Bienvenidos.

Bienvenidos a mi blog.
Espero que os lo paséis genial.
¿Preparados para un poco de lectura y de animación?
Pues esta es tu página.

sábado, 17 de julio de 2010

Corazón oscuro 34

Episodio 34º

El tiempo transcurrió rápido y pronto llegó la hora del almuerzo.
Todos hicieron las cartas a un lado y sacaron de sus mochilas sus cajitas del almuerzo correspondientes.
Jun, al ver que las de los chicos eran bastante pequeñas, se quedó bastante sorprendida. La tarde anterior había previsto que no debía llevar mucha comida, pero ese pensamiento se contrarrestaba con el de que iban a estar cansados de tanto ajetreo y necesitarían recobrar fuerzas, es por eso que ella se había preparado una cantidad... considerable.
Por consiguiente, cuando ésta sacó la suya, todos tuvieron con ella la misma sensación que la chica al ver las suyas.
-Jun... ¿qué haces con esa caja del almuerzo tan grande?- preguntó Ren, algo extrañado.
-Es que... pensé que el cansancio me daría apetito, así que preparé todo esto...- dijo destapando el objeto.
Al abrirlo, todos los presentes se quedaron mucho más sorprendidos todavía.
Allí dentro podía haber comida para, por lo menos, cuatro personas. Y no para cuatro personas cualquiera, sino para cuatro personas con bastante apetito.
-Creo que te va a sobrar bastante...- dijo John mientras observaba su delgado cuerpo.
-Sí... tal vez tengáis razón...- dijo mientras cogía sus palillos-. Bueno, el resto me lo comeré para la cena... Ah, pero... si queréis, podéis coger.
-¿En serio?- se apresuró Ren sin darle tiempo siquiera a terminar la frase.
-Cla... claro.
-Pues vale, gracias, Jun- dijo mientras corría a introducir sus palillos en aquella comida.
El chico, al probarlo, se quedó paralizado.
-¿Qué... qué pasa?- le preguntó, extrañada.
-Está... ¡Está buenísimo!- dijo mientras continuaba.
-Oh... ¿en serio?
-¡Claro! ¡Eres muy buena cocinera, Jun!
-Je, je, je, muchas gracias, Ren.
-Jun, será mejor que comas algo o este se lo va a acabar comiendo todo...- la advirtió John.
-Sí, claro... Coged también los demás si queréis. Después de todo, debajo de esto que veis hay más todavía.
-¿Más?
-Ya os dije que me pasé un poco...
-Ya lo vemos, ya...
-Bueno, como sea... gracias por invitarnos, Jun- le agradeció Tom.
-De nada.
Después de eso, cada uno se tomó su tiempo para comer.
Todos habían probado la comida que Jun había llevado y estaban completamente de acuerdo con Ren: aquella comida era digna de un banquete para dioses.
La manera con la que el dulce se combinaba con el salado y viceversa era increíble. La verdad es que no recordaban haber probado algo así en su vida.
Al cabo de un tiempo, todos terminaron y guardaron sus cosas dentro de sus mochilas.
Inesperadamente, a Jun no le había sobrado nada de lo que había llevado, y eso era una prueba más de que valía su peso en oro como cocinera.
-Bueno... creo que me iré a dar un paseo para bajar la comida- dijo John mientras se levantaba.
-Voy contigo- le dijo Ren-. ¿Vosotros qué haréis?
-Yo no tengo muchas ganas de caminar ahora...- dijo Tom, algo perezoso.
-Yo creo que descansaré también- dijo Michael.
-Um... estoy algo cansada de la caminata de antes, mejor me quedo también.
-Vale, pues nos vemos después.
-Adiós, chicos- se despidió John.
-Adiós- se despidieron los demás.
En unos instantes, lo dos se perdieron en el horizonte y allí quedaron los tres, mirándose los unos a los otros.
-Bueno... ¿alguna idea de qué hacer?- preguntó Tom, algo inquieto.
-Yo tengo algo de sueño- dijo Jun.
-Sí, yo también...- la acompañó Michael.
-Durmamos, pues.
Instantes después, Jun y Michael se acurrucaron en la toalla del chico y se quedaron dormidos al instante, abrazándose dulcemente.
Desde una distancia remotamente corta, los observaba Tom.
La verdad es que le alegraba que los dos fueran felices, pero tampoco tenían que estar tan apegados el uno al otro tanto tiempo, pues ya le estaba empezando a resultar molesto.
-Veo que te inquieta...- le dijo una voz a su espalda.
-¿Eh?- preguntó a la vez que se viraba-. Ah, eres tú...- dijo al comprobar de quién se trataba.
-Te gusta Jun, ¿cierto?- le dijo, en tono burlón.
-¿Y qué con eso?
-¿No deberías "luchar" por ella?
-Ella es la novia de mi mejor amigo, jamás podría hacerle eso a mi Capitán.
-Pues te advierto una cosa. Si para hacer que Michael se interese en mí tengo que pisotearla a ella, no dudaré en hacerlo.
-Entonces yo estaré ahí para protegerlos a los dos.
-Qué servicial... Ja, ja, ja, ¡vamos! ¡Eso no te lo crees ni tú! En el fondo de tu corazón deseas que rompan, lo que pasa es que no quieres admitir que eres una mala persona.
-Mira quién fue a hablar... la más retorcida de todas las pijas del universo. Lissy, no eres la más indicada para decir eso, aunque... tú ni siquiera intentas esconder tus locuras.
-Bueno... así me va.
-Ya, ya... eso lo sabemos todos después del numerito del otro día...
-No fue culpa mía...
-Sí, sí, lo que tú digas.
-El caso es que me atacó él, yo no tuve nada que ver.
-Tonterías. Si no lo molestases tanto, para empezar, no se habría puesto así.
-Ya, ya... si siempre tengo la culpa yo, qué casualidad...
-Por cierto, hablando de culpas... ¿dónde están tus dos testarudas compañeras? No me digas que se han dado cuenta de tu arrogancia y se han largado con viento fresco.
-Pero qué grosero que puedes llegar a ser. Para tu información, ellas se han quedado en casa.
-¿Y esa novedad?
-No les apetecía venir a ver a esos dos estar con mimitos todo el santo día.
-Entonces... ¿por qué has venido tú, si puede saberse?- dijo mientras se viraba para poder volver a mirarla.
-Yo soy mucho más fuerte moralmente que esas dos tontas. Puedo aguantar viéndolos así el tiempo que quiera. Después de todo... el que ríe el último, ríe mejor, ¿no?
-Qué tontería más grande.
-Más grande es la tontería que tú estás haciendo. Mira que quedarte mirando como si fueses un simple espectador... qué penoso.
-Ya, ya... tú tampoco haces gran cosa para que Michael se interese en ti.
-Es porque esa maldita Jun no me deja ni acercarme. Seguro que le ha contado muchas cosas malas sobre mí.
-Bah, esa reputación te la has buscado tú solita.
-Lo que tú digas... De todas formas no sé qué hago yo aquí hablando contigo, para empezar. Solo quería ver cuán triste estabas, pero ahora que ya lo sé, no me retiene nada más aquí. Me vuelvo con las otras chicas, adiós.
-Sí, sí, corre a esconderte. ¿No decías que podías estar el tiempo que quisieses mirándolos juntos?
-Yo no huyo, solo me doy la vuelta y sigo mi camino. Es diferente.
-¿Tu camino? Vaya... qué camino más cobarde, ¿no?
-Tú a callar. No necesito consejos de alguien que ni siquiera es capaz de luchar por la chica que le gusta solo porque está con su mejor amigo.
-La amistad es para siempre, el amor se puede acabar en dos días.
-Bueno, pues ya me dirás qué tal te va en dos días- dijo mientras se alejaba.
-En el fondo... los dos estamos igual- dijo casi en un suspiro.
-Entonces... no nos rindamos ninguno- dijo mientras desaparecía tras la brillante arena.
El tiempo pasó y Tom no hacía más que pensar en Jun.
Ahora que se fijaba bien, Michael y ella estaban bastante unidos pero... ¿qué pasaría si él llegaba a interponerse en su relación?
Si aquella fuese normal, tal vez las consecuencias no fuesen de gran gravedad, pero Jun no era una chica normal y corriente, por lo que no podía descartar ninguna posibilidad.
Después de pensarlo un tiempo, llegó a la conclusión de que era mejor no meterse y seguir observándolos en la distancia en la que lo hace un amigo, al menos por el momento. Si en alguna ocasión, su Capitan la hería sentimentalmente, allí estaría él para apoyarla, por muy rastrero que sonase, pero... ¿podría aguantar tanto tiempo?
En unos momentos, la chica se despertó lentamente.
Ésta, al ver que su novio aún dormía, se separó lenta y cuidadosamente para poder sentarse sobre su propia toalla.
-Vaya, hola, Jun- la saludó Tom.
-Hola...- dijo en un bostezo.
-¿Qué tal has dormido?
-Bastante bien... ¿qué hora es?
-Las... cuatro de la tarde. Ya solo quedan tres horas para que nos vayamos.
-Sí... ¿no han regresado ni John ni Ren?
-No... la verdad es que no sé dónde pueden estar...
-Bueno, ya regresarán. Después de todo, sus cosas están aquí.
-Sí, cierto.
-A ver si este dormilón se despierta, je, je, je...
-Sí... Oye, Jun...
-Sí, dime.
-Verás, yo...- dijo bajando la cabeza.
-¿Te ocurre algo?
-Es que... no estoy seguro de poder seguir con esto...
-¿Con qué? ¿de qué hablas? ¿Tienes algún problema? Si es así, si puedo ayudarte en algo...
-Jun, ya te lo dije el otro día, pero aún así... no puedo soportar el veros así más tiempo. Yo te amo, y el verte con mi Capitán... se me hace casi insoportable.
-Tom... ya hablamos de esto. Yo quiero a Michael.
-¿No podrías pensarlo un poco más? Al menos dame alguna esperanza...
-No puedo hacerlo. Desde el principio te dejé bien claro que yo no puedo amar a otro hombre que no sea él. Es por eso que no hay esperanzas... ni para ti, ni para nadie. Lo siento mucho, de verdad...
-¡No me basta con un "lo siento"! Cada vez que os veo juntos... siento como si mi corazón se rompiese cada vez más. Esto es una agonía casi insoportable y no puedo soportalo más.
-Pronto dejarás de vernos juntos en un tiempo...
-¿Eh? ¿Por qué?
-He de emprender un viaje y puede que jamás regrese pero, en caso de volver, ten por seguro que yo seguiré amando a Michael. No tengo ojos para nadie más que no sea él...
-¡Por favor, Jun, no me hagas esto!- dijo mientras la acorralaba contra la palmera cercana a ellos.
Seguidamente, Tom la miró a los ojos.
La distancia que los separaba se iba acortando cada vez más puesto que él no cesaba su avance hacia ella.
Su propósito era besarla al menos una vez, pues así se quedaría mínimamente satisfecho.
-Tom, por favor... déjalo ya...
-No puedo hacerlo. Necesito tocarte, abrazarte, besarte... necesito tenerte...- dijo mientras acortaba aún más las distancias.
Pronto, sus rostros se acercaron cada vez más.
Jun, al ver sus propósitos, intentó detenerlo, pero este la agarró las manos con las suyas y la inmovilizó.
Ella podría haberse librado de él fácilmente, pero no quería utilizar sus poderes con un humano de aquella forma; después de todo, no sabía qué podía ocasionar con dicha reacción.
Al cabo de unos instantes, los labios de Tom se acercaron cada vez más a los de Jun.
-Por favor, Tom, no lo hagas. Déjame, por favor...- dijo mientras forcejeaba para intentar liberarse.
Todo aquello resultó inútil, pues este no dejaba de acercase.
Y, después de todo aquello, los labios del chico rozaron los de ella.
Repentinamente, alguien le propinó un fuerte puñetazo en su mejilla izquierda, haciendo así que callese al suelo.
-¡¿Qué te crees que estás haciendo?!
-Ugh...- dijo mientras se llevaba una mano a la zona afectada por el golpe.
-¡Michael!- dijo Jun mientras se levantaba y corría hasta él.
-¿Estás bien?- le preguntó mientras la abrazaba.
-Sí... estoy bien...- dijo mientras se acurrucaba a él, cerrando así los ojos.
-¡Tú! ¡¿Cómo te atreves a hacerle eso a mi novia?! ¡¿Estás mal de la cabeza o qué coño te pasa?!
-No puedo evitarlo... ¡no soporto veros juntos! ¡Ella tiene que ser mía! ¡¿Por qué siempre tienes que llevarte a todas las chicas?! ¡Para una vez que alguien me gusta, tienes que aparecer tú y robármela!
-¡Para empezar, ella estaba conmigo desde el principio! ¡Es más, tú ni siquiera la aguantabas, ¿no es así?! ¡No me vengas ahora con esas mierdas!
-¡Todo tiene que ser para ti, ¿no?! ¡Pues ya estoy harto!
-¡Más harto me tienes tú! ¡No quiero que te vuelvas a acercar a ella!
-¡Tú no puedes decirme lo que puedo o no hacer!
-¡Si se trata de ella, entonces sí puedo! ¡Cómo vuelva a verte cerca de ella, te rebiento, gilipollas!
-¡¿Tú y cuántos más?!
-¡Yo sólo me basto y me sobro! Vámonos, Jun- dijo mientras se giraba y comenzaba a alejarse junto a ella.
-¡En cuanto te despistes, ella será mía!
Aquello le había tocado demasiado la moral, así que no pudo evitar lo que pasaría a continuación.
Michael, al oir lo que Tom le había dicho, apartó dulcemente a Jun hacia un lado y corrió en dirección a su "amigo". Seguidamente, lo tiró al suelo y se colocó sobre él para, acto seguido, comenzar a darle golpes en su rostro con los dos puños cerrados.
-¡No te atrevas a repetirlo!- dijo entre golpe y golpe, bastante furioso.
-Michael, por favor...- dijo Jun mientras se acercaba corriendo al ver que Tom comenzaba ya a sangrar por la nariz.
-¡Cómo te vuelva a ver no pararé hasta matarte, ¿me oyes?!- dijo, sin cesar su ataque.
-¡Michael, por favor, déjalo ya!- gritó Jun mientras comenzaba a soltar unas pequeñas lágrimas por sus ojos y se llevaba las dos manos a la cara para tapar dicho acto.
Al escuchar sus súplicas, Michael se detuvo.
Después de jadear un poco, pudo ver que el rostro de Tom estaba totalmente herido. Tenía las dos mejillas hinchadas, un ojo morado y la nariz le sangraba a más no poder. Además de eso, se podía ver que tenía un corte en la ceja derecha y otro en la comisura de los labios.
Seguidamente, el chico se levantó poco a poco y lo miró desde arriba.
Al cabo de mirarlo unos segundos, se alejó de él y se acercó hasta donde estaba Jun para abrazarla nuevamente.
-Lo siento... he sido demasiado brusco...
-Por favor, Michael... no vuelvas a ponerte así... no me gusta que os peleeis...- dijo entre llanto y llanto.
-Perdóname...
En unos instantes, Ren y John se acercaron rápidamente.
Al ver a Tom en el suelo y sangrando, ambos se preocuparon bastante.
-¿Qué ha pasado aquí? ¿Os ha atacado alguien?- preguntó Ren, bastante sobresaltado.
-No... he sido yo...- confesó Michael.
-¡Pero capitán!- se extrañó John.
-Lo siento... necesito estar solo...- dijo antes de darle un beso a Jun en la frente y alejarse lentamente.
-Michael...- se le quedó mirando Jun.
La verdad es que aquel ataque de rabia era nuevo en él.
La última vez que lo había visto de esa forma, no había sido ni la mitad de intensa que esa.
Jun estaba empezando a preocuparse. ¿Era culpa suya que Michael reaccionase así? ¿Debía, por tanto, alejarse lo más posible de él para que no pudiese volver a enfadarse así por su culpa?
Fuese como fuese, debía hablar con él cuanto antes.
Si no, quién sabe lo que podría llegar a... suceder...

No hay comentarios:

Publicar un comentario