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viernes, 23 de julio de 2010

Corazón oscuro 38

Episodio 38º

Cuando el grupo entró en el edificio, Saya se paró en seco y Jun la imitó al verla.
-¿Qué pasa?- le preguntó, extrañada.
-Tengo...
-¿Si?
-Tengo que ir al baño un momento...- dijo, con una cara algo extraña.
-¿Te pasa algo?
-No... no lo sé...
Seguidamente, la chica se echó a correr.
-¡Eh, espera!- gritó Jun mientras la seguía.
-¡Pero chicas, que queda poco para que empiece la primera clase!
-Tranquilos, ya iremos más tarde- dijo mientras desaparecía tras una esquina.
-Qué extraño...- dijo Ren.
-Debe de sentirse mal. A lo mejor es el cambio de tiempo. ¿De dónde decíis que vino?
-Ni idea...- dijo mientras seguían adentrándose en el edificio y subían las escaleras rumbo al aula.
Mientras tanto, Jun perseguía a Saya rápidamente.
-¡Para, Saya! ¡Dime qué te pasa!
-¡Te digo que no lo sé!-gritó, sin dejar de correr.
Al cabo de un rato, la chica llegó a la puerta del baño y entró dentro.
Jun, al llegar después, hizo lo mismo y se la pudo encontrar dentro, mirándose al espejo.
-Saya... ¿estás bien?- dijo mientras se acercaba lentamente y le ponía una de sus manos sobre su hombro izquierdo.
-No... no lo sé...
-¿No sabes qué te pasa?
-De repente... de repente me ha asustado algo y no he podido evitar salir corriendo...
-¿Pero qué ha sido? Allí no había nada.
-Lo sé, pero... ha sido como una sensación que he tenido. No puedo explicarlo...
-¿Una... sensación? No estarás queriendo hacer algo malo, ¿verdad?
-No es eso... He... he sentido como si alguien hubiese despertado... alguien malvado y terrible... Mucho peor que yo...
-¿Pero de qué estás hablando? ¿Quieres decir que has sentido como si alguien que estaba durmiendo se hubiese despertado de repente?
-Sí... eso es...
-Yo sé qué ha podido causar ese escalofrío que ha sentido Saya- dijo una voz a sus espaldas.
-¡Lirin!- gritó Jun al verla.
-Lo más probable es que haya sentido como tu Padre... bueno, vuestro Padre... se ha despertado.
-¿Mi Padre? ¿Por qué iba Saya a sentirlo y yo no?
-Porque ella es tu parte malvada, Jun.
-¿Solo por eso?
-Sí. Al ser ella tu parte malvada, está en contacto con la parte malvada de vuestro Padre. Y como él ahora es todo mal, pues ha sentido cómo se ha despertado de su letargo.
-¿Quieres decir que él ha estado durmiendo todo este tiempo?
-Sí... Lo más seguro es que estuviese recuperando fuerzas. Recuerda que quiere hacerse con el poder para controlar todo el mundo. Este y el nuestro.
-Ya...
-Pero no te preocupes, Saya. Él está muy lejos de aquí, es por eso que no podrá hacerte nada.
-¿Por qué iba él a querer hacerle algo a ella? Solo es mi parte malvada en un muñeco vital.
-Me temo que tu Padre cree que, para lograr su objetivo, tiene que hacerse antes más malvado aún. Y piensa que la manera de hacerlo es absorviendo a Saya.
-¿Cómo sabes tú eso?
-Es lo que tu Madre cree. Ha convivido algunos años con él y sabe cómo piensa. Puede que se enamorase de él, pero aún así le vigilaba de cerca.
-Ya veo...
-Aún así, volved a clase. Yo estoy cerca, así que nadie con esencia mágica podrá acercarse aquí sin que yo lo note.
-Vale... Saya, volvamos.
-Sí...
Después de eso, Lirin desapareció y Jun acompañó a Saya hasta la clase.
Todos, al verlas, se quedaron bastante sorprendidos.
-Como os decía, os presento a vuestra nueva compañera- prosiguió el profesor después de que ambas irrumpiesen en la sala-. Ella se llama Saya Fujineko y, como podéis comprobar, es la hermana gemela de Jun. Te damos la bienvenida a nuestro instituto. Espero que te sientas a gusto aquí. Si tienes alguna duda, puedes preguntarme a mí, a tu hermana o al delegado.
-¡Sí!- dijo el delegado levantándose rápidamente para que conociese su identidad.
-Bien... gracias.
-Puedes sentarte justo detrás de Jun. Que ella te indique dónde es.
Seguidamente, Jun avanzó hasta su asiento, colocó su cartera en la perchita y se sentó.
Saya, al verla, hizo lo mismo pero en el asiento de detrás del de la chica.
-Bueno. Hoy proseguiremos con las preguntas del cuestionario de literatura. Espero que os hayáis leido el libro y que las hayáis respondido todas. Saya, como tú eres nueva, solo hace falta que atiendas y las vayas respondiendo sobre esta hoja, toma- dijo mientras le tendía la hoja con las preguntas.
-Ah... claro.
Las horas pasaron y las clases se hacían cada vez más pesadas.
Lo único que había de gratificante en ellas era que, como había una alumna nueva, pues todos los profesores perdían algo del tiempo inicial de la clase para darle la bienvenida y comunicarle cómo hacían las cosas en aquella asignatura.
Por supuesto, todos los alumnos estaban encantados con aquello, así que aprobechaban el tiempo para hablar entre ellos.
Al llegar el tiempo del recreo, bastantes alumnos y alumnas se acercaron hasta Saya para preguntarle cosas sobre su vida. La chica, por su parte, no estaba muy encantada con aquello. Odiaba que la agobiasen de esa manera.
-¿Y de dónde has venido?
-Eso, eso. ¿Dónde era el intercambio?
-¿Desde cuándo has estado allí?
-¿Por qué has regresado ahora? ¿se acabó el tiempo estipulado?
-No te habrán echado de allí por cometer algún acto bandálico, ¿no?
Las preguntas iban y venían, pero ninguna de ellas obtenía respuesta.
Aparentemente, Saya estaba haciendo un gran esfuerzo por no descontrolarse y acabar hiriendo a alguien, tal como había acordado.
-Parece que tu hermana está en apuros. ¿No vas a entrar en el bucle que se ha formado a ayudarla?
-No... quiero ver si es capaz de aguantar todo eso- le respondió a Ren.
Los cinco observaban todo lo que se había formado alrededor de la mesa de Saya desde la mesa de Michael, el cual estaba sentado sobre su silla con Jun sentada sobre sus piernas, pasándole él así uno de sus brazos por la cintura y esta, a su vez, uno de los suyos por sus hombros.
-Qué mala eres, Jun...- le dijo Ren, sentado sobre la mesa del chico.
-Bueno... es que quiero que lo solucione por sí misma. Si yo la ayudase, no le haría demasiado bien, ¿no crees?
-Sí, pero... un poco de ayuda nunca viene mal.
-De todas formas, estoy probando una cosa.
-¿El qué?
-Es un pequeño proyecto personal, nada importante.
-Vaya... ¿no nos lo vas a contar?- le preguntó John.
-No, lo siento. Son cosas mías.
-Como quieras.
-Bueno... ¿qué hacemos?- preguntó Michael.
-No sé...- respondió Ren-. La verdad es que me gustaría preguntarle también algunas cosas a tu hermana, Jun. Pero veo que no le hace demasiada gracia.
-Ya... creo que no tolera demasiado que la molesten así.
-Pues si yo fuera ella, ya habría hecho rato que habría saltado.
-Sí... eso es lo que intento ver.
-Así que pruebas la resistencia de tu hermana... No retiro lo de que eres mala, eh.
-Bueno... si tú lo crees así.
-¡Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh, parad de una maldita vez!- gritó Saya mientras se levantaba bruscamente.
-Vaya, saltó.
-Ni que fuera un resorte.
-Ya, ya...
-¡¿Queréis dejar de preguntarme cosas?! ¡No os pienso responder, a ver si os enteráis de una vez!
-Qué arisca- dijo uno.
-¿Arisca?- preguntó mientras le enfocaba y se le iluminaban los ojos con un brillo tenebroso.
-Eh... sí...- dijo al verla, asustado.
-Si yo soy arisca...- dijo con una sonrisa malvada mientras se le acercaba-. ¡Tú eres un maldito mocoso pesado!- le gritó justo en frente de su cara, a apenas unos centímetros de distancia.
El chico cerró los ojos del miedo y salió corriendo acto seguido.
-Bah, qué miedica. ¿Alguno más?- dijo mientras se viraba hacia el resto de la gente.
-¡No!- gritaron todos al unísono mientras se iban rápidamente en direcciones diferentes.
-Je... perfecto. Así mejor- dijo mientras regresaba a su asiento y se sentaba.
-Hasta mucho has durado- le dijo Jun, que estaba de pie frente a su mesa.
-Bah, tú tampoco lo habrías soportado.
-He aguantado cosas peores. Al menos a ti no te marginan.
-No, yo diría que ahora me temen. Estos humanos y sus temores.
-Te recuerdo que tú ahora mismo eres algo menos que un humano. Eres un muñeco, ¿recuerdas?
-No me lo recuerdes. Odio que me hayan metido en esta cosa. En tu cuerpo podía hacer lo que quería...
-Sí, claro... Así hasta yo...
-¿Y por qué no?
-¿Qué?
-Quiero decir... ¿por qué no te vengas de todos aquellos que se burlaron de ti? Con tus poderes, los machacarías hasta dejarlos secos.
-Yo no soy así. A mí no me gusta vengarme de la gente.
-Sí, claro... Me olvidaba de que eres la niña buena de Mamá que intenta por todos los medios hacer lo que ella le ordena muy obedientemente. ¡¿Por qué no te liberas de toda esa carga y les dices que no?! ¡Si yo fuera tú, ahora mismo estaría lejos de donde pudiesen encontrarme haciendo lo que me da la gana tan tranquila! ¡Si no quieres luchar por esa causa porque te asusta, ¿por qué coño no huyes y te das la vida de lujo como podrías perfectamente hacerlo?!- le gritó mientras se levantaba para encararla.
-¡Porque yo no pienso dejar atrás a toda la gente que me importa solo porque tengo miedo!- le respondió, con lágrimas en los ojos-. ¡Puede que tú sí fueras capaz de huir, pero yo no! ¡No me atrevo a dejar aquí a nadie valioso para mí para que corra el riesgo de ser aniquilado por mi Padre! ¡Jamás haría eso!
-¡Siendo tan humilde no llegarás a nada! ¡Esa bondad solo te puede llevar a un rincón sin salida, ¿acaso no lo ves?!
-¡Pues no, no lo veo! ¡¿Cómo puedes decir eso?! ¡¿No te importa nadie?!
-¡Pues sí, me importas tú, imbécil!
-¿Qué?
-Sé que no tengo derecho a decirlo, pero es la verdad. A pesar de que seamos casi la misma persona, solo me preocupo por ti. ¡¿Por qué te crees que hago todo lo que hago?!
-Pero... eso quiere decir que... todo lo que le intentaste hacer a Tom y todo lo que me has contado ahora... ¿era tu manera de protegerme a mí?
-Uh...- resopló mientras miraba para otro lado.
Seguidamente, Jun la abrazó rápidamente mientras lloraba.
-¡Lo siento! ¡Perdóname!
-¿Qué...? Pero...
-Pensé que solo lo hacías porque te gustaba hacerle daño a la gente...
-Y me gusta, pero... Para mí, lo más valioso serás siempre tú, Jun- dijo mientras la abrazaba también.
-Pero no hagas nada malo, por favor- le dijo mientras se separaba de ella-. No quiero que hieras a nadie por mí, estoy bien, en serio. Todo lo que antes me pasaba... yo no existe, es parte del pasado. No me gustaría ver cómo asesinas a gente por mí, no podría soportarlo.
-Vale... lo intentaré...
-Bien- dijo mientras le dejaba ver una gran sonrisa de satisfacción.
-Bueno... ¿me disculpas? Creo que tengo que ir al baño.
-Ah, vale, pero... ¿los muñecos van a la baño?
-No lo sé... Pero recuerdo cómo era eso de tener ganas de ir, así que es por eso por lo que ahora te digo que necesito ir.
-Vale... ve.
-Hasta luego.
-Sí...
Después de eso, Saya se marchó de la clase.
Mientras avanzaba, no podía creerse que le hubiera confesado aquello a Jun. Aquel no era su estilo, y ella lo sabía de sobra.
Al cabo de un rato, entró en el baño y, pasados unos minutos, salió poniendo rumbo de vuelta al aula.
Pero justo antes de girar la esquina del pasillo, tres chicas le taponaron el camino.
-Anda... pero si es Jun.
-¿Qué? Yo no...
-No te hagas la tonta ahora, niña. Como ahora tu hermana ha venido, te crees más fuerte, ¿no? Pues que sepas que nosotras no vamos a flaquear con respecto a nuestro asunto pendiente.
-Escucha, Lissy, me da igual lo que me digas, no me interesa. Además, yo no soy...- pero rápidamente se tapó la boca.
La verdad es que lo había estropeado.
Era imposible que ella, que era nueva, se supiese su nombre. Así que ahora no podía decirle que en realidad no era Jun, así que tuvo que aguantarse y esperar a que aquellas tres pesadas se marchasen.
-¿Qué? ¿Ahora te quedas callada? Que sepas que ya no tenemos miedo de esos poderes extraños que posees. Nos hemos estado mentalizando todo este tiempo, ya no nos asustas. ¡Por Michael somos capaces de cualquier cosa!
-Claro... Y aún así fuiste capaz de decirle al profesor en aquella ocasión que él te había atacado. Si sois capaces de decir estupideces como estas por él, ¿por qué no sois capaces también de afrontar los castigos por él? Qué estupidez más grande. Vosotras no sentiis nada por él, solo le queréis porque es guapo y no sé qué cosas más. Sois despreciables- les dijo mientras sus pupilas se volvían paralelas, cual gato.
Pero entonces se dio cuenta, ya lo había hecho otra vez.
Se había jurado mantenerse callada y aguantar hasta que se fueran, pero ahora lo había enredado todo más aún.
No podía creerse que hubiera sido capaz de decir aquello. Ahora era imposible demostrar que ella no era la chica con la que ellas creían estarse metiendo.
-Eso... eso fue un error mío, nada más. No pensé en las consecuencias.
-Claro que no lo hiciste, arpía despiadada. Deberíais morir las tres y dejar de molestar. Vuestra presencia me irrita, así que será mejor que os larguéis de mi vista si no queréis que empiece a partios la cara una por una.
-¿Te crees muy dura solo porque Michael es tu novio, no? Pues veamos si lo eres realmente cuando toda la escuela se entere de lo que nos has dicho. A ver si tu querido Michael te sigue queriendo tanto.
-¿Y quién os va a creer? Sois las locas del centro.
-A nosotras puede que no, pero a esta videocámara seguro que sí que la creen- dijo mientras la sacaba de donde estaba oculta.
-Grr- gruñó al verla-. ¡Trae acá eso!- gritó mientras se avalanzaba sobre ella.
-Chicas- dijo.
-¡Sí, jefa!
Seguidamente, las otras dos se pusieron entre ellas, cortándole así el paso.
-Hasta nunca perdedora- le dijo mientras se iba corriendo.
-¡Maldita sea! ¡Dejadme pasar, estúpidas!- dijo mientras las empujaba y caían al suelo.
Después de eso, se apresuró a perseguirla, pero al llegar a una esquina, ya la había perdido de vista.
-¡Maldición! ¡Si aún tuviese mis poderes, esto no habría pasado!
Mientras tanto, en el patio donde se encontrraban Michael y los demás y todos los alumnos de su clase, Lissy se había puesto encima de un banco reclamando así antención. Las únicas que faltaban eran las hermanas, pues Jun se encontraba en el baño del otro edificio y Saya no había podido plantearse que hubiese ido hasta ahí.
-¡Escuchadme con atención, Michael y demás!- gritó.
-¿Qué quieres ahora, pesada?- le preguntó Ren, algo angustiado porque había detenido su partido de fútbol.
-Quiero que todos veais, en especial tú, mi querido Michael, lo que vuestra tan adorada Jun nos ha dicho a mis amigas y a mí hace tan solo un momento.
Acto seguido, la chica sacó la videocámara y se bajó del banco, formándose así un gran grupo a su alrededor.
Cuando todos hubieron visto el vídeo, se quedaron bastante sorprendidos. Se lo habían tragado de lleno, de eso no cabía duda.
-Ey, ¿qué pasa?- dijo la verdadera Jun mientras llegaba del otro edificio.
-Eso mismo te decimos nosotros a ti, Jun. ¿Qué te pasa?
-¿Eh? ¿Por qué lo preguntas, John?
-No te hagas la tonta, lo hemos visto todo. Lissy nos lo ha enseñado- le dijo otro chico de su clase.
-¿El qué? ¿Qué os ha enseñado?- preguntó, sin saber de qué se trataba aún.
-Jun... tú...- tartamudeó Michael.
-¿Yo qué? No me estoy enterando de nada. ¿Qué es? ¿Una especie de comedia sobre mí o qué?
-Me parece despreciable que siga intentando hacerse la inocente. ¿Por qué no admites ante todos que nos has amenazado de muerte a mis amigas y a mí?
-¿Cómo? Si yo he estado en el baño del otro edificio todo el tiempo.
-No somos idiotas, Jun.
-¿No os habréis confundido con Saya? Ella suele ser algo violenta a veces... pero no es culpa suya...
-No ha podido ser ella porque tú eres la única que sabía lo que pasó aquella vez con Michael. La única de las dos, quiero decir.
-¿Eh? Pero si yo...
-Jun...
-¿Tú las crees, Michael?
-Nos han mostrado un vídeo...
-¡Pero Michael, tú sabes perfectamente que yo no sería capaz de algo así!
-¡Silencio! No dudaremos en enseñarle esto al director del instituto y así tomarán medidas contra ti.
-¡Serás expulsada, Jun!
-¡Se te va a caer el pelo!
-¡No te nos acerques más!
-¡Y pensar que creíamos que eras buena persona!
-¡Mala persona!
Esas eran muchas de las cosas que le decían todos los alumnos de su clase.
La verdad es que no sabía qué hacer, solo deseaba salir corriendo.
"¿Por qué no te vengas de todos aquellos que se burlaron de ti? Con tus poderes, los machacarías hasta dejarlos secos."
Sí, cierto... aquello que Saya decía tenía sentido. Si no la creían, entonces solo le quedaban dos opciones. O huir, o luchar. Y estaba claro que no iba a huir, así que...
Seguidamente, bajó la cabeza haciendo así que su fleco le tapase la cara. Sus ojos tomaron un color rojo furia y sus pupilas volvieron a tornarse verticales.
Ya solo le quedaba... atacarles a todos...

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