Episodio 22º
Michael abrió tanto los ojos como pudo.
Por fin había sido capaz de escuchar el sonido de su voz.
A pesar de que hubiesen pasado un poco más de diez años, no parecía haberse desgastado casi nada, aunque le costó bastante poder pronunciar correctamente la palabra que había entonado.
-Jun... has... has hablado...- dijo, con algunas lágrimas en los ojos.
-S... sí...
-Es... es un milagro...
-Yo diría que no- dijo una voz conocida.
-¿Eh?
-El hechizo que se cernió sobre ella fue hecho hace tanto tiempo, que sus efectos ya se han desvanecido casi por completo.
-Greck...
-Anda... veo que reconoces mi voz, Jun.
Ambos miraron hacia donde el espectro se encontraba: justo delante de la camilla donde Michael reposaba.
-Bueno, sea como sea, veo que dentro de poco podrás hablar con normalidad. Por ahora solo puedes mencionar palabras sueltas, ¿no?
Jun afirmó.
No había intentado decir nada más que lo que había dicho, pero aún así sabía de sobra que, por el momento, no podía decir nada más.
-Será mejor que sigas callada un tiempo...
-¡¿Pero por qué?!- le cortó Michael.
-Si Rye se entera de que el sello de su voz se ha roto casi por completo, podría volver para reforzarlo.
-En...tendi...do...- pudo pronunciar Jun.
-Jun...
-Bien, veo que lo comprendes. Yo me vuelvo ya, si no estoy, ¿quién sabe si Rye aparecerá de nuevo para atacar a Lirin?
-Adiós...- le despidió Michael.
-Adiós- dijo mientras desaparecía.
La estancia volvió a estar en silencio.
El único sonido que se podía apreciar era el que provenía del exterior.
Jun volvió a mirar a Michael y éste hizo lo mismo con ella.
-Parece que no te queda otra alternativa que no hablar por el momento...- dijo, decepcionado.
La chica afirmó con la cabeza.
Había estado demasiado acostumbrada a no decir nada, que ahora le resultaba casi imposible responder con un simple "sí".
-Será mejor que vuelvas a tu camilla. Si entracen los médicos, a saber lo que te dirían... - dijo mientras apartaba la mirada hacia el lado contrario hacia el que estaba ella.
Inesperadamente, ésta se inclinó hacia adelante y le sujetó los laterales de la cara con su dos frías manos para que éste volviese a mirarla.
Seguidamente, Jun fue bajando más, poco a poco, hasta que la distancia que quedaba entre sus labios se quedó en unos pocos centímetros.
Los ojos de la chica brillaban como nunca lo habían hecho antes y Michael no pudo evitar sorprenderse.
Siempre había sido él el que la había besado, pero en esa ocasión era ella quien quería hacerlo. Se podía esperar todo menos eso, pero para su mayor sorpresa, era algo real.
A continuación, la chica recortó aún más la distancia que se había formado y unió sus labios a los suyos.
El beso fue sencillo y simple, pero aún así estaba lleno de sentimientos.
Se había dado cuenta de que Michael era el hombre de su vida y no quería separarse de él, de eso estaba completamente segura.
Ambos cerraron los ojos y ahora fue él el que llevó sus dos manos a los laterales de la cara de quien le besaba.
Siguieron así durante unos segundos más hasta que los dos se fueron separando lentamente.
-Y...yo...- dijo Jun, con su voz casi apagada-... tam...tambi...én... te... quie...ro...- dijo, por fin.
El chico se sorprendió de nuevo.
Nunca hubiese esperado aquella respuesta. Después de todo, él había sido el único capaz de decirle aquellas palabras.
La pobre había hecho un gran esfuerzo para poder decirle aquello.
Él siempre había sido quien se lo había dicho a ella, pero esta vez le tocaba, era su turno de decirle lo que sentía realmente por él.
Después de eso, éste le pasó los brazos como pudo por detrás del cuello y la abrazó.
La chica, al ver lo que él hacía, puso sus manos por debajo de sus axilas y le agarró la espalda.
Era un abrazo extraño, pero un abrazo al fin y al cabo.
Pasaron los segundos y Jun se incorporó de nuevo.
-Será mejor que vuelvas a tu camilla...- le dijo, con una sonrisa.
Ésta afirmó y se encaminó hacia su destino.
Una vez se hubo acercado lo suficiente, se sentó sobre ella y se recostó de nuevo, tapándose acto seguido con la ligera sábana que allí se encontraba.
Estuvieron reposando durante unos minutos hasta que alguien entró dando un fuerte portazo en la puerta.
-¡Michael, hijo mío!- dijo una voz como de mujer histérica.
-Oh... maldición...- pudo decir el chico justo antes de que dicha mujer le saltase encima y empezace a abrazarle y a besarle en los laterales de su cabeza rápidamente.
-¡Oh, menos mal que estás bien!- dijo, sin parar.
-Arisa, por favor... lo vas a asfixiar...- dijo su marido mientras entraba por la puerta.
-¡Pero es que!
-Arisa...
-Vale, vale- dijo, separándose con mala gana.
-Gracias, Papá...
-Nada, nada...
-¡¿Se puede saber qué te ha pasado, niño?!- le gritó su Madre a la vez que le señalaba desde arriba con su dedo índice de la mano derecha.
-Si que cambias rápido de actitud tú...- dijo, resoplando.
-Cariño... no seas tan dura con el pobre...
-¡Pero es que me ha dado un susto de muerte!
-Vale, vale... Es que Jun... se iba a caer por... sí, por ese sitio que está cerca de casa... las escaleras del parque Orenid... y... para que no se hiciese daño... salté y me coloqué detrás de ella para que callese sobre mí y no se hiciese daño...
-¡Pero qué considerado que es mi niño!- dijo volviendo a abrazarle con fuerza.
-Arisa...
-¡Ah, sí! Pero entonces... ¡¿qué hace Jun en el hospital también, entonces?!
-Es que... el golpe fue tan fuerte que... no pude protegerla del todo...- dijo girando la cabeza para que no se le notace que estaba mintiendo.
-Ya veo, ya...- dijo adoptando una postura de pensar.
-Bueno... vosotros procurad recuperaros cuanto antes, yo me ocuparé de llamar a vuestro instituto y avisar de vuestro accidente.
-Gracias, Papá.
-No es nada, después de todo, ese es el deber de todo Padre.
Jun, al oir ésto, no pudo evitar sentirse "traicionada", por así decirlo.
Ahora que lo recordaba, había sido su propio Padre quien le había dicho que solo la había tenido para poder utilizarla en su propio beneficio.
Giró la cabeza para poder mirar por la ventana y así evadirse de aquellas palabras, aunque ya era demasiado tarde, pues ya las había escuchado y ahora no podía deshacerse de ese pensamiendo de tristeza y dolor.
-Bueno... nosotros nos vamos ya. Tenemos que hacer unas cosas en recepción y después teníamos pensado ir a informar a vuestra tutora...
-¿No es algo tarde para eso último?
-No te preocues, a mí siempre me recibe aunque sea en último momento, je,je,je...
-Será porque te tiene miedo...- dijo, casi susurrando.
-¿Qué haz dicho, niño?- le dijo, sonriendo con una fría sonrisa en sus labios.
-Nada, nada...- dijo, desviando su mirada.
Entonces pudo darse cuenta de que Jun estaba mirando al exterior del edificio con aparente rostro triste.
-Venga, que nos vamos- dijeron sus Padres a la vez que salían por la puerta.
-Vale... adiós- les despidió.
Una vez hubieron salido de la estancia, Michael se incorporó como pudo y se sentó apoyando su espalda sobre la barra que había como respaldar.
-Jun...¿te pasa algo?- le preguntó, preocupado.
La chica no se giró y continuó mirando por la ventana.
Estaba demasiado triste como para que Michael la viese, pues no quería que se preocupase demasiado por ella.
-Si es por lo que ha dicho mi Padre... no te preocupes, es normal sentirse así...
Jun lo miró.
Bien era cierto que él había estado presente en el momento en que su Padre le contó que solo la había utilizado, pero aún así no podía saber cómo se sentía.
-Jun... te prometo que todo se solucionará...
Ésta volvió a entristecerse.
¿Cómo podía estar tan seguro? ¿acaso confiaba en que ocurriría algún tipo de milagro?
-Te doy mi palabra- continuó.
No le quedó más remedio que creerle, pues era lo único que podía hacer en ese momento.
Solo le quedaba confiar en él.
Mientras tanto, en otro lugar muy lejos de allí, Lirin estaba siendo tratada dentro de una especie de tanque con cristales como paredes y sumergida en un líquido verdoso con algunos cables conectados a su cuerpo.
-Lirin...- pronunció Greck, que se encontraba a unos pasos del enorme recipiente.
Sabía que si la llevaba a un "restaurador" oficial, intentarían detenerle debido a que Rye ya habría informado de algún tipo de situación falsa a los guardias que custodiaban el lugar, así que no tuvo otra opción que llevarla a uno más antiguo situado a las afueras del castillo negro de la central, el cual estaba abandonado.
Debido a eso, Lirin tardaría mucho más en recuperarse, pero eso no quitaba que no pudiese estar lista algún día.
La espera se le hacía eterna, así que se dedicaba a pasear por la estancia intentado así acelerar el tiempo que caía sobre sus cabezas.
-Por favor... recupérate pronto...- dijo, como rezando.
A su vez, en una de las salas más recónditas del castillo negro, se encontraba Rye junto a dos hombres más.
-¿Por qué me habéis llamado? estaba a punto de matarlos a todos y ya no habría nadie capaz de detenernos.
-Ibas a sobrepasarte, como siempre haces, Rye.
-¡Pero bueno! Encima que intento que nadie nos estorbe...
-Estabas haciendo bien tu papel hasta que decidiste llevarte a tu hija directamente a tu casa desde el funeral de tu esposa.
-No debiste hacerlo, así no se habrían enterado de nada.
-Si no me hubieseis llamado justo cuando iba a acabarlos, ahora no tendríamos que preocuparnos por si vienen buscando venganza o no.
-Digamos que queríamos advertirte de algo, Rye.
-¿Ah, sí? ¿y de qué se trata esta vez? Si no recuerdo mal, en nuestro último reencuentro pusisteis la excusa de que queríais advertirme de que no destacase demasiado en el mundo humano.
-Si no lo hubiésemos hecho, ahora nuestro plan no existiría.
-Mirad, solo quiero dejar una cosa clara. Yo soy el lider de este grupo y, por lo tanto, ambos debéis obedecerme, ¿está claro?
-Puede que tú seas el más poderoso y el que más acceso tiene al poder definitivo, pero nosotros también hemos contribuido a que eso sea posible y queremos que, cuando llegue el día en el que lo domines todo, no te olvides de pagarnos.
-Agh... qué pesados que sois. Claro que no me olvidaré, ¿era eso lo que queríais advertirme?
-No...
-¿Entonces qué es, a ver?
-Queremos advertirte sobre tu hija.
-¿Qué? ¿me tomáis el pelo?
-Cuando se te enfrentó, pudimos sentir su energía desde aquí...
-¿Có... cómo?
-Ya sabemos que es imposible, pues la distancia que hay entre esta sala y donde vosotros os encontrabais es demasiado grande, pero aún así... tanto Hein como yo pudimos sentirla claramente.
-Tiene razón. Fue como un flechazo cuando apareció. Ambos nos dimos cuenta enseguida de que esa energía no era normal.
-Pero eso es imposible. Se supone que un hijo tiene la mitad de los genes de cada uno de sus Padres, y yo soy el único de los dos susodichos que tiene una energía grande. Es imposible que la de Jun llegase hasta aquí si hasta la mía tiene problemas para hacerlo por sí sola.
-¿Estás completamente seguro de que eras el único con una energía grande?
-¿Qué insinúas?
-Es posible que tu mujer también poseyese un poder similar o mayor al tuyo.
-Eso es imposible, ella era una simple humana.
-Repito. ¿Estás seguro de eso?
-Ugh...
-Sea como sea, tienes que asegurarte de ello.
-Ahora ya es imposible, ella ha muerto...
-¿La querías?
-¿Qué?
-Te pregunto que si querías a tu esposa. Por muy planeado que lo tuvieses, si uno pasa tanto tiempo con una mujer, acaba sintiendo algo por ella quiera o no quiera.
-Eso es absurdo.
-Entonces no veo la explicación a tu enfado cuando murió.
-Está claro que eso fue porque mis planes se habían arruinado, nada más.
-No lo creo...
-¡¿Estás dudando de mi palabra?!- dijo mientras se acercaba hasta él y le agarraba con las dos manos por el cuello de la camisa.
-N... no... solo digo que era raro. Tú no sueles perder los nervios por ese tipo de cosas.
-Hay veces en las que, cuando veo que las cosas no salen como quiero, me enfurezco. Es normal, ¡¿no?!
-S... sí...
Seguidamente, Rye lo soltó bruscamente y regresó a donde estaba momentos antes.
-En todo caso...- prosiguió el otro allí presente-. Si de verdad la querías, podrás averiguar si murió realmente.
-¿Qué?
-Dicen que cuando uno de nuestra raza se enamora de una mujer, cuando ésta muere es capaz de seguir sintiendo su energía en su cadáver.
-¿Y qué con eso?
-Con eso quiero decirte que, si la querías realmente, acércate a su ataúd y asegúrate de que es su cuerpo el que se halla allí. Si sientes que es otra persona distinta, entonces quiere decir que sí tenía una energía elevada. No puedes perder nada, ¿no crees?
-Tsk... si no queda otro remedio... Bien, lo haré.
Después de eso, se esfumó.
La verdad es que nunca se había planteado que la quisiese realmente. Después de todo, solo era una humana, ¿no?
Era totalmente imposible que alguien con sus ambiciones pudiese sentir algo por aquella mujer.
Pero, aún así... era su única manera de asegurarse de que aquella chica había muerto realmente.
Y esperaba que fuese así, porque si resultaba ser erróneo que había muerto, eso solo quería decir que aquella mujer no era humana, sino alguien... como él.
No hay comentarios:
Publicar un comentario