Sí...- dijo Michael mientras cogía a Jun de la mano y la arrastraba escaleras arriba-. Buenas noches.
-Que descanséis.
Seguidamente, la llevó a su cuarto.
-Bueno... hasta mañana.
Jun le despidió con la mano y se fue a dormir.
Al parecer el cuarto estaba totalmente recogido ya y no tuvo problemas en acostarse.
A la mañana siguiente, la luz del sol penetraba por los cristales de la ventana e iluminaba la estancia vacía.
Arisa y Jun se habían puesto rumbo al tanatorio mientras que Michael se dirigía al instituto. La semana deportiva estaba siendo un tormento, pero ya solo quedaban dos días contando ese que estaba empezando para que terminase y llegase el fin de semana. Y eso, de algún modo, lo animó.
Cuando llegó, sus amigos se lo encontraron en la entrada.
-Vaya, buenos días, Capitán- le dijo Tom.
-Buenos días... ¿y John?
-Ah, está sentado por allá- le respondió Ren-. Está esperándonos.
-Claro... todavía tiene el pie roto, ¿no?
-Sí. No puede moverse mucho, así que lo hemos dejado esperando allí.
-Bueno, pues vamos.
-Sí.
-Por cierto, últimamente no hemos visto a Jun, ¿qué le ha pasado?- le preguntó Tom mientras se dirigían hacia el césped.
-Pues... ha tenido problemas familiares.
-Am...
-¿Por qué os interesa?
-No, por nada.
-Vale...
Mientras tanto, en el tanatorio, la Madre de Michael iba junto con Jun hasta la habitación donde se encontraba su Padre.
-Sentimos el retraso.
-No pasa nada...
-Bueno, ¿ya sabe cuándo será el funeral y el entierro?
-Tenemos pensado que sea el Sábado... Así Jun no seguirá faltando a clase...
-Tengo entendido que su instituto se encuentra en la semana del festival deportivo, así que mucha clase no pierde...
-Aún así, es mejor que sea ese día. Así yo no falto más al trabajo...
-Bien... ¿en el cementerio de la ciudad?
-Sí.
-Entonces lo veremos allí... yo misma la llevaré.
-De acuerdo. Por el momento será mejor que se quede con usted...
-Sí, yo opino igual. Es lo mejor para ella.
-Bien. Como no hay más que decir... yo me marcho ya... Adiós.
-Hasta el Sábado, señor Fujineko.
-Hasta el Sábado.
Todo fue tan rápido, que no les dio tiempo ni a parpadear.
La verdad es que el Padre de Jun había estado como ido desde que su esposa murió, pero eso a Jun no le afectaba demasiado, pues no se podía decir que su relación fuese "fluida"
Así que se pusieron rumbo a su casa.
En el instituto todo iba como siempre.
Los deportes se iban sucediendo uno a uno y Michael no paraba de ser alabado por todos. Incluso sus amigos estaban sorprendidos por aquella demostración de energía.
-Vaya... hoy estás bastante activo.
-Me ayuda a evadirme del mundo real.
-¿Tantos problemas tienes?
-No es eso... pero piensa lo que quieras- dijo levantándose de donde se había sentado.
-¿A dónde vas? El partido de baloncesto empezará en quince minutos...
-Voy al baño, ahora vuelvo.
-Vale, vale.
Y entonces se puso rumbo al lavabo masculino.
Al entrar, fue directo a los lavamanos para lavarse la cara.
-Uf... hoy he sudado más de lo normal...- dijo mientras metía la cabeza bajo el chorro.
Después de mojarse totalmente el pelo, salió de debajo del grifo y sacudió un poco la cabeza como para que se secase.
Entonces, una sensación extraña rodeó su cuerpo.
-Je,je,je...- dijo una voz espeluznante procedente de ninguna parte.
-¿Qui... quién anda ahí?- dijo mirando de un lado a otro en busca del responsable.
-Así no podrás verme... je,je,je...- continuó la voz.
-No... ¡no tiene gracia!
-No te preocupes... no voy a hacerte nada...
-Pero... ¿quién eres?- dijo aún mirando en todas direcciones.
-Je, je, je...
Aquello era extraño.
¿De dónde había salido aquella voz?
No podía entender nada...
Por mucho que mirase en todos los rincones del lugar, no hallaba a la persona de la cual procedía aquella espeluznante voz.
¿Quién sería? y... lo más importante... ¿qué quería de él?
Eso era algo que, quisiera o no quisiera, tenía que averiguar como fuese...
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