Episodio 35º
Después de que el chico se hubiese perdido tras la brillante arena, John y Ren ayudaron a Tom a levantarse mientras que Jun seguía mirando hacia el lugar por el que Michael había desaparecido.
Al cabo de unos instantes, Ren abandonó por un momento a los otros dos para acercarse hasta ella.
-Jun... ¿qué ha pasado?
-Él... solo quería defenderme... Pero...
-Se ha pasado, ¿no es así?
-Sí...
-¿Pero se puede saber de qué pretendía defenderte pegándole de esa forma a Tom?
-Tom... bueno, digamos que quería besarme y no me dejaba evitarlo...
-¿Cómo?
-A él... al perecer le gusto desde hace un tiempo...
-Pero eso es imposible. En un principio, él te odiaba.
-Lo sé, pero...
-Tranquila... diremos que se ha caído o algo por el estilo...
-Gracias, Ren...
-¿Estarás bien?
-He de ir a buscar a Michael. No quiero que piense que no me preocupo por él...
-De acuerdo... estaremos por aquí...
-Vale. Hasta luego- dijo antes de emprender la marcha.
-Suerte- dijo mientras la veía alejarse corriendo.
En unos minutos, pudo divisar al chico a quien buscaba.
Éste se hallaba subido a una roca, sentado mientras miraba al océano.
Dicho lugar se encontraba en la línea que separaba la arena del agua, por lo que había sido realmente fácil el subirse a ella.
En cuanto lo vio, se acercó más rápido todavía hasta la base de la roca y lo miró desde abajo con una aparente cara de preocupación.
-Michael... ¿estás bien?- le preguntó mientras intentaba verle los ojos, los cuales seguían clavados en el horizonte.
Pasaron los segundos y éste no contestaba.
-Por favor, Michael... necesito hablar contigo sobre lo que ha pasado. Yo... yo no quiero que te pongas tan violento por mí culpa...
El chico seguía sin responderla.
La verdad es que nunca había estado tan callado como lo estaba ahora. Aquello era algo... realmente extraño.
-Lo siento... sé que ha sido culpa mía y lo siento, te pido perdón. Si yo no estuviese a tu lado, tú jamás te habrías peleado con Tom... Perdóname, por favor- dijo mientras miraba hacia abajo y cerraba los ojos duramente.
-Esto no ha sido culpa tuya, Jun. Él sabe que eres mi novia y, aún después de que le dijeras que parase, prosiguió, ¿no es cierto? Aquí la única culpa la tiene Tom y no tú.
-Pero aún así, yo...
Pero justo antes de que pudiese continuar, un punzante dolor le atravesó el pecho.
-Agh...- dijo a la vez que caía de rodillas en la arena.
-¡Jun! ¿Qué te pasa?- preguntó sobresaltado mientras bajaba de donde estaba y se arrodillaba a su lado.
-Me... me duele...
El dolor que ahora sentía era prácticamente insoportable y, por lo tanto, no podía casi hablar con claridad.
Al cabo de unos instantes, la chica se derrumbó en el suelo y el chico se quedó bastante preocupado.
Intentó reanimarla, pero fue en vano.
Después de un buen rato, ésta pareció recobrar el sentido y se puso a cuatro patas sobre la arena que había bajo su cuerpo. Al estar en aquella postura, el pelo le tapaba la cara y Michael no podía verla con claridad.
-Jun... ¿te encuentras bien?- preguntó mientras se agachaba lo máximo que podía para poder verla.
-¿Te crees muy hombre por hacer que una mujer se preocupe de esa manera?- respondió una voz completamente diferente.
-¿J... Jun?
-Ja, ja, ja... pagarás por tal insolencia- dijo mientras se levantaba.
Cuando ésta se hubo hallado de pie frente a él, éste no podía creérselo.
El rostro de su amada mostraba ahora una sonrisa malévola y sus ojos se habían vuelto completamente rojos con su pupila vertical negra, cual gato. No parecía ser ella.
-¿Qué... qué diantres...?
-Yo ya no soy tu querida Jun, soy el ser que alberga su interior. Todas las ansias de asesinar a quien la estorbaban que fueron guardadas en su interior acabaron por crear a una persona completamente independiente y, por lo tanto, diferente. Yo soy esa persona o, mejor dicho, yo soy... sus ansias de sangre. ¡Ja, ja, ja!
-Y... ¿qué se supone que quieres?- dijo a la vez que se levantaba también.
-Hasta ahora había aguardado pacientemente dentro de ella y solo salía en los momentos de las batallas en las que estaba en juego su vida. Pero hoy... he decidido que no puedo esperar más en su interior. Tal y como están las cosas, lo mejor es que mi personalidad sobresalga de la suya para que no la pisoteen más en la vida. De otro modo, jamás logrará derrotar a su Padre.
-Pero... a ella no le gusta ser así...
-Es un sacrificio que tendrá que hacer. A partir de hoy, ¡yo soy la nueva Jun!
-¡Ni hablar! ¡No dejaré que su verdadera personalidad se apague!
-Vas listo, chaval. Por mucho que os queráis, jamás podrás contra mí. Soy mil veces más fuerte que tú y, ¡otras mil veces más sanguinaria que Jun!
E inesperadamente, uno de los brazos de Jun se elevó hasta palpar su propio cuello.
-Pero qué...- exclamó al vez que no podía controlar su propio brazo.
Y entonces, la mano de dicho brazo comenzó a apretar duramente su cuello.
-¡No, espera! ¡¿Se puede saber que haces?!- se dijo a sí misma mientras intentaba, con su otro brazo, librarse del que la apresaba.
-Jun...- dijo desde la distancia.
-¡No dejaré que te apoderes de mi cuerpo!- dijo la verdadera voz de la chica.
-¡¿No ves que sin mí estarás perdida?! ¡Jamás lograrás vencer en la batalla que tienes que luchar!
-¡Me da igual si así consigo no ser como tú!
-¡Aún no estoy acabada! ¡Cuando menos te lo esperes regresaré y me apoderaré de todo tu ser!
-¡Pues hasta entonces, púdrete en los confines de mi mente!
Seguidamente, Jun cayó de nuevo al suelo.
Aquello le había supuesto un gran esfuerzo tanto mental, como físicamente.
-¿Estás bien, Jun?
-Sí... siento haberte preocupado de esta forma...
-Tranquila, pero... ¿qué era eso?
-Cuando descubrí que tenía estos poderes y que todo lo que me había pasado había sido culpa de mis Padres y de mi Padre en particular, unas fuertes ansias de venganza se apoderaron momentaneamente de mí. Este tipo de reacción me asustó bastante, así que no tuve otro remedio que guardar todos esos sentimientos en lo más profundo de mi corazón, esperando que nunca saliesen a la superficie y que, con el tiempo, acabasen desapareciendo por sí solos, pero...
-Hoy han aflorado de nuevo, ¿no?
-Al parecer, formaron una persona completamente diferente a mí. Y ahora... ahora no sé cómo librarme de ella. La había estado dejando salir durante las peleas, para ver si así calmaba un poco sus ansias de sangre, pero parece que lo he empeorado. Al final resulta que todo es culpa mía...- dijo mientras se llevaba las manos a la cara.
-Nada es culpa tuya, Jun. Tú no podías saber que esa personalidad se estaba formando dentro de ti.
-No sé qué haré si vuelve a salir de nuevo. Esta vez he logrado contenerla por mi deseo de ayudarte pero, ¿qué pasará si la próxima vez no soy lo suficientemente fuerte como para lograr retenerla?
-Yo estaré ahí para ayudarte en caso de que suceda.
-¡No! Es peligroso si te quedas cerca de mí mientras tanto.
-Haré lo que sea por ayudarte, ya lo sabes.
-Gracias...
-Regresemos...
-Sí...
Después de eso, Michael la ayudó a levantarse y comenzaron su regreso hacia el grupo.
Cuando llegaron, pudieron comprobar que nada se había sobresaltado después de lo ocurrido. Debía ser que Ren y John había contado algo para tranquilizar al resto de alumnos y profesores.
-Capitán, Jun... ¿estáis bien los dos?- le preguntó Ren al verlos acercarse.
-Sí...- contestó Michael.
-John ha acompañado a Tom a ver a los profesores para que le prestasen auxilios médicos. Y por su parte... ha corroborado nuestra mentira de que se cayó sobre unas rocas...
-¿No ha querido decir la verdad?
-Ha admitido que fue culpa suya.
-Yo ya no me fio de él, de todas formas.
-Michael, por favor...
-Lo siento, lo siento...
Al cabo de unos minutos, los dos nombrados anteriormente se acercaron lentamente hasta ellos.
-Capitán, Jun... yo... lo siento de verás...
-Yo creo en las segundas oportunidades, pero no puedo darte ninguna. Lo siento mucho- dijo Jun, bastante seria.
-Lo comprendo...
-No podemos hacer como si no hubiese pasado nada, así que... me temo que solo quedaremos como conocidos.
-No pasa nada... Será mejor que me vaya quedando cerca de los profesores, va siendo hora de marcharse- dijo mientras recogía sus cosas y se alejaba.
-Nosotros deberíamos hacer lo mismo...
-Sí...
Seguidamente, todos los presentes recogieron sus cosas y las guardaron en sus mochilas correspondientes.
Al cabo de un rato, todos fueron donde los tutores.
-¡Bien, chicos! ¡Id poniendoos en filas de uno, por favor!- dijo una de las profesoras encargadas.
-¡Sí!- dijeron casi todos a la vez.
El trayecto hasta el autobus fue corto, pues éste había ido a recogerlos justo al lado de la avenida cercana a donde estaban.
Una vez se hubieron subido, cada uno se sentó donde buenamente pudo, quedando ahora todo el grupo de amigos distribuido.
Esta vez, Michael se había sentado junto a Jun en uno de los asientos parejos del medio del transporte y los demás se colocaron en la parte de atrás.
El tiempo que el camino duró fue largo, pero cuando llegaron al instituto a todos se les había hecho corto, pues no querían que la experiencia se acabase.
La semana siguiente sería el final del curso y el comienzo de las vacaciones de verano, por lo que no tendrían tanto tiempo para verse como antes.
Después de que todos se despidiesen, Jun se fue hasta su casa junto a Michael.
Por el camino, ninguno de los dos se atrevía a mencionar nada de lo ocurrido, y es por eso por lo que ninguno habló hasta que tuvieron que despedirse.
-Adiós, hasta el Lunes...
-Cuídate... ya te llamaré si eso...
-De acuerdo.
Seguidamente, ambos se dieron un corto beso y siguieron sus caminos.
Cuando Jun llegó a su casa, cerró la puerta tras de sí y dejó sus cosas en su cuarto, no pudo evitar sentirse mal. Ahora que todo empezaba a ir bien... ¿por qué tenía que pasar aquello? ¿No había sufrido ya lo suficiente?
Entonces, volvió a encontrarse mal de nuevo y el dolor comenzó nuevamente.
Sus pies comenzaron a moverse por sí solos y la llevaron hasta el cuarto de baño.
Una vez allí, la hicieron pararse justo en frente del espejo.
En éste se hallaba ahora su imagen, lo que parecía ser la del ser maligno que su interior albergaba.
-¿Otra vez... tú?- dijo mientras se apoyaba sobre el lavamanos y se llevaba la mano libre a la altura del corazón para agarrarse así esa parte de la camisa que llevaba.
-Veo que te sigues negando a aceptarme en ti.
-Nadie en su sano juicio lo haría.
-Es una pena que dentro de poco tu voluntad se acabe... Pero he de reconocer que me has dado guerra. Y yo que pensaba que sería sencillo...
-Jamás permitiré que te apoderes de mi cuerpo...
-Oh, vamos. Ni que fuera tan malo.
-Claro que lo es. Todo tú es maldad. Eres el fruto de mis sentimientos de venganza, está claro que es malo.
-Qué tontería. Gracias a mi instinto de sangre, tu fuerza se multiplicará y podrás vencer fácilmente.
-No lo aceptaré nunca.
-Entonces tendré que hacer que lo hagas... por la fuerza.
Seguidamente, el dolor se hizo más fuerte y sus ojos volvieron a ser como eran con su ser maligno.
-Nadie podrá derrotarme, ja, ja, ja...- dijo con la voz fría y seca propia de un demonio.
Cuando esta miró al espejo, pudo ver en él a la antigua Jun.
-¡Déjame salir de aquí!- dijo mientras aporraba el cristal desde dentro.
-Veamos qué te parece estar en lo más profundo de tu ser, ja, ja, ja.
Repentinamente, alguien toco al timbre y ésta se dirigió hacía la puerta de entrada.
-¡No, no le hagas daño a nadie!- gritó Jun desde las profundidades del espejo.
Al cabo de unos segundos, abrió la puerta y sonrió maléficamente al ver de quién se trataba.
-Jun, yo...- dijo.
-Vaya... Hola... Tom... je, je, je...
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