Bienvenidos.

Bienvenidos a mi blog.
Espero que os lo paséis genial.
¿Preparados para un poco de lectura y de animación?
Pues esta es tu página.

viernes, 23 de julio de 2010

Corazón oscuro 43

Episodio 43º

Cuando llegaron a la calle, la mayor parte de la gente se había dispersado para dejar paso a los médicos.
Aunque no lo pareciese, Jun estaba viva, y eso era algo que no todos creían.
Michael, Lirin y Arisa se acercaron rápidamente y se quedaron a unos pasos de la herida.
-¿Cómo está?- le preguntó Lirin a un médico que pasaba por allí.
-No lo sabemos... si al menos supiéramos desde dónde ha caído...
-¿Cree que sobrevivirá?
-Lo más seguro es que sí. Aunque parezca increible, no tiene ningún hueso roto ni ninguna contusión. Estamos todos bastante alterados y sorprendidos a la vez.
-Comprendo... gracias.
-No hay de qué.
Seguidamente, los doctores la subieron a una camilla y la adentraron de nuevo en el hospital.
Las horas siguieron pasando y Jun continuaba inconsciente.
Lirin intentaba entrar en su cuarto para verla, pero todos le decían que en ese momento no era posible.
Michael, por su parte, estaba muy preocupado y no dejaba de dar vueltas de un lado para otro.
-Hijo, tranquilízate. Seguro que está bien.
-Ya lo sé, pero es que...
-Ya oíste al médico, no tiene ningún hueso roto. Lo más normal es que esté bien, ¿no?
-¿Crees que... que ya estará bien del todo?
-¿Te refieres a la energía de más que tenía? Seguro que sí.
-Espero que tengas razón...
-¡Ey!- gritó Lirin mientras se les acercaba-. Dicen que ya podemos entrar a verla.
-¿En serio? Pues vamos- dijo Michael, sobresaltado.
-Tranquilo, ve despacio. No sabemos cómo puede estar mentalmente. Esa energía era demasiada...
-Lo sé, lo sé.
Los tres avanzaron a través del pasillo hasta llegar a la puerta tras la que se encontraba Jun.
Mientras que una parte de ellos quería atravesarla, la otra le decía que no, que esperase a estar segura de que ella sería "normal"
Finalmente, Michael fue el primero en reaccionar y llevó su mano derecha directa al manillar de la puerta para abrirla.
Cuando lo hubo hecho, los tres entraron de golpe y se acercaron lenta y dudosamente hasta la camilla.
-¿Jun?- preguntó Lirin, algo preocupada.
Nadie contestó.
Aquello solo podía significar dos cosas; o bien estaba inconsciente aún o, por otro lado, seguía en aquel drástico estado.
Michael avanzó y se sentó en el bordillo de la camilla, contemplándole así el rostro a la chica.
-Jun...- dijo mientras le cogía de la mano.
Y entonces, justo cuando lo hizo, una especie de descarga eléctrica le sacudió de repente.
-¡Ay!- exclamó, dolorido.
-¿Qué pasa?- le preguntó su Madre, desconcertada.
-Me ha dado una pequeña descarga.
-Me parece que ya está preparada- dijo una voz desde la lejanía.
-¿Quién...?
-¿Princesa?- preguntó Lirin.
-Sí... soy yo- dijo y, acto seguido, apareció frente a ellos.
-¿Preparada? ¿Qué quieres decir?- preguntó Michael, confuso.
-Es el momento de partir. Tenemos que ir al mundo demoníaco a derrotar a Rye. Ha llegado la hora de hacerle pagar.
-¡¿Pero qué dices?! ¡¿No ves cómo está?! ¡Es imposible que vaya, ni siquiera está consciente!
-Da igual. La pequeña descarga que has notado indica que ya tiene la fuerza suficiente como para que ni siquiera ella pueda controlarla. Es una buena señal.
-¡No pienso permitir que la alejes de mí! ¡En este estado ni siquiera sé si volverá!
-Es un pequeño riesgo que debemos tener...
-¡Jamás te dejaré!- gritó mientras se levantaba para encararla, furioso.
-Detente, Michael- le dijo su Madre- la princesa tiene razón, no podemos perder más tiempo.
-Cuando más tardemos, más fuerte se hará su Padre. Y para entonces, no seremos capaces de hacer nada, ni aún haciéndonos más fueres si cabe.
-Pero...
-Yo la protegeré en todo lo que pueda, Michael, no te preocupes por eso.
-Lirin...
-Yo también iré. Hace mucho tiempo que no entro en acción, pero aún así quiero ayudar.
-Mamá, tú no puedes ir.
-Debo vengar la muerte del Padre de Lirin. Esto es algo que me incumbe a mí también.
-Entonces decidido, iremos las cuatro juntas.
-Di más bien las cinco- dijo una voz a sus espaldas.
Cuando todos miraron en la dirección de la que había venido la voz, pudieron ver a Saya entrando en la estancia.
-No pienso dejaros ir solas. Además, si surgiera algún problema, siempre os vendrá bien el tener un muñeco vital a mano que poder usar como cebo, ¿no?
-Saya... es demasiado peligroso. No tienes poder alguno con el que poder ayudar.
-Princesa... aún así, tengo que ir. Podría servir como escudo.
-Jamás podría usarte con tal fin.
-Sé que no, pero también sé que, llegado el momento, lo harías si fuese necesario para salvar a Jun. Después de todo, es tu hija, ¿no?
-Sí, pero... eso no quita que no sea capaz de hacerlo.
-Si llegase el momento, yo misma me metería en medio. Así que tranquila, yo respondo por mí misma.
-Bien... entonces... nos vamos.
-Pero...
-Michael, yo también cuidaré de Jun. Me encargaré de que regrese sana y salva. Puedes confiar en tu Madre.
-Mamá...
-En marcha, pues.
Después de decir aquellas palabras, la princesa abrió una puerta plateada, la cual fue atravesada por todas.
-Cuidaremos de Jun, tranquilo- le calmó Arisa mientras cogía a Jun en brazos.
-Sé que lo haréis, confío en vosotras. Tened mucha suerte.
-Gracias.
Acto seguido, desaparecieron.
El cambio de mundo fue rápido, pues a penas pasaron tres segundos hasta que las cinco llegaron al gran campo negro que rodeaba la ciudad oscura que podía verse en las cercanías.
-Vaya... así que así es cómo es esto...- comentó Saya, algo asustada.
-Sí... parece malvado y desolado, pero en realidad es un mundo como otro cualquiera. Puede resultar algo malévolo, pues la hierba es negra y el cielo rojo, pero aún así es bastante calmado.
-Hasta que Rye llegó, claro está.
-Bueno, Lirin, puede que sí, pero de todas formas, el poder de "los de arriba" se ha ido degradando poco a poco. Antes de que Rye subiese hasta su puesto, algunos superiores ya habían empezado guerras inútiles contra las ciudades cercanas, donde la hierba es plateada y el cielo blanco como el papel.
-Nunca entendí por qué debía enfrentarme a aquellos guerreros alados. No parecían feroces y su tierra siempre fue pacífica como la nuestra.
-Bueno... sí, pero precisamente por eso, "los de arriba" los veían como una amenaza. Para ellos, todo aquello que fuera diferente tenía que ser eliminado.
-Lo sé, pero...
-En todo caso, hasta donde mis recuerdos llegan...- continuó Arisa- creo recordar que ya había conflictos entre las ciudades de la oscuridad y las ciudades de la luz.
-Sí... pero nunca llegaron a consolidarse como guerras. Solo eran conflictos de orden. Mientras que para una sociedad, lo adecuado era regir las normas de una forma, para la otra lo era de una forma distinta.
-Sea como sea, seguro que todo ello se vio influenciado por Rye. Si acabamos con él, todo se solucionará.
-¿Pero quién nos confirma eso? ¿Estás completamente segura de que él es el único malo y de que no hay nadie moviendo los hilos desde atrás?
-De eso no puedo estar segura, pero... algo me dice que él es el responsable. Después de todo, siempre trabaja completamente solo.
-O eso es lo que quieren que pienses. No puedes estar segura de todo, princesa.
-Sí, pero...
-Como sea... tenemos que darnos prisa. Cuando más tiempo pasa, más fuerte se hace él.
-Tienes razón. Vayamos a la base que Greck me dejó preparada para este momento.
-Sí. Ahí podremos pensar en algún plan.
Una vez lo hubieron decidido, todas se pusieron en marcha rumbo a la base cercana a la puerta noreste de la ciudad principal.
Cuando llegaron, entraron una tras otra y cerraron la puerta una vez estuviesen todas dentro.
Arisa se acercó hasta las camas que allí estaban preparadas y colocó a Jun sobre una de ellas, para que descansase mejor.
-Bueno... ¿cuál es el plan?- se adelantó a preguntar Saya.
-No estoy segura. Según mis investigaciones, Rye no tiene ningún punto dévil.
-Entonces no será nada fácil.
-Me temo que no. Pero tampoco será muy complicado. Solo hay que saber ver la oportunidad.
-Lo primero será infiltrarse en la torre negra, donde se sitúan todos "los de arriba"
-Pero eso está custodiado por miles de guardias centellas, no podremos entrar sin ser vistas.
-Tal vez no haga falta el ir, tal vez solo tengamos que pillarlo fuera de allí.
-"Los de arriba" nunca salen de su fortaleza.
-Eso es imposible. Rye siempre iba de un lado para otro fuera de la torre, ¿no?
-Tienes razón , Arisa, pero eso no quita que solo fuera una misión. Ahora es muy probable que no salga de allí.
-Entonces la llevamos clara...
-Si pudiera infiltrarme...
-Lirin, eso es imposible. Eres una de las espectros más buscadas de toda la dimensión oscura. No pasarías desapercibida ni aunque te cambiases de cara.
-Ella no, pero... ¿y yo?
-Saya, por favor... se darían cuenta en seguida de que no eres ni humana ni espectro.
-Pero...
-Ja, ja, ja... míralas qué decididas están a entrar en el castillo negro y en la torre- dijo una voz desconocida.
-¿Quién anda ahí?
-Claro, claro... las hemos interrumpido... lo mejor será presentarse, ¿no crees?- dijo otra voz también desconocida.
De repente, dos hombres extraños aparecieron frente a ellas.
Uno de ellos era gordo y bajito, mientras que el otro era alto y desgarbado. Ambos llevaban en sus manos una especie de cuaderno azul marino con bastantes hojas y un bolígrafo de pluma.
-¿Quienes sois?
-Somos los ayudantes de Rye. ¿Os pensabais que íbamos a dejar las posibles entradas sin vigilancia? Soñáis.
-¡Quiero nombres! Así sabré a quién juzgar cuando llegue el momento- sentenció la princesa.
-Yo me llamo Hein.
-Y yo Mainer.
-No pasaréis de aquí.
-Bueno... sería más exacto decir que solo pasarán dos. Las demás moriréis aquí.
-¿Pretendéis llevaros a Jun y a la princesa, verdad?
-Cómo se nota que eras la capitana del escuadrón más fuerte. Lástima que te retirases.
-Basta de tonterías, no permitiremos que os llevéis a nadie. Es más, moriréis aquí los dos para que vuestras almas puedan ser juzgadas después.
-Yo no lo veo tan claro.
-Cierto... antes debéis enfrentaros a nosotros.
-Claro... ¿qué tal si usamos "eso", Hein?
-Sí... es una buena idea. Usémoslo.
-¿Qué?
Y entonces, una nube oscura cubrió la sala por completo.
-Puaj, no veo nada con esta niebla negra- dijo Saya, por un lado.
-¿Dónde estáis, chicas?
-No os separéis, es peligroso.
-Fíjate, Hein, están dudando- dijo Mainer desde un lugar lejano.
-Sí... ya lo veo, ¿empezamos?
-Claro, no veo por qué no.
-Ju, ju, ju...
-¡Ay!- gritó Saya, desde donde estaba.
-¡¿Qué pasa?!
-¡Ah!- gritó Arisa ahora.
-¡Arisa!
-¡Estad atentas, nos atacan desde la oscuridad!
-¡Princesa, póngase a salvo!
-¡No puedo estar al margen! Es hora de que yo misma haga algo. No puedo permitir que sea mi hija la única que se enfrente a este tipo de situaciones. ¡Tiraos todas al suelo!
-¡Pero princesa!
-¡Haced lo que os digo, deprisa!
-Ja, ja, ja... se creen que podrán hacer algo.
-Están muy equivocadas, ¿verdad, Hein?
-Claro, Mainer, seguro.
-No lo tengáis tan claro- pronunció la princesa-. ¡Sello negro!- gritó mientras juntaba sus manos.
A continuación, todo el suelo tembló.
Pasaron los segundos y, de repente, el suelo se abrió.
De las grietas salieron unas cadenas bastante gruesas y se dispersaron rápidamente en todas direcciones.
El tiempo pasó, y entonces la niebla se esfumó.
Cuando todas se dieron cuenta, los dos hombres estaban ahora atados de pies y manos por causa de las cadenas y no podían moverse en absoluto.
-¿Y ahora qué, eh?
-Bah, ni siquiera te acercas a derrotarnos.
-Puede que estemos inmóviles, pero eso no quiere decir que nos hayas vencido.
-¿Pero qué decís? Ella os ha inmovilizado.
-Bueno... eso es lo que parece, ¿verdad?
-¿Sí, verdad?
-Je, je, je...
-Ja, ja, ja...
Seguidamente, sus cuerpos se convirtieron en líquido y pasaron de las cadenas al suelo, liberándose de este modo de su detención.
-Imposible...
-No puede ser...
-Me temo que así es...- dijo uno de ellos mientras tomaban forma humana de nuevo.
-Y eso no es todo, mirad a vuestros pies.
Cuando todas miraron, pudieron ver unos pequeños charcos de agua que se habían formado de repente.
-Preparaos para la... ¡jaula de agua!
Y entonces, sin previo aviso, el agua tomó forma alrededor de todas ellas, impidiendo así que pudiesen moverse.
-¡¿Pero qué...?!
-¡Dejadnos!
-Ju, ju, ju...
-Je, je, je...
-Estáis acabadas...
-Perdidas...
-Inútiles...
-Idiotas...
-¿Os estáis olvidando de mí, verdad?- dijo Saya desde otro lado de la estancia.
-Imposible...
-¿Por qué no estás dentro?
-Ah... no me digas que...
-Exacto, yo no tengo magia alguna en mi interior, por lo que no habéis podido detectarme con vuestra agua mágica y, por lo tanto, no he caído presa.
-Bueno...
-Sea como sea...
-Estás acabada.
-No puedes hacer nada...
-Por ti misma...
-Eres una inútil...
-Un estorbo...
-Una carga...
-Puede- les interrumpió-. Pero al menos sé lo que tengo que hacer para dejar de serlo- dijo mientras señalaba hacia las camas.
Cuando los dos miraron en aquella dirección, pudieron ver que Jun, la hija de su jefe Rye, estaba en pie mirándolos fijamente.
-Puede que no haya sido lo más adecuado, pero es lo único que se me ocurre. Adelante, Jun.
-Encantada de hacerlo- respondió ésta.
Acto seguido, una raíz negra salió de su espalda.
Dicha raíz bailoteó un poco en el aire hasta que, cinco segundos después, impactó rápidamente contra la pared que se hallaba detrás de las jaulas de agua.
-Ja, ja, ja... has fallado. Qué torpe.
-¿Tú crees? Deberías echarle un vistazo a tu querido líquido.
Y entonces, se dieron cuenta.
Como el agua encantada seguía todo aquello que poseía poder mágico, ésta se veía ahora atraída por la fuerte energía que aquella raíz desprendía.
-Imposible...
-No puede ser...
-¡Ahora, Mamá!- gritó Jun.
Seguidamente, una fuerte bola de energía azul cielo salió de las manos de la princesa e impactó de lleno en el estómago de Hein, llevándoselo así por delante.
Tres segundos después, una segunda bola impactó contra el pecho de Mainer, haciéndolo así caer hacia atrás.
-Puede que nos hayáis vencido...
-Pero Rye es mucho más poderoso...
-Acabaréis en un foso...
-Sin salida y sin salvación...
-Ja, ja, ja...
-Je, je, je...
Sus risas se fueron perdiendo mientras desaparecían, transformándose así en polvo rojo.
Aquello era solo el comienzo de una gran batalla.
¿Serían capaces de soportarlo? ¿O, por el contrario, acabarían como aquellos dos malévolos hombres habían dicho?
Todo estaba ahora en manos de aquello a lo que todos llamaban... destino... o suerte, según cómo lo viese... cada uno.

No hay comentarios:

Publicar un comentario