Episodio 2º
Al día siguiente, Jun acudió a clase, como siempre.
Cuando llegó al centro, esquivó a todos los grupos de alumnos que solían quedarse por fuera hablando hasta que sonase el timbre de inicio de clases y se adentró para, acto seguido, subir las escaleras y entrar en su aula.
Una vez llegó a ésta, avanzó hasta su pupitre, colocó su maleta en la percha del lateral de la mesa y se sentó a esperar a que las clases diesen comienzo.
Pasaron unos pocos minutos y decidió sacar el libro que el día anterior había estado leyendo, pues todavía quedaba bastante para que la primera asignatura comenzase.
Entonces, una sombra le tapó la luz y esta, con su misma expresión de siempre, miró hacia arriba y pudo ver que se trataba de Michael.
-Buenos días, Jun. ¿Te regañaron ayer?- dijo sacando un poco la lengua a modo de broma.
Esta, como siempre, no pronunció palabra alguna y volvió a bajar la mirada para seguir ojeando el pequeño libro.
-Vaya, veo que sigues como siempre. ¿Te importa que me siente aquí hasta que comience la clase?- dijo acercando una silla de un pupitre cercano para sentarse frente a ella.
Mientras, en unas mesas cercanas, se encontraban los compañeros de equipo de Michael. Se habían sentado allí a hablar, pero al ver a su capitan hablando con la misteriosa y tenebrosa chica que acudía a su clase y que la llenaba de un aura oscura, se asustaron bastante y empezaron a cuchichear sobre ello.
-¡¿Qué... qué diantres está haciendo el capitán con esa chica?!- dijo el llamado Tom.
-Ni idea... pero no parece asustado...- dijo John.
-Le está hablando como si nada, ni que fueran amigos...- dijo Ren.
-No sé yo... ¿deberíamos acercarnos?
-Yo no me acerco ni loco. Ya oísteis lo que os dije ayer...
-Hombre... qué miedica.
-Que no, que no. Id vosotros si queréis, pero yo no voy.
-Parece mentira que seas uno de los mejores delanteros que tenemos en el equipo...
-Yo no gano para sustos. Es más, no gano nada.
-Bueno, pues tendremos que ir nosotros a rescatar al capitán. ¿Vamos, Ren?
-John... no es por intentar escaquearme, pero... tengo que terminar los deberes de Inglés, así que... me vuelvo a mi asiento, hasta luego- dijo mientras se levantaba de la mesa y se encaminaba hacia una que se hallaba al lado de la ventana, en segunda fila.
-Que pandilla más cobarde que formáis. Ya iré yo solo a rescatar a Michael- dijo encaminándose hacia donde su capitán se hallaba sentado hablando tan felizmente.
Cuando llegó hasta la zona, se mantuvo a la espalda de Michael y le tocó el hombro izquierdo con uno de sus dedos, algo tembloroso por estar tan cerca de la misteriosa y oscura chica.
Michael, al notar aquel dudoso dedo, se viró lentamente y le miró a la cara a su compañero del equipo de fútbol.
-Ah, John, eres tú. ¿Querías algo?
-Mm... capitán, ¿podemos hablar un momento?
-Claro, dime- dijo, aún sentado.
-En otro lugar...- dijo desviando la mirada.
-Vale, vale- dijo mientras se levantaba y lo acompañaba hasta su mesa, que se hallaba en el lateral derecho del aula y que estaba pegada a la pared.
Una vez llegaron allí, Michael sacó la silla y se sentó.
-Dime, te escucho, John.
-¿Qué hacías hablando con esa chica?
-Ah, es que ayer tuve el honor de conocerla mejor, ¿sabes? No es tan mala como dices.
-Creí que te había dejado lo suficientemente claro que no debías acercarte a ella, es peligrosa, ¿recuerdas?
-Yo no creo que lo sea, es más, me ayudó bastante ayer. Si no llega a ser por ella, anoche no habría dormido en casa.
-¿Y cómo es eso?
-Pues nos quedamos encerrados en el gimnasio y ya sabes, yo nunca traigo el móvil a clase. Gracias a que ella me dejó el suyo pude llamar a casa y logré que nos sacaran de allí.
-Vaya anécdota... En cualquier caso, ¿no ves que no te hace ni caso? No te acerques más a ella, no quiero que perdamos el partido por culpa suya.
-Exageras demasiado, tío. Relájate un poco, vivirás más, ¿sabes?
-Déjate de tonterías. Sabes perfectamente que todo aquel que se ha relacionado con ella de cualquier forma, ha acabado o ingresado o trasladado. Ninguno de nosotros quiere que te pase nada, así que aléjate de ella cuanto antes.
-¿Qué nosotros? Yo solo te veo a ti, John...- dijo, medio cerrando los ojos y poniendo una expresión de duda.
-Bueno, puede que a la "batalla" haya acudido yo solo, pero todos pensamos que deberías alejarte de esa chica.
-John, te diré algo. No veo el motivo por el que deba hacerte caso, es más, mira esto como quieras, pero yo no me daré por satisfecho hasta que Jun me hable. Ninguna chica en mi vida ha conseguido no hablarme, y ella no va a ser la primera. Es cuestión personal.
-¿Ju..Jun?
-Sí, es su nombre- dijo poniendo un codo sobre la mesa y apoyando la cara en su mano.
-Vaya... así que sabes su nombre. Me da que ni los profesores lo conocen...
-No digas bobadas, hay listas donde sale ese tipo de información, ¿recuerdas?
-Sí, sí, pero...
-Ni pero ni nada. No pienso rendirme, no entra dentro de mi carácter, ya lo sabes.
-Como te ocurra algo...
-No me va a pasar nada, no seas quisquilloso.
-Bueno... tú verás. Por cierto, esta tarde nos vamos a quedar todos a entrenar contigo. No te olvides de pedirle al concerje que saque dos balones más.
-¿Por qué dos?
-Porque tú querrás uno para ti solo. Los otros dos son para que Ren, Tom y yo intentemos mejorar el intervalo de pase.
-Vale, vale, lo que tú digas.
-Pues no te olvides como haces siempre. Serás muy buen jugador, pero de memoria te quedas bastante corto.
-Qué sí, qué sí...- dijo soltando un suspiro.
Después de eso, el timbre sonó y todos los alumnos que no se encontraban en sus lugares se dirigieron a ellos y se sentaron a esperar al profesor de turno.
La primera clase era un aburrimiento para la mayoría de los alumnos, pues se trataba de Historia. Todos los que se solían aburrir, que eran casi el 80% del alumnado, sacaban la libreta y se ponían a dibujar sobre sus hojas. El 20% restante, sin embargo, abrían el libro y seguían al dedillo, o casi, todo lo que el profesor les iba contando.
Michael se encontraba entre ese 80% y lo que solía hacer durante el gran discurso del señor Reisenberg era apuntar las tácticas que tenía pensadas para los partidos cercanos al día en el que se encontrasen pero, esta vez, lo que hizo fue bastante distinto a lo que solía hacer siempre.
Poco a poco, se fue virando y clavó su mirada en el largo y ondulado pelo negro de Jun, que seguía atenta a lo que el profesor comunicaba sobre la antigua Grecia clásica. Ella sí que se encontraba entre el 20% interesado en aquella asignatura y, como siempre hacía, apuntaba todas las fechas y datos importantes de aquello que el profesor decía. Michael empezó a preguntarse cómo hacer que ésta le hablase pero, sin embargo, no tenía ni idea de cómo responderse a eso.
Era cierto que Jun era bastante extraña pero, además de eso, siempre parecía esa alumna especial. Atenta en todas las clases y sin perderse ni un detalle del temario que los profesores tenían. Él, sin embargo, solo servía para el deporte. Su único diez era en educación física, el resto de asignaturas estaban de más. En todas sacaba cincos raspados y necesitaba de personas que le explicasen las cosas con detenimiento y, entonces, la idea floreció. ¿Y si le pedía a Jun, una de las alumnas más brillantes de la clase, que le ayudase con los deberes? Era arriesgado, pero no tenía otra opción, después de esa misma clase se lo preguntaría. Estaba totalmente seguro de que, en esas circunstancias, ella se atrevería a hablarle pero... ¿y si no lo hacía? De todas formas, no perdía nada.
Pasaron los minutos y el esperado timbre de cambio de clase sonó. A partir de ahí, disponía de diez minutos para preguntarle aquello a Jun, así que se levantó y se encaminó hacia la mesa de la chica.
Justo cuando éste iba a mediar palabra, tres chicas de su misma clase se pusieron en medio y le taparon la vista que tenía de Jun.
-Hola, Michael.
-Ah, hola Lissy- dijo intentando que no se notase su desgana.
-¿A dónde vas, eh?- dijo parpadeando algo rápido.
-Pues... tengo que hablar con una persona. Es importante, así que...
-Oh... ¿más importante que nosotras?
-Me temo que sí, Eva...- dijo desviando algo la mirada.
-Uh... pero teníamos ganas de hablar contigo- dijo con un tono acaramelado.
-Ya lo sé, Mery, pero... es importante, en serio.
-Bueno, bueno, pero después de Biología te acercas a mi mesa, que tengo algo que decirte.
-Vale, vale...- dijo, aliviado.
Entonces atravesó el muro de fans que le había rodeado momentos antes y se acercó hasta Jun, que estaba sacando el libro de anatomía humana que estaban dando en clase de Biología. Acto seguido, volvió a agarrar una silla cercana y la arrastró hasta ponerla al lado de la mesa de la chica, después se sentó en ella y se apoyó en la mesa.
-Oye, Jun... tengo algo que pedirte- dijo mirando la mesa.
Ésta, al parecer, ya se había acostumbrado a la pesadez de Michael, así que le miró un segundo para luego volver a la lectura pero, sin duda, con aquel gesto quería demostrarle que también le estaba escuchando.
-Verás... como sabrás, soy bastante bueno en la asignatura de Educación física pero... digamos que en el resto de asignaturas necesito bastante ayuda. Pues bien, he pensado que, como eres tan buena estudiante y eso, pues bueno, que me ayudases un poco con algunas asignaturas. Los exámenes están cerca y necesito mejorar en matemáticas y literatura... ¿podrías ayudarme?- dijo mirándola a los ojos, aunque ésta estuviese de perfil.
Jun se sorprendió bastante en su interior. ¿Qué hacía el chico más deportista, guapo y popular del instituto hablando con ella, la chica más oscura y tenebrosa de éste?
No pudo evitar reaccionar como siempre lo hacía y le ignoró, pero este seguía insistiendo. Tanto, que puso su mano derecha sobre la página por la que ella iba leyendo tan detenidamente e hizo que esta le mirase ahora a los ojos.
-Por favor, en serio que necesito tu ayuda.
La chica se había enfadado un poco, pero se aguantó su furia. Sin embargo, el hecho de que se estuviese conteniendo no hizo que aceptase lo que él le había propuesto, así que sacudió la cabeza de un lado a otro, haciendo así un gesto de negación.
-Pero... es que si no me ayudas, suspenderé...
Entonces Jun señaló con el dedo índice de su mano derecha a varios alumnos de la clase. Entre ese grupo de chicos y chicas se encontraban, entre otros, los tres compañeros de equipo de Michael y algunas de las chicas del club de fans de éste.
-¿Pretendes que se lo pida a ellos? Seguro que aceptarían, pero las chicas lo harían por el simple hecho de estar conmigo y los chicos lo harían con el simple propósito de acabar hablándome de tácticas de algún deporte. Lo mire por dónde lo mire, salgo perdiendo. No acabaría aprendiendo nada. Contigo, sin embargo... estoy seguro de que me acabaría enterando de algo. Por favor...
Entonces Jun cerró los ojos, acto seguido, señaló a la mesa del profesor.
-¿Un profesor particular dices? Me acabaría gastando demasiado dinero y no acabaría aprendiendo nada. ¿Qué te cuesta ayudarme tú?
Ésta cerró los ojos e inspiró hondo. ¿Qué podía hacer? Este no tenía pensado dejarse vencer tan fácilmente, pero... ¿cuál era el verdadero motivo de pedirle esto precisamente a ella? ¿acaso quería conseguir algo más que aprender cosas sobre números y literatura? Fuese como fuese, Jun tenía que averiguar qué era, si no, éste acabaría por salirse con la suya.
Finalmente, abrió los ojos y le miró pacíficamente. Después de un rato, hizo un gesto de afirmación y Michael se alegró bastante.
Acto seguido, éste se levantó, colocó la silla en su lugar y se fue, casi danzando, hasta su sitio. Cuando sus tres compañeros de equipo lo vieron, se acercaron rápidamente y se sentaron sobre la mesa, menos John, que se situó detrás suya y le puso las manos en los hombros, apoyándose así en él.
-¿De qué hablabais?
-De nada que te importe.
-Michael, últimamente estás muy raro. ¿Se puede saber qué te ha pasado para que estés así?- dijo Ren.
-No es nada, en serio. Es solo que debo ponerme las pilas si quiero aprobar y, si estudio con vosotros, sé que al final me acabaréis liando y terminaremos hablando de fútbol o algo por el estilo, y no me da la gana.
-Joder, macho. Mira que te pones pesado con los estudios ahora. Cuando seas un gran deportista a nadie le importará que hayas aprobado algún examen o no. Después de todo, tú lo tienes todo: Chicas, fama y buena forma física; ¿qué más quieres?- dijo Tom, algo mosqueado.
-Tal vez a mí sí que me importe aprobar- dijo antes de cerrar los ojos con fuerza y poner expresión seria.
Entonces, los tres chicos se rieron al unísono.
Michael, algo extrañado, abrió los ojos y los fue mirando uno a uno.
-No seas ridículo, Micky- dijo Ren.
-Todos sabemos que nunca has estado interesado en el resto de asignaturas. A ti te ha pasado algo y no nos lo quieres decir.
-Cierto, hace tan solo cuatro días solo te preocupabas por ser el máximo goleador del campeonato de fútbol del festival deportivo que se va a celebrar en una semana.
-Exacto, todo cambió desde que el balón llegó por error a los pies de esa chica misteriosa.
-No será que... ¿te ha hecho algo? ¿Te habrá hechizado o algo por el estilo?- dijo John, agachándose frente a Michael para mirarle a los ojos a ver si veía algo extraño.
-Qué borde que eres. Ella no ha hecho nada, es solo que me intereso por pasar de curso.
-Nunca te ha interesado tal cosa- le dijo Tom, algo extrañado ya.
-Pues ahora sí, y no quiero más discusión.
-Vale, vale, como tú digas. Luego hablamos.
-Adiós, pesados.
Después de eso, los tres se fueron a sus pupitres y se sentaron.
Al cabo de unos minutos, la profesora de Biología entró por la puerta y todos pasaron la siguiente hora escuchando cosas sobre el órgano llamado hígado. Pasaron la hora tranquila, sin discusiones, y también la siguiente, que se trataba de Literatura. Michael evitó tener que ir a la mesa de aquella chica, pero igualmente ésta se le acercó en un momento determinado para hablarle de algo que ni siquiera le importaba, por lo que no prestó nada de atención.
Cuando todos se relajaron, llegó la hora del descanso para comer, así que todos los alumnos y alumnas sacaron sus cajas del almuerzo y se trasladaron al lugar donde preferían comérselas.
Jun, como era costumbre, se quedó en su asiento y sacó los palillos, dispuesta a clavarlos en el arroz que su cajita contenía. Cuando ya se había comido una cantidad considerable, una sombra le tapó la visibilidad que tenía de su comida, así que fue elevando la cabeza poco a poco para ver de qué se trataba. Esta vez no se trataba de Michael que, al parecer, se había ido a comer con sus amigos al patio del instituto, sino de el trío de fans de éste.
-Hola, "Junecita". ¿Cómo te va?- dijo la aparente lider del trío.
Está la ignoró e intentó seguir comiendo.
-Parece que sigues como siempre. ¿Vas a seguir sin hablar?- le dijo una de ellas, que se había situado a su izquierda.
-Creo que será inútil lo que intentemos, chicas. ¿Por qué no vamos al grano?- dijo otra que se puso a su derecha.
-Lo veo lógico.
Al cabo de un rato, ésta última posó sus dos manos en la mesa, dando así un fuerte golpe en ésta.
Entonces se fue agachando poco a poco y colocó su cara frente a la de Jun, que seguía mirando al frente intentando ignorar aquel alboroto que, misteriosamente para ella, se había formado por sus alrededores.
-Como portavoz del club de fans de Michael, queremos que te alejes de él y que no vuelvas a estar cerca suyo.
-Es nuestro deber, como buenas fans que somos, el tener que evitarle los malos tragos, así que... no vuelvas a acercarte a él.
-No tenemos nada contra ti, pero es que nos estás tocando ya las narices. Además, ¿desde cuando te ha dado por tener amigos? Si mal no recuerdo, hace diez años una chica lo pasó muy mal por tu culpa.
-Ah, sí, tienes toda la razón, Eva, ¿por qué no se lo recuerdas?
-Sí, claro que lo haré. Veamos... ah, sí. Tú eras una chica normal y corriente, hablabas como todo el mundo e intentabas relacionarte con todo aquel que atraía tu atención. Un día, una alumna nueva llegó a la guardería y tú, como siempre habías hecho, intentaste hacerte su amiga acercándote a ella y dándole los caramelos que siempre traías. Tal como querías, ésta chica se hizo tu amiga y, desde ese momento, siempre ibais juntas. Al baño, al recreo, a la mesa de la profesora a pedir algo... siempre juntas. Pero un día, mientras pintabais unas hojas de colorear, ella cogió sin permiso tu color rojo y lo gastó entero. Tu enfado fue tal, que recogiste todos los colores, los guardaste y luego cogiste los dos dibujos y los rompiste por la mitad. Acto seguido te alejaste hasta otra mesa y la pobre chica se quedó allí, llorando desconsoladamente. Al día siguiente, la profesora comunicó que esa misma alumna no iba a poder acudir más a la guardería; al parecer, mientras ella y su Madre regresaban a casa, un autobus las atropeyó a ambas y murieron al instante. Al pasar eso, todos se fueron alejando de ti y dejaron de hablarte, incluso de mirarte. Aquella fue la última vez que se oyó tu voz. Y... supongo que no quieres que se repita, ¿no? Es por eso que, por tu bien y por el de nuestro adorado Michael, ¡deja de estar a su lado y aléjate cuanto antes!
-Eso, eso.
-Es todo lo que teníamos que decirte, que te aprobeche, ja,ja,ja- dijo mientras se alejaban y se perdían por la puerta.
Jun no podía creerse que le hubiesen recordado aquello. Aquella fue la última vez que recuerda que hubiese hablado y no era precisamente el mejor recuerdo que tenía de su voz. Entonces volvió a mirar su comida y siguió comiendo, no quería seguir pensando en aquello aunque... no quería que nada parecido a aquel accidente le pasase a más gente, así que, justo en ese momento, decidió negarse como fuese a la petición de Michael.
Mientras tanto, aquellas tres chicas se acercaron al cuarteto de futbolistas y se plantaron frente a ellos. Michael las miró algo extrañado, pues traían una rara sonrisa en sus rostros.
-Ya no tienes por qué preocuparte, querido Michael.
-Eh... ¿cómo?- dijo dejando los palillos sobre su cajita del almuerzo.
-¿De qué habláis vosotras? No nos interrumpáis mientras planeamos el próximo partido, anda...- les dijo Tom, algo molesto.
-Tú silencio, pelo fregona- dijo mientras le sacaba la lengua a modo de burla.
-¡¿Qué me has llamado, niña pija?!- dijo levantándose bruscamente.
-Lo que oyes, pelo fregona- dijo encarándole.
-Silencio los dos- dijo la lider del trío.
-Lo siento, Lissy.
-Bueno, como iba diciendo... ya no tienes que preocuparte más. Sabemos que esa estúpida chica te ha estado molestando y te había como "hechizado", pero ahora todo está bien. La hemos hecho entrar en razón y parece que ya no te molestará más. Deberías estarnos agradecido.
-¿Cómo?
-Ah, veo que habéis hecho algo bueno, para variar.
-Sí, sí. Nosotros también pensábamos que le tenía que haber hechizado o algo así- dijo John-. Menos mal que habéis ayudado, chicas; gracias.
-De nada, de nada. Es nuestro deber procurar que Michael siga en forma y se mentalise en los partidos.
Entonces, el aludido se levantó de golpe y dejó su almuerzo sin acabar en el muro donde había estado sentado momentos antes.
-¿Qué... qué haces, capitan?- le dijo Ren.
Pero este hizo caso omiso y se dirigió, a toda prisa, a las escaleras que conducían a las clases. Después de perderse tras las puertas de entrada, todos se quedaron bastante extrañados.
Pasaron los minutos y consiguió llegar a clase casi sin haberse cansado nada, a pesar de la velocidad con la que había subido todos aquellos escalones.
Acto seguido, se acercó hasta Jun, que había terminado de comer y estaba leyendo el famoso libro mandado por el profesor de Literatura.
-Oye, ¿qué te han dicho esas arpías?
Ésta levantó la cabeza poco a poco y le miró con su fría mirada de siempre. Desde que la conocía con más detenimiento, Michael había notado un pequeño cambio en su mirada, pero ahora, ésta volvía a ser igual que en el momento del balón. Así que, sin duda, algo había pasado.
-Por favor, no les hagas caso. Sea lo que sea que te hayan dicho... no tiene por qué cambiar nada...
Entonces Jun sacó un trozo de papel y escribió algo en él. Acto seguido, se lo pasó a Michael y volvió a la lectura del libro. Éste elevó la hoja y empezó a leer con detenimiento lo que ésta había escrito. "Olvida mi existencia, no vuelvas a acercarte a mí y, por supuesto, no pienso ayudarte con tus estudios. Que tengas suerte, hasta nunca"
Michael arrugó el papel, enfadado. ¿Qué le habían hecho esas chicas como para que volviese a cambiar tan de repente? ¿Y si la habían amenazado? no... eso no era propio de ellas, pero... entonces, ¿qué era? Seguidamente, posó sus manos en la mesa de un golpe y se inclinó hacía Jun, tapándole así la luz que ésta estaba usando para poder leer sin problemas. La chica le miró con esa gélida mirada de siempre.
-¡Dime qué te han dicho!- dijo, furioso.
Algunos alumnos que se encontraban cerca los miraron de repente, bastante extrañados. Pero Michael ni se preocupó por aclarar nada y siguió mirandola a los ojos fijamente.
-¡Si no me lo dices tú, entonces me lo dirán ellas!- dijo mientras se alejaba y atravesaba el marco de la puerta.
Éste bajó apresuradamente las escaleras y avanzó con paso ligero hasta donde todos se habían quedado esperándole. Las tres chicas, al verle, se alegraron bastante pero los chicos, por su lado, se asustaron al ver su expresión de pocos amigos.
-¿Ves, querido Michael? Ya no te molestará más- dijo cerrando los ojos pacíficamente.
Entonces éste la agarró por la parte delantera del cuello de la camisa con una sola mano y la levantó levemente. Ésta, al ver su repentino ataque de furia, le agarró la mano con sus dos delicadas manos e intentó zafarse de él.
-¿Qué... qué te pasa? Suéltame, por favor.
-¡Dime qué coño le habéis dicho!- gritó sin soltarla.
-No le hemos dicho nada, en serio- dijo una de la pandilla, acercándose medio atemorizada.
-¡Si no le hubieseis dicho nada, no habría cambiado tan repentinamente! ¡Qué ha sido! ¡Decídmelo o no respondo!
-En serio que no ha sido nada, suéltala...
-Me haces daño, por favor...- dijo soltando algunas lágrimas.
Acto seguido, esté la soltó bruscamente y ésta cayó al suelo. Sus dos amigas se agacharon rápidamente a ayudarla.
-Visto que no queréis decírmelo... tendré que tomar medidas drásticas. ¡Dejo el equipo de fútbol!
-¡¿Cómo?!- dijo John mientras se le acercaba corriendo.
-Capitán, no puedes hacer eso. Te necesitamos para ganar...- le dijo Ren acercándose también.
-Hasta que estas no me digan qué le han dicho, no pienso ir ni a los entrenamientos ni a los partidos. Adiós- dijo mientras desaparecía tras las puertas de nuevo.
-Maldita sea, ¿qué le habéis hecho a esa chica?
-Solo le recordamos algo que pasó hace diez años...
-¿El qué?
-Veréis...
Mientras, Michael subía las escaleras. Tenía que arreglar, como fuese, aquella situación.
¿Qué podía hacer para solucionarlo? No lo sabía, pero algo tenía que intentar...
No hay comentarios:
Publicar un comentario