Episodio 37º
La princesa, al ver el cuerpo dormido de su hija, no pudo evitar sobresaltarse.
Por debajo de sus ojos se podían ver unas marcas negras que daban a entender que había sido dominada por una fuerza oscura y maligna. Cosa que no le agradaba nada.
-Quería pediros un muñeco vital. Así podríamos separar a la parte malvada de la real.
-Creo que tenía uno por aquí, aunque no sé dónde exactamente.
-Entonces lo buscaré, ¿se encargará usted de hacer el traspaso?
-Claro. Yo me ocuparé de ello, tranquila.
-De acuerdo.
Después de eso, Lirin sacó sus dos pequeñas alas negras y revoloteó por toda la estancia en busca del muñeco vital.
Mientras tanto, la princesa se acercó hasta el cuerpo de su hija y se agachó a su lado, poniéndole así su mano izquierda sobre su frente.
-Hija, ¿estás ahí?
-Sí, Madre... Lo siento, he sucumbido a la oscuridad de mi corazón...
-No te preocupes. Muchas veces, dicha oscuridad se hace más poderosa al estar encerrada durante tanto tiempo. Ahora solo debes preocuparte por regresar a tu cuerpo original.
-Sí, eso haré.
-¿Lo tienes ya, Lirin?- preguntó mientras se levantaba de nuevo.
-Sí, aquí está. Voy a bajarlo hasta ahí- dijo desde un armario en lo alto de la pared.
Seguidamente, la espectro cogió una especie de muñeco a tamaño real de dentro del armario y lo bajó hasta donde se encontraba la princesa junto al cuerpo de Jun.
-Bien, vamos a proceder a introducir la parte malvada dentro de este muñeco vital. Para ello, necesitaré que lo coloques sobre aquella camilla de allí- dijo mientras la señalaba-. Yo pondré el cuerpo de Jun sobre la que está justo al lado.
-De acuerdo, enseguida lo hago- dijo mientras volaba hasta donde le había dicho.
Una vez colocados el cuerpo y el muñeco vital, la princesa conectó unos cables a sus partes más vitales como lo son la cabeza, el corazón, las extremidades, el tórax, etc.
-Tienes que hacerte un poco para atrás, Lirin. No quiero que la magia empleada afecte a tus poderes internos.
-Sí, claro...- dijo mientras saltaba hacia atrás y se alejaba a una distancia considerable-. Pero... ¿y usted?
-No te preocupes por mí. Este tipo de magia no afecta negativamente a quien la realiza.
-Ah... está bien, entonces...
Acto seguido, la princesa realizó unos movimientos sobre la máquina de la cual procedían los cables empleados para conectar las partes del cuerpo de Jun.
Al cabo de unos segundos, ésta empezó a sonar extrañamente y unos colores empezaron a parpadear.
Poco a poco, los dos cuerpos empezaron a tomar un aura azul oscuro alrededor y siguieron así durante unos minutos.
De nuevo, la encargada de que aquello funcionase, hizo algunas pulsasiones sobre algunos botones de la máquina y el aura comenzó a desaparecer. A su vez, el muñeco vital había empezado a coger todas las características físicas de Jun y, una vez terminado el proceso y apagado el objeto, los dos cuerpos eran idénticos.
-Bueno... ya está.
-¿La parte malvada de Jun se encuentra ahora en el muñeco vital?
-Eso es. Ahora solo nos queda traer de vuelta a la verdadera Jun a su cuerpo original. Necesitaré tu ayuda para eso, Lirin.
-Claro- dijo mientras se acercaba a paso ligero.
Después de eso, ambas se pusieron a cada lado de la camilla y posaron sus manos, unidas, sobre la frente de la chica.
Rápidamente, ésta abrió los ojos.
-¿Qué?- dijo incorporándose rápidamente.
-Tranquila, ya estás en tu cuerpo.
-Ah... sí...- dijo mientras se palpaba su propio estómago y se miraba las manos, acto seguido.
-Bueno... ¿qué hacemos con esto?- dijo Lirin mientras señalaba al muñeco dormido.
-Como es su parte maligna, lo mejor será encerrarla por el momento. Como solo es un muñeco, cualquier cosa valdrá para la tarea, pues los poderes se han quedado en el cuerpo real.
-Bien... iré a traer una de esas jaulas que usábamos para encerrar a los prisioneros de guerra...- dijo mientras corría hasta un pasillo cercano.
Seguidamente, Jun intentó levantarse, pero un mareo se lo impidió.
-La magia aún está fluyendo por tu cuerpo. Será mejor que esperes a que los efectos se disipen.
-Ah... claro...
-No te preocupes, ya nada podrá volverte a dominar. Por lo menos, no nada parecido a esto.
-¿Qué harás con mi otra yo?
-Lo más seguro por el momento es mantenerla encerrada. Pero no sabemos cómo pueden girar las cosas. A lo mejor, hasta llega a sernos útil para derrotar a tu Padre.
-¿Tú crees que colaboraría en caso de ser así?
-Eso espero. Si no, tendríamos que arrebatarle su esencia mágica e implartártela a ti.
-¿Eso no sería peligroso?
-En absoluto si se hace bien. Confía en mí, lo lograrás.
-Si tú lo dices...
-Ya está- dijo Lirin mientras se acercaba, arrastrando a la vez la celda que había encontrado para la finalidad de encerrar a la parte oscura de Jun.
-Bien. Lirin, métela dentro. No sabemos cuándo podría despertarse.
-Sí, enseguida- dijo a la vez que se acercaba hasta la camilla donde el muñeco reposaba y lo cogía en brazos.
Acto seguido, la introdujo dentro de la celda portátil y la cerró con llave.
-Bueno... voy a alejarla un poco.
-De acuerdo, Lirin.
Al hacerlo, ésta se acercó de nuevo hasta donde Jun se encontraba.
-¿Estás bien? Eso debió de agotarte.
-Tranquila, estoy perfectamente. Ahora lo único que me preocupa es cómo puede estar Tom. Al parecer, le dejé bastante mal...
-Vamos... yo le di mis objetos curativos, estará perfectamente ya.
-¿Tú crees?
-Claro. Yo nunca llevo cosas que no funcionan, ¿o no?
-Sí... tienes razón. Perdona por dudar de ti, Lirin.
-No te preocupes, je, je, je.
-Bueno... sea como sea, debemos tener cuidado. No sabemos cómo puede reaccionar tu otra personalidad. No debemos dejar que escape bajo ningún concepto.
-Descuide, princesa, yo me encargaré de que no se salga con la suya.
-Bien... la dejo a tu cargo, Lirin.
-Pero qué...- se oyó una voz cercana.
Cuando pudieron darse cuenta, se fijaron en que el muñeco había abierto los ojos y ahora se encontraba de pie en el centro de la jaula.
-¡Eh! ¡Sacadme de aquí ahora mismo!- dijo mientras agarraba los barrotes e intentaba abrirlos por la fuerza.
-No podrás escapar de ahí. Ya no estás en el cuerpo de mi hija, por lo que no tienes ningún poder.
-¡¿Cómo?!
-Lo que oyes. Se acabó el hacer fechorías- le dijo Lirin a la vez que le sacaba la lengua, en plan burla.
-¡Ya verás cuando te coja, bicho con alas!
-Oh... ¿y qué vas a hacerme? Ya no tienes ningún poder y no puedes acceder de ninguna manera al cuerpo real de Jun. No tienes la fuerza necesaria como para derrotarme siquiera en una lucha de dedos. ¡Tooonta!- le dijo mientras le volvía a sacar la lengua.
-Basta de tonterías, Lirin. No le sigas la corriente. Así solo demuestras que tú eres más tonta que ella.
-¡Sí! Lo siento, princesa...
-En cuanto a ti, tendremos que ver qué hacemos contigo.
-¿Por qué no se viene al mundo real conmigo y aparenta ser mi gemela?
-¿Eh?
-Si Lirin la vigila para que no haga maldades, entonces supongo que no habrá problema, ¿no?
-Bueno, es una opción, pero... ¿estás dispuesta a ciudarla tú también? Después de todo, Lirin no puede actuar en pleno instituto...
-Claro. Diré que somos gemelas y que ella estaba de intercambio con otra persona en otro país. No creo que nadie investigue más de lo necesario.
-Es una buena idea...- dijo Lirin, mientras adoptaba una postura pensativa.
-Bueno... Lirin, ¿podrás vigilarla junto con Jun?
-¡Por supuesto! ¡Déjelo en mis manos!
-Bien... entonces, ponle eso.
-¡Sí!- dijo mientras se acercaba hasta la jaula.
-¿Qué... qué vas a hacer?
Sin apenas darle tiempo a reaccionar, Lirin apuntó a su costado con su dedo índice de la mano derecha y un pequeño rayo de luz negra se avalanzó sobre esa parte de su cuerpo. Una vez hubo impactado contra su destino, un dolor agudo la hizo extremecerse y, seguidamente, todos pudieron ver que la misma marca que Jun había llevado durante años, ahora se encontraba de nuevo sobre aquella zona. Lo que esta vez, era sobre el cuerpo del muñeco.
-¿Pero qué...?
-Es la marca de mi maldición. Ahora la llevas tú, por lo que no podré despegarme de ti.
-Maldita sea...
-Sí, maldita seas tú, ja, ja, ja.
-Lirin.
-Sí, lo siento.
-Bueno. Por el momento, arreglaré los papeles para que puedas ir a la misma clase que Jun, pero para ello necesitas un nombre diferente... Bien, te llamarás Saya... Saya Fujineko.
-¿Y si me niego a actuar como una simple estudiante de bachillerato?
-Tendremos que encerrarte de por vida. Tú decides.
-Vale, vale, lo he captado.
-Bien...- dijo mientras se acercaba a la jaula y la abría lentamente.
-Bueno... ¿qué he de decir para que no sospechen de mí?
-Solo que has estado viviendo en el extrangero como alumna de intercambio y que has regresado recientemente. Eres la hermana gemela de Jun y no has hablado con tu familia desde hace un año más o menos. Si te preguntan algo como qué has hecho en el país o el país mismo, te lo inventas. Eso sí, intenta estar de acuerdo con Jun con respecto al país. No vayáis a decir uno diferente cada una.
-Vaaaale.
-Bueno, es hora de que regreséis. Mañana mismo irás al instituto. Se amable, ¿de acuerdo?
-Qué síiii- dijo, en modo pasivo.
Después de eso, Lirin creó un portal oscuro por el que las tres desaparecieron.
-Lirin, cuida de las dos- les dijo antes de que se fueran.
-Descuide, princesa. Déjemelo a mí.
Seguidamente, desaparecieron tras el portal.
Una vez hubieron llegado a la casa de Jun, ésta pudo ver que aún quedaban restos de sangre al pie de la escalera.
-Esto... voy a limpiarlo- se apresuró a decir.
-Vale...
Al cabo de un rato, ésta se acercó de nuevo y la limpió.
-¿Tanto te molesta que le haya herido?
-Pues sí, y mucho además- dijo mientras limpiaba.
-Pero si os lo ha hecho pasar mal...
-¿Esa es una razón para matarlo?
-Para mí, sí que lo es...
-Pero yo no soy tú, no puedes obligarme a hacer lo que tú harías.
-Eso de que no eres yo, no es del todo correcto... ¿He de recordarte que soy la afloración de tus sentimientos más terribles?
-Pero mi yo real no es así.
-Basta ya, chicas... Se supone que sois hermanas.
-Tú no te burles- le dijo Saya.
-No lo hago. Solo intento poner paz.
-Pues déjalo- le contestó.
-Bah, contigo no se puede razonar. Me voy yendo, os vigilo de cerca, eh.
-Adiós, Lirin.
-Sí, eso. Piérdete de una vez.
-Portaos bien- dijo a la par que se evaporaba.
-Bueno, ¿qué hacemos?
-¿Quieres... quieres que te enseñe el barrio?
-No, ya lo conozco. Te recuerdo que he estado dentro de ti mucho tiempo. He visto todo lo que tú has visto y vivido lo mismo.
-Ah, cierto...
El resto del día pasó sin más incidentes y pronto llegó el día siguiente.
Saya y Jun se vistieron tranquilamente y ambas salieron rumbo al instituto.
Una vez hubieron llegado, Ren se quedó bastante sorprendido, pues fue el primero en verlas aparecer.
-Vaya... creo que el desayuno me ha sentado mal. Estoy viendo doble...
-Tranquilo, Ren. Ella es Saya, Saya Fujineko. Mi hermana gemela- le explicó Jun.
-No sabía que tuvieses una hermana gemela...
-Es que estaba de intercambio, pero llegó ayer mismo.
-Ah... mucho gusto.
-Sí, claro. Igualmente- dijo mientras desviaba la mirada.
-¿Jun?- dijo una voz a su espalda.
-¡Michael!- dijo al ver de quien se trataba mientras corría hasta él y lo abrazaba.
-Pero... ¿quién...?
-Ella es mi hermana gemela Saya- dijo a la vez que le guiñaba un ojo.
-Ah, sí... cierto...
-Hola, Jun...- dijo Tom, desde detrás del chico.
-¿Estás mejor?
-Sí... gracias.
-Aaaaaaandaaaa, pero mira quién es, je, je, je- dijo Saya, desde donde estaba.
-Esa... esa mirada...- dijo al verla.
-Tranquilo, solo es mi hermana gemela Saya.
-Ah... sí, claro...- dijo, con aún temor en los ojos.
-¡Hey, chicos!- gritó John desde dentro del edificio.
-¡Ya vamos!- le respondió Ren.
Después de eso, todos se encaminaron hacia la entrada del centro.
¿Cómo reaccionarían todos los de la clase a aquella noticia?
¿Había sido una buena idea el haberla llevado al mundo real?
Fuese como fuese, pronto lo descubriría.
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