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viernes, 16 de julio de 2010

Corazón oscuro 14

Episodio 14º

La espectral chica le miró mientras éste seguía pensando en lo que le acababa de decir.
Después de esperar un buen rato, Michael decidió con firmeza que quería saber qué pasaba.
-¿A... a qué te refieres?
-¿Eres tonto o algo?
-Es que no... no entiendo lo que quieres decir con que la felicidad de Jun depende de mí...- le dijo, bajando la mirada.
-Pues quiero decir exactamente eso.
-Si me contases la historia...
-No puedo hacerlo.
-¿Qué? ¿Por qué?- le dijo, volviendo a mirarla a los ojos.
-No puedo hablar de ello, no me está permitido.
-Pero...
-Lo siento, lo único que has de saber es que debes hacerla feliz. Si no... me temo que tu vida será un infierno...
-¡Eso no puede ser! ¡Te apareces de repente y me sueltas eso! ¡Estás loca!- le gritó, furioso.
Entonces la espectro le agarró del cuello de la camisa con una sola mano y lo elevó en el aire.
Sus ojos volvían a mostrar esa furia asesina que los caracterizaban pero, aún así, no fue más allá.
-He intentado ser amable contigo, chaval, pero ya me estás hartando. Solo te lo diré una vez más: hazla feliz como tú creas mejor, si no, tu futuro no será agradable. Como tú o tu familia le hagáis más daño del que el resto de la gente ya le ha hecho, no sobreviviréis ninguno y yo me encargaré personalmente de eso. ¿Estamos?
-S...sí...
-Bien...- dijo, soltándole y dejándolo caer al suelo.
El chico estaba aterrorizado.
Su mirada era fría como el hielo pero, de todas formas, ésta seguía expresando furia. Una furia que iba más allá de los límites de lo conocido.
No sabía cómo reaccionar ni qué hacer. Pero solo había una forma de no salir mal parado de todo aquel asunto, y esa forma era hacer lo que ella le decía. No solo por él mismo, sino también por sus Padres. Estaba convencido de que lo que decía iba en serio y no quería que nada le pasase a su familia por su culpa, así que decidió aceptar.
-Me alegro de que lo entiendas. Nos vemos- dijo mientras comenzaba a desvanecerse.
-¡Espera! Dejarás en paz a esos médicos, ¿no?- le preguntó mientras se levantaba del suelo.
-Claro... pero procura que no vuelvan a hacerle daño a Jun.
Dicho esto, desapareció completamente y Michael se quedó solo en mitad del pasillo.
Al cabo de un rato, se dirigió de nuevo hacia la habitación donde se encontraban Jun, los doctores y las enfermeras.
Una vez llegó allí, se paró bajo el marco de la puerta y pudo comprobar que todo había vuelto a la normalidad.
El doctor que momentos antes le había pedido ayuda al chico, se dirigió de nuevo a él al verle en la puerta.
-Gracias, chico. Nos has ayudado bastante.
-No, si yo no...
-No seas modesto- prosiguió una enfermera que se acercó hasta él.
-Pero si no he hecho nada...- dijo bajando el tono de voz y mirando hacia el suelo.
-¿Qué tal si nos esperas afuera? Todavía tenemos que hacerle unas pruebas más a tu amiga.
-¡No! Ella... ella está perfectamente. Siempre ha estado así y no habla con nadie pero... ella... ¡ella está bien!- dijo mirándoles a los ojos.
En su mirada se podía apreciar la desesperación total. Tenía que sacarla de allí fuese como fuese, así que avanzó a paso rápido hasta donde Jun estaba sentada, la tomó de la mano y se la llevó de allí.
Los doctores y las enfermeras se quedaron bastante sorprendidos, pero ninguno se atrevía a seguirlos.
A medida que iban avanzando por el pasillo, todos se les quedaban mirando debido a que Michael iba con una expresión de enfado. Aún así, no les dio importancia y la llevó hasta el cuarto donde había estado desde el día anterior.
Cuando llegaron, la dejó en medio de la habitación y se volvió para cerrar la puerta.
-Tenemos que irnos de aquí...- dijo buscando las cosas de Jun.
Ésta seguía con su expresión de siempre. No había cambiado en nada la mirada que tenía desde la noche anterior y continuaba mirando al suelo, sin vida alguna.
Michael miró hacia ella y se la acercó.
Acto seguido, le puso las dos manos en los hombros, se puso a su altura y la miró a los ojos.
Ésta ni se inmutó ante tal hecho y continuó mirando al suelo. Después de eso, éste pasó una mano a su barbilla y la levantó suavemente.
-Escúchame, Jun. No sé qué es lo que te habrá hecho esa fantasma que anda cerca tuyo, pero te diré algo. Yo estoy contigo.
Inesperadamente, la vida volvió a su rostro y ésta se sorprendió.
No podía creer lo que le estaba contando. ¿Sería cierto o la mentía? ¿Estaba seguro de lo que le decía?
Ella nunca había necesitado de nadie, es más, ninguna persona se la había acercado para nada. Pero ahora... él le decía que estaba con ella y eso significaba, indirectamente, que la apoyaba. ¿Cómo podía ser eso real?
La emoción llegó a sus ojos y éstos comenzaron a soltar unas lágrimas de alegría. No podía creerse tal acontecimiento, por lo que las gotas cayeron rápidamente por sus mejillas.
Él, al verla, la abrazó y ésta le correspondió el abrazo.
Permanecieron unidos por unos cinco minutos hasta que Michael se separó lentamente de ella.
-Tenemos que irnos, ¿vale?
Ésta afirmó con la cabeza.
El chico sonrió y le pasó el dedo índice por debajo de los dos ojos para quitarle las lágrimas que allí todavía quedaban.
-Bueno, salgo para que puedas vestirte- le dijo mientras salía por la puerta-. Cuando estés lista, sal. Te estoy esperando aquí- le dijo señalando a un asiento que allí había.
Seguidamente, éste cerró la puerta y Jun comenzó a vestirse.
-Vaya... parece que se ha tomado al pie de la letra lo que le dije, je,je,je- habló la espantosa voz de ultratumba.
Jun la ignoró y continuó poniéndose los pantalones que había traído el día anterior.
-Oh, vamos... no me ignores...- dijo mientras aparecía a su lado-. Sé que me tienes manía, pero por lo menos escucha lo que tengo que decirte.
Ésta la miró con desprecio mientras terminaba de abrocharse el cinturón. A continuación, cogió la blusa y se la puso.
Después de eso, volvió a mirarla.
-Tengo un presentimiento con ese chico, Jun. Estoy segura de que esta vez sí que podremos lograrlo.
La chica cerró los ojos rendida. No estaba segura de si era cierto, pero al parecer ella estaba convencida, así que volvió a mirarla dándole a entender que continuase.
-Lo hemos intentado muchas veces durante nuestras vidas, pero estoy segura de que ésta será la definitiva. Yo intentaré que nos den un poco más de tiempo, tú solo sigue como habías estado hasta ahora. Si él no es la persona adecuada, todo se habrá acabado.
Jun afirmó con desgana. Estaba completamente de acuerdo con lo que ella le decía pero, aún así, no quería involucrar a Michael en todo aquel asunto.
-No te pongas así, esta vez lo conseguiremos. Y por fin podrás recuperar tu voz.
Ésta la miró a los ojos y se alejó un poco, acto seguido.
-Ánimo- le dijo mientras desaparecía de nuevo.
Finalmente, se quedó sola en la estancia y comenzó a pensar en lo que le preparaba el destino. ¿Podría, esta vez, conseguir que todo acabase?
¿Michael sería la persona que la sacaría de su desdicha?
No estaba segura de si lo era o no, pero algo tenía claro: aquella era su última oportunidad para conseguir su salvación.
Fuese como fuese, él tenía que ser quien la liberara.
No se paró más a pensar en eso y se dispuso a ponerse los zapatos.
Una vez lo hubo hecho, se encaminó a la puerta y salió por ella. Él la esperaba sentado al otro lado de ésta.
Al verla, se levantó rápidamente y se la acercó.
-¿Estás lista, Jun?
La chica afirmó lentamente.
Seguidamente, Michael la agarró por la cintura y se encaminaron juntos hasta las escaleras de emergencia, pues no querían que los descubriesen.
Bajaron hasta la planta baja y salieron por una puerta de emergencia, evitando así ser vistos por cualquier persona conocida.
Estuvieron recorriendo las calles durante horas y por fin llegaron a la casa de Michael.
Afortunadamente, éste tenía las llaves de la puerta principal y entraron como si nada.
Una vez dentro, cerraron la puerta y se acercaron hasta el salón. Él la ayudó a sentarse sobre el sofá y luego se dirigió a la cocina a por un vaso de agua.
Cuando volvió, se sentó al lado de la chica, le cogió las manos entre las suyas y la miró a los ojos.
-Creo que deberías decirme qué pasa- le dijo, algo serio.
Ésta negó con la cabeza.
No quería que Michael la odiase por utilizarle para sus propios fines. No soportaría la idea de fracasar incluso antes de haber empezado siquiera.
-¿Podrías decirme al menos quién es esa fantasma que se te aparece?
Jun cogió un bolígrafo cercano y un papel de notas y comenzó a escribir.
"Se llama Lirin. Es una especie de protectora. Lo siento, pero es todo cuanto puedo decirte..." puso.
-Entiendo... no puedes contarme nada más...
"No nos está permitido, ni a mí ni a ella, el contárselo a nadie" escribió.
-De acuerdo...- dijo, cerrando los ojos.
Ésta se preocupó.
Pensó que, tal vez, Michael se echaría atrás debido al misterio que había descubierto que había.
Por un momento creyó que iba a cortar toda relación con ella y entonces sí que estaría acabada. Habría perdido toda oportunidad de salvación.
Pero justo en ese momento, el chico abrió los ojos y la abrazó inesperadamente.
-Si hay algo en lo que pueda ayudarte, lo haré- le dijo, finalmente.
Jun se sorprendió.
¿Estaba hablando en serio o era alguna especie de broma del destino?
Después de tanto tiempo esperando ese momento, ¿por fin lo encontraría justo en el último instante?
No podía ser cierto pero, para mayor sorpresa suya, así era.
Todo aquello estaba sucediendo de verdad y no podía casi creérselo.
Acto seguido, Michael se separó lentamente de ella y la miró a los ojos en busca de algo que quisiese decirle.
No había manera de saber en qué pensaba Jun pero, aún así, éste se creía capaz de entenderla. Así que continuó mirándola.
Inesperadamente, ésta pareció preguntarle el por qué lo hacía, y éste cerró los ojos en busca de una respuesta.
Así pues, volvió a abrirlos e intentó responderla.
-Verás... he tardado mucho tiempo en darme cuenta, pero creo que por fin sé por qué lo hago.
Jun se le quedó mirando a la espera de lo que tenía que decirle.
-Jun, yo... yo te quiero...- dijo, bajando la cabeza.
La chica abrió los ojos tanto como pudo.
¿Cómo era eso posible? ¿era un sueño o alguna especie de broma?
Nadie le había dicho algo parecido nunca, ni siquiera sus Padres. Estaba segura de que aquello no podía ser real, pero lo era aunque no fuese capaz de creérselo.
Los minutos fueron pasando y ésta no salía de su asombro, pues era algo que tardaría en asimilar debido a su extrañeza.
Seguidamente, Michael levantó la vista y la miró a los ojos. La agarró dulcemente de la barbilla con su mano derecha y se fue acercando a su rostro lentamente.
Sus labios estaban cada vez más cerca y ninguno de los dos hizo nada por evitarlo.
Finalmente, acabaron fundiéndose en un único y simple beso que hizo que el tiempo se detuviese para ambos.
Aquello le demostraba a Jun que lo que Michael decía era totalmente cierto y nada podía cambiar ya aquel hecho. Estaba convencida de que era real, ahora sí lo estaba.
Poco a poco, Michael se fue alejando de ella y, cuando se halló a la misma distancia a la que había estado antes del beso, se paró y abrió los ojos para mirarla.
Las palabras no eran necesarias. No hacía falta que éste le dijese nada, pues ya todo se había aclarado para ella.
Todo estaba completamente claro.
Seguidamente, Jun cerró sus sorprendidos ojos y, abriéndolos de nuevo, lo abrazó sin pensarlo.
Puede que lo estuviese utilizando para librarse de su desdicha pero, sin duda, había algo dentro de ella que le decía que también sentía algo por él.
Por muy pequeña que fuese, esa sensación existía en su interior.
Y, de eso, estaba ya completamente segura.

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