Episodio 21º
El ambiente se había vuelto tenso.
La verdad es que nunca había visto así a Jun, por lo que estaban todos bastante sorprendidos.
El primero en reaccionar fue Rye, pero aún así seguía medio confuso.
-Es... es imposible que hayas podido despertar ese tipo de poder...
La chica continuó mirándole con rabia. No sabía si matarlo o no, pero algo tenía que hacer.
Seguidamente, su Padre la apuntó con la palma de su mano izquierda y una bola de energía de color plata se empezó a formar en ella.
-¡No te atrevas a atacarla, desgraciado!- le gritó Lirin con sus ya agotadas fuerzas.
Pero éste no le hizo caso y la lanzó contra su hija.
Todos pudieron notar que había impactado contra algo y un humo intenso se formó en la estancia.
Una vez se hubo disipado casi por completo, comprobaron con sus propios ojos que Jun había parado tal ataque con la palma de su mano derecha.
-¡¿Cómo?! ¡No puedes haber detenido una bola de energía tan concentrada como esa! ¡Habría derruido un edificio entero de haber impactado contra él!
Jun avanzó dos pasos.
No sabía muy bien cómo lo había detenido, pero de algo sí que estaba completamente segura: jamás dejaría que aquel ser se saliese con la suya.
-¿Te atreves a enfrentarte a mí? ¡Ni siquiera un ejército podría destruirme! ¡YO SOY EL MÁS PODEROSO DE TODOS LOS DE "ARRIBA!"- gritó, furioso.
La chica no le hizo el menor de los casos y continuó avanzando hacia él.
No quería detenerse, no podía. Había puesto en peligro a Lirin y a Michael y eso no podía perdonárselo, pero menos aún que su propio Padre hubiese sido el causante de toda su desdicha. Ella lo tenía como un hombre amargado e inundado por la tristeza de la situación en la que vivía, pero ahora se había dado cuenta de que todo era una farsa y que la había estado utilizando como si de un juguete se tratase.
Aunque quisiese, jamás podría perdonar aquel tipo de comportamiento en su propio Padre. ¿No tenía siquiera un poco de compasión por su propia sangre?
-¡Acaso no me haz oido! ¡Detente si no quieres morir!
Pero ésta no se detuvo.
Siguió avanzando, buscando el cuello de su enemigo. No podía perdonar tal acto, no debía.
Justo cuando se hallaba a unos pocos pasos de él, éste la atravesó con la espada de Lirin, a la cual se la había robado al ver que Jun avanzaba hasta él.
El arma le estaba pasando a través del estómago y un poco de sangre comenzó a correr desde las fronteras del agujero que se había formado en su cuerpo.
-¡Jun!- gritaron Lirin y Michael.
-Si no te hubieses empeñado en seguir adelante, ahora no estarías así. Serás estúpida...
La sorpresa se volvió a apoderar de todos los presentes.
¿No se sentía dévil? ¿no sentía mareos ni necesidad de caer, derrotada?
Jun seguía allí de pie, parada con el arma incrustada en su barriga.
Estaba mirando hacia quien la había atravesado y ahora mostraba un rostro de despreocupación increible.
-Pero... ni te haz inmutado...- musitó, desconcertado, su Padre.
Y entonces, una especie de raíces negras comenzaron a salir desde las rendijas que habían entre la espada y la piel de Jun y comenzaron a avanzar por el arma afilada, rodeándola, hasta llegar al mango.
Ante tal acto, el primer impulso de Rye fue soltarlo, y así lo hizo.
Seguidamente, las raíces se detuvieron y comenzaron a rodear la espada.
Ésta desapareció absorvida ante tal poder.
-¿Qué... qué ha sido eso?- preguntó, casi alucinando.
Después de eso, la herida de Jun comenzó a cerrarse como si se estuviese cosiendo por dentro debido a esas raíces negras.
-Jun...
-¡Esto es absurdo! ¡¿Desde cuándo eres capaz de hacer algo así, niñata?!
La chica levantó la cabeza y le miró a los ojos.
Su expresión había vuelto a ser de odio total y ya no podía seguir aguantándose las ganas de asesinar a aquel hombre.
Mientras tanto, Lirin se alejó como pudo y se acercó hasta la puerta. Tenía que recobrar la compostura si quería ayudar a Jun pero... ¿qué podía hacer en aquel lamentable estado?
¿Sería su protegida capaz de salir de aquella situación por sí sola?
-Bueno... si no puedo matarte... ¡entonces morira ella!- gritó mientras se acercaba a todo correr hasta donde la espectro se encontraba.
Ésta, al verlo, se asustó.
Jun estaba demasiado lejos como para atacarle antes de que la hiriese, y Michael no podía hacer nada contra él. ¿Era ese su fin? ¿estaba destinada a morir en aquella misión aparentemente "suicida"?
-Yo no iría tan rápido, señor "más poderoso de todos los de arriba"- dijo una voz lejana.
Inexplicablemente, Greck hizo acto de presencia justo en frente de Lirin, que aún se hallaba en el suelo.
-Greck...- musitó.
-Esta vez no pienso abandonarte, Lirin- dijo mientras blandía su espada y apuntaba a Rye.
-No seas patético. Solo eres un soldado de nivel bajo, jamás podrías hacerme el mínimo daño.
-Por intentarlo no pasará nada.
Entonces una de las raíces negras de Jun se acercó hasta su Padre y lo agarró del cuello.
Éste, sorprendido, se llevó las dos manos a la parte que sostenía su garganta e intentó zafarse de ella, aunque el intento fue en vano.
Seguidamente, la raíz lo levantó en el aire y lo colocó justo delante de la chica, que lo miraba desde abajo con un tono despreocupado.
-Ni... ni siquiera he notado que se me acercaba... qué... ¡¿qué diantres eres?!
Acto seguido, más raíces salieron de las mangas de su camisa y formaron unas palabras en el aire adoptando la forma de las letras.
"Tu hija" ponía.
-Grrr- gruñó-. No permitiré que me derrote alguien como tú, alguien que nació solo para poder ser usada por mí. ¡Morirás y te llevarás a estos desgraciados contigo!
Jun no parecía inmutarse ante tales palabras, pero aún así era obvio que estaba subestimando a su Padre.
Alguien que había sido capaz de vencer a Lirin tenía que ser demasiado poderoso como para ser derrotado por alguien como ella.
A continuación, Rye cortó la raíz que lo mantenía en el aire y desapareció de la vista.
Todos comenzaron a buscarle menos Jun, que seguía mirando hacia adelante sin aparente preocupación.
-Ahora ya eres mía- dijo.
Cuando pudieron darse cuenta, éste la había agarrado por el cuello con su mano derecha y había comenzado a estrangularla lentamente.
La chica cerró uno de sus ojos a modo de dolor, pero aún así no le dio el placer de ver su expresión asustada.
-No te preocupes, en cuanto acabe contigo, tus amiguitos irán uno tras otro detrás tuya.
-¡Maldito, suéltala!- gritó Michael mientras se acercaba corriendo hasta ellos.
-¡Tú no te metas, niñato!- le dijo mientras lo estampaba contra la pared de un manotazo.
-Ugh...- dijo al chocar.
-¡Michael!- gritó Lirin.
-Pagarás por esto, Rye...- dijo Greck mientras se acercaba, dispuesto a atacarle.
-Si quieres matarme, tendrás que atravesarla a ella también- dijo mientras colocaba a Jun entre él y Greck.
-Tsk... si no queda más remedio...
-¡No!- dijo la espectro mientras se ponía ahora entre Jun y él con los brazos extendidos-. ¡No puedes hacerle daño!
-Pero...
-Je,je,je... Lirin, tal como pensaba... sabía que podía usarte de esta forma.
-Maldito...- le dijo mientras le miraba de reojo.
-Bueno, bueno... tampoco me mires así. Sabes perfectamente que soy demasiado astuto como para que vosotros solos podáis derrotarme.
Entonces, una especie de señal pasó por su cerebro.
Se quedó confuso, pero aún así seguía estando alerta.
-Creo que os ha salvado la campana, por así decirlo... je,je,je. La próxima vez no tendréis tanta suerte. Tomad, un regalito de despedida.
Seguidamente, lanzó a Jun por la ventana y desapareció.
-¡Jun!- gritó Lirin.
Inesperadamente, Michael llegó a tiempo de saltar tras ella y abrazarla de tal modo que quedase él debajo de su cuerpo. Así ella no impactaría contra la pared de la casa de en frente y ésta se salvaría. Era lo menos que podía hacer, pues hasta ahora, había resultado ser un completo inútil.
Después de eso, Lirin corrió como pudo acompañada de Greck y se asomó a la ventana.
-¡Jun, Michael!- gritó, desesperada.
Cuando pudo darse cuenta, se fijó en que ahora los dos se hallaban en el suelo de la calle, Jun encima de Michael, y ambos estaban inconscientes.
-¡Tenemos que ayudarlos!- dijo disponiéndose a saltar por la ventana.
-Espera...- dijo mientras le agarraba de una de sus manos.
Acto seguido, la cogió entre sus brazos y saltó desde allí.
Al llegar al suelo, se posó lentamente y dejó a Lirin sobre la acera.
La espectró se acercó como pudo hasta ellos y se arrodilló a su lado.
-¡Jun! ¡Michael!- les gritaba mientras intentaba despertarlos.
-Es... estamos bi... bien- le dijó Michael con una vocecilla.
-¡¿Pero qué dices?! ¡¿Tú te has visto?!
-No... no es... nada...
-¡Tenemos que llevaros a un hospital cuanto antes!
-Lirin, no te canses. Tú también estás herida, deberías descansar.
-¡No pienso descansar y dejar a Jun así!
-Pero, Lirin...
-¡Llama ahora mismo a un hospital, Greck!
-Vale, vale... pero no me grites...
Pasó el tiempo y Michael y Jun fueron llevados al hospital.
Los Padres del chico se asustaron y salieron corriendo de su casa para ir en busca de los dos.
Cuando llegaron allí, Arisa casi mata a dos enfermeras por negarle el paso a la sala donde su hijo se encontraba, pero aún así su Marido pudo calmarla y se sentaron en unos asientos situados en la sala de espera.
Mientras que la Madre del chico no paraba de levantarse cada cinco segundos y mirar por la ventanilla de la puerta, el esposo de ésta se hallaba sentado e intentando mantener la calma, aunque muy en el fondo quisiese hacer lo mismo que su mujer.
-¡Cuándo diantres vamos a poder entrar, esto es el colmo!
-Tranquilízate, Arisa. Estoy seguro de que no tardarán en decirnos algo...
-¡¿Cómo puedes estar tan tranquilo?! ¡Es tu hijo, por dios! ¡Nuestro Michael!
-Lo sé, querida, pero... deja de decir esas cosas. No creo que le haya pasado nada demasiado grave, él sabe lo que se hace.
-Aggg, odio cuando te pones así.
-Sé que le quieres mucho, pero tienes que aprender a mantener la calma.
-¡No puedo mantenerla! ¡Es mi preciado hijo! ¡Si le pasase algo... ¿a quién molestaría, eh?!
-¿Solo te preocupas por eso?- le preguntó, desconcertado.
-¡Claro que no, hombre! Pero aún así...
-Vale, vale, pero deja de gritar- dijo mientras se levantaba y la abrazaba-. Así solo lograrás que crean que estás loca e histérica.
-¿Acaso no lo estoy? je,je,je...- dijo mientras se dejaba abrazar.
Mientras tanto, en la sala a la que habían llevado a Jun todo se hallaba tranquilo.
La chica reposaba ahora sobre la camilla y los doctores habían pasado a otra sala donde se encontraba Michael para tratarlo y llevarlo allí mismo también.
-Tranquila, Lirin se pondrá bien...- le dijo Greck mientras aparecía en un lateral de la estancia-. Es dura de pelar, saldrá de esta.
La pobre no sabía cómo sentirse.
Lirin había estado a punto de morir por ella y eso era algo real, no lo había soñado.
Siempre pensó que, si esa espectro la ayudaba, era por su propio beneficio, pero ahora había visto que no era así. La había ayudado y eso significaba que le había cogido cariño, de un modo u de otro.
-Te traeré nuevas noticias de ella cuando mejore, ¿de acuerdo?
Ésta afirmó lentamente.
Estaba demasiado claro que Greck sentía algo por Lirin, aunque no quisiese admitirlo.
Al nombrarla se notaba cómo se ponía ligeramente colorado y apartaba disimuladamente la mirada para que no se le notase pero, aún así, era evidente.
De todas formas, así era mejor. De ese modo, alguien la protegería como era debido.
Seguidamente, el espectro desapareció y en la sala entraron los médicos con una camilla en la cual se encontraba Michael.
Cuando lo dejaron allí, todos salieron inmediatamente después de haberle puesto el gotero.
Jun pudo apreciar que estaba como dormido y que le habían vendado en casi todas las partes de su cuerpo.
Posiblemente no podría jugar a ningún deporte en mucho tiempo.
Ahora que lo pensaba, él no había parado de hacer sacrificios por ella, pero ésta nunca había intentado detenerle ni devolverle los favores.
¿Era culpa suya? ¿le había pasado esto solo por defenderla y ayudarla?
No podía permitirlo, no quería causarle más molestias. ¿Era un estorvo? ¿algún tipo de piedra enorme en su camino que le impedía avanzar en su vida?
Después de pensar en todo eso, no pudo evitar ponerse a llorar.
Las lágrimas le salieron solas y no pudo reprimirlas.
Estaba triste, realmente apenada.
No podía dejar de llorar, por su culpa todo eso le había pasado al hombre al que más amaba. ¿Podría mirarle a la cara en cuanto despertace?
-¿Por qué lloras?- le dijo con una dévil voz.
Ésta alejó su cara de sus manos y lo miró, sorprendida.
Al verle, no pudo evitar continuar soltando esas lágrimas por los ojos.
-No... no llores...- le dijo-. Esto no... no ha sido culpa tuya, Jun...
Pero por mucho que le dijese nada, ella sabía perfectamente que no era así.
Él había resultado herido de gravedad por su culpa después de que éste intentase ayudarla, no podría perdornárselo jamás.
-Por favor... deja de llorar...
Michael no sabía qué hacer.
No podía levantarse de allí, y mucho menos acercarse hasta ella para consolarla. ¿Qué debía hacer en un momento así?
-Jun, yo... Te quiero mucho, ya lo sabes. Es por eso que... por mucho que me hieran... siempre estaré a tu lado... Nunca me alejaré de ti, ¿me oyes?- le dijo, totalmente serio.
La chica le miró de nuevo.
¿Estaba completamente seguro de lo que decía?
Nadie en su sano juicio sería capaz de decirle aquello a alguien que le acababa de causar tanto dolor. Ni siquiera un dios sería capaz de eso... ¿era él alguien más puro que un dios? ¿sería ese su destino?
Seguidamente, ésta se destapó lentamente y posó sus pies en el suelo.
-Jun... no deberías levantarte...
Pero no le hizo caso y se levantó.
A ella no le dolía tanto como para impedirle caminar, así que avanzó lentamente hasta él.
Una vez a su lado, le miró desde arriba con cara de tristeza.
-Te lo digo muy en serio, Jun... nunca te abandonaré.
La chica soltó unas cuantas lágrimas más y sonrió.
-Gra...cias...- dijo, con una dulce y tímida vocecilla.
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