Episodio 24º
Los meses pasaron deprisa y casi volando.
Michael se había preguntado millones de veces a dónde podría haber ido Jun, pero nunca encontró la respuesta.
Su Madre intentó tranquilizarlo muchas veces, pero éste seguía insistiendo en la pregunta.
Un nuevo curso había empezado y ya no tenía tanto tiempo para estar preocupado. Los nuevos temas, el deporte... todo lo asfixiaba y lo único que quería era volver a ver a su querida Jun.
-¡Michael, tío, estate atento al balón!- le gritó Tom desde el otro lado de la cancha.
-Ah... lo siento...- dijo mientras volvía en sí.
-A ver si estamos a lo que estamos, Capitán- le dijo Ren mientras le adelantaba e iba a por el balón de fútbol.
-Desde que Jun desapareció, estás todo el día en la luna. ¡Baja de una vez a la Tierra, chaval!- le dijo John mientras le daba un golpe en la espalda.
-Sí... ya...- dijo, bajando la cabeza a modo de disculpa.
La verdad es que ya hacía casi un año desde que Jun se fue y no había podido averiguar nada.
¿Por qué se había ido y por qué no se había siquiera despedido?
Aquella mañana en la que se levantó y no la encontró fue la peor de toda su vida. Eso no había podido superarlo.
Ahora estaba en primero de bachillerato y no tenía demasiado tiempo para casi nada. Su entrenador le había dicho que podía mejorar sus capacidades deportivas y que conseguiría ascender hasta la cima si se dejaba ayudar, pero éste nunca le prestaba demasiada atención.
Cuando regresaba a casa, su Madre intentaba animarle, pero la ignoraba por completo y subía a su habitación a no hacer nada.
-¡Pero bueno, Michael! ¡Quieres estar atento de una maldita vez!- le gritó Tom.
El chico despertó del ensueño y fue corriendo hasta el balón.
Aquello no podía seguir así, tenía que aprender a concentrarse en el deporte. Si Jun quería volver, ya lo haría. Tenía que confiar en ella.
Una vez hubo llegado a la pelota, le pegó un fuerte golpe que hizo que esta fuese a gran velocidad hasta perderse en las redes de la portería hacia la que iba dirigida.
-¡Ves como puedes!
-¡Bien hecho, Capitán!
-¡Excelente tiro!
Seguidamente, se dio media vuelta y avanzó hasta el interior de los vestuarios del gimnasio.
-Vaya... cada vez está más callado- le dijo John a sus amigos.
-Sí... creo que aún sigue pensando en Jun.
-Bah... ya me lo temía. Si me hubiese hecho caso, esto no habría sucedido y ahora estaría en mejor forma física.
-Vamos, Tom... todos tenemos asuntos amorosos que resolver de vez en cuando.
-No lo creo. Además, yo ya sabía que esa chica le acabaría haciendo algo malo...
-Será mejor que no digas eso delante de él, podría darte otra paliza como la de cuando fuiste a verlo al hospital tres días después de que ella desapareciese.
-No creo que esté tan afectado ya...
-Tú mantente al margen por si acaso, y no hagas más comentarios de los tuyos, que lo ponen enfermo y lo sabes.
-Vale, vale...
Mientras tanto, Michael se estaba cambiando de ropa para dirigirse de nuevo a su casa.
-Fue aquí mismo, ¿verdad?- dijo una voz de chica a su espalda.
-¿Cómo?- dijo virándose.
La voz no le sonaba en lo más mínimo.
¿Sería una alumna nueva?
Después de haberse girado, comprobó que detrás suya no había nadie.
-Me lo habré imaginado...- dijo mientras se disponía a ponerse la blusa nueva.
-Creo que ahora es al revés, pero hace algo más de un año, fuiste tú el que me viste a mí semi desnuda, ¿no?- volvió a decir la voz.
-¡¿Qué?!- dijo mirando en todas direcciones.
-Aquí arriba.
Entonces Michael elevó la cabeza y miró hacia arriba.
Y allí estaba ella, justo encima de las taquillas más altas. Estaba sentada sobre su borde y con las piernas cruzadas.
Llevaba la ropa totalmente negra y una capa acorde. Ahora llevaba el pelo recogido en una gran cola de caballo y sus ojos negros resplandecían.
-Jun...
-Cuánto tiempo, ¿no?- dijo sonriendo.
-Dónde...- dijo en un susurro.
-¿Eh?- dijo mientras le miraba.
-¡¿Se puede saber dónde has estado?!
Estaba contento y a la vez triste.
¿Cómo era capaz de aparecer así de repente y decirle eso como si no hubiese pasado nada?
-Lo siento...- le dijo bajando la cabeza.
-¡Me tenías preocupado! ¡pregunté por ti aquel día en el hospital y me dijeron que no sabían nada de ti! ¡Pensé que Rye podía haber vuelto por ti y haberte hecho algo!- dijo justo antes de bajar la cabeza, medio furioso.
-Rye no fue quien me encontró...
-¿Cómo?- dijo mientras volvía a mirarla.
-Mi Madre se me apareció y me dijo que me ayudaría a controlar mis poderes para así derrotar a mi Padre.
-Pero... eso es...
-¿Imposible? Sí, yo también lo creía, pero es cierto. Mi Madre también es parte de ese mundo extraño que nos ha estado amargando la vida... y resulta que no murió realmente. Me lo contó todo y me pidió que la ayudase a eliminar a Rye...
-Eso es demasiado egoista por su parte, ¡después de todo lo que te hizo pasar, ¿aceptaste?!
-No acepté por ella, Michael.
-¿Eh?
-Lo... lo hice por ti...- dijo mientras se dejaba caer y se posaba sobre el suelo.
-¿Por... por mí?
-Sí... si no hago algo, Rye puede venir y hacerte algo malo. Si eso llegara a pasar, yo... no me lo perdonaría jamás, Michael.
-Jun... ¿lo... lo has hecho por protegerme a mí...?
-Claro, tonto- dijo mientras cerraba los ojos y sonreía cálidamente-. ¿Por quién más iba a ser sino?
-Jun... te... te he echado mucho de menos...
-Yo también a ti. Sobre todo durante los entrenamientos. Me preguntaba todo el rato qué estarías haciendo en ese momento... Muchas veces quise parar y regresar a verte, pero mi Madre no me dejaba y tenía que continuar... Pero ahora por fin he vuelto.
-Lo importante es que estás bien...- dijo mientras se acercaba hasta ella.
-Y espero que tú también lo estés...- dijo mientras se plantaba justo en frente de él y le miraba desde abajo-. Vaya... has crecido bastante...
-Tú sigues igual de enana que siempre.
-¡Oh, vamos!
-Je,je,je.
Después de esa pequeña risa, Jun lo abrazó y este hizo lo mismo.
Hacía tanto que no se veían que ya les resultaba algo extraño el estar abrazados así.
A continuación, Michael se separó un poco de ella y le agarró dulcemente los laterales de la cara. Ésta, como respuesta, le puso las manos un poco más arriba de la cadera.
Seguidamente, el chico la besó en los labios dándole un dulce y tierno beso de reencuentro.
Había pasado bastante desde la última vez que se besaron y ambos estaban un poco nerviosos, pero eso no impidió que se sintieran bien.
Al cabo de unos instantes, se fueron separando lentamente y se miraron a los ojos.
-Espero que no te hayas visto con otras chicas mientras no estaba, eh- le dijo, en plan broma.
-¿Estás loca? ¡Si no he parado de pensar en ti!
-Je- dijo mientras sonreía y cerraba los ojos.
-¿Y ahora qué harás?
-Me quedaré un tiempo en mi antigua casa y seguiré acudiendo a la escuela. Diré que me tuve que ir un año a otro país por motivos personales.
-¿Pero cómo le harás para que se lo crean?
-De eso se encarga mi Madre, tranquilo.
-Por cierto... ¿qué ha sido de Lirin y de Greck? Desaparecieron a la vez que tú.
-Pues la verdad es que no lo sé. Me pareció oirle decir a mi Madre varias veces que Lirin se estaba recuperando y que Greck continuaba con sus misiones para no levantar sospechas. Pero no sé nada más que eso...
-Ya veo... espero que estén bien.
-Sí, yo también. Han hecho bastante por nosotros como para que no lo esperemos.
-Sí...
Y entonces, el ruido de la puerta del vestuario abriendose les cortó la conversación.
-Capitán, a ver si nos damos más prisita vistiéndonos...
-Eso, eso, que estamos cansados de esperar.
-Más garbo, hombre. Sabemos que estás depre, pero tampoco es para tardar tanto...
Cuando los tres amigos de Michael llegaron y lo vieron junto a ella, no pudieron evitar sorprenderse.
-¿Qui... quién es, capitán?
-Eso, ¿y qué hace en el vestuario de chicos?
-Ah, lo siento. Es que no podía esperar a que Michael saliese, me he vuelto muy impaciente, John.
-¿Cómo sabes mi nombre?
-¿Quién eres?- le preguntó algo irritado Tom.
-Veo que no os acordáis de mí. Es una lástima.
-¿Qué?
-Por si no lo sabéis, yo soy Jun.
-¡¿Cómo?!
-¡Imposible!
-¡¿Desde cuándo puedes hablar?!
-Pues desde hace un año o así. Tampoco es tan raro, ¿no?
-Pero...
Entonces la chica se acercó hasta ellos y los miró.
-Espero que no me hayáis criticado mucho en mi ausencia, eh- les dijo mientras les guiñaba un ojo y, seguidamente, les sonreía cálidamente.
-Bah, esperas mal- dijo Tom.
-Me lo suponía, je,je,je...
-¿Con qué derecho vienes y nos hablas tan amigablemente?
-¿Um?
-¿Te crees que vamos a perdonarte? Por tu culpa, el Capitán ha estado como un zombi todo el año.
-Oh, venga...
-Tú cállate, Ren. Sabéis de sobra que ha sido su culpa el que Michael haya estado así. ¿Y ahora nos vienes con esas? ¡Por favor!
-¿Temes competir conmigo?
-¿Qué?
-Solo hay una razón por la que estés tan enfadado, y algo me dice que no es porque Michael haya estado así durante este tiempo.
-¿Qué insinúas?
-Que tus amigos piensen en chicas no quiere decir que te vayan a dejar solo. Tú no sabes lo que es la verdadera soledad. Has podido estar con tus amigos, hablar con ellos, jugar pardidos juntos, reir en compañía... Yo nunca he tenido nada de eso. Mis Padres me odiaban, nadie se me acercaba debido a ese extraño rumor que circulaba por ahí de mí, esa es la verdadera soledad. Así que... ¿temes competir conmigo? ¿con alguien que ha estado solo toda su vida? Me resultas penoso- dijo, medio furiosa.
-Pero... ¿qué dices...?
-Si así no lo entiendes, podemos jugar un partido. Tú contra mí. Si gano yo, me dejarás en paz y quedará claro que tus amigos seguirán estando ahí. Y si ganas tú... me alejaré de Michael y no volveréis a verme aquí nunca más.
-Jun...- le dijo Michael desde atrás mientras se acercaba hasta ella.
-Es en serio. ¿Te atreves?
-¿Contra ti? ¡Pues claro! No pienso perder.
-Pues vamos entonces.
Después de eso, todos salieron a la cancha de fútbol y pusieron el balón en el centro del campo.
Ren se colocó en la portería de Tom y John en la de Jun.
-Bien, es sencillo. El primero en marcar tres goles, gana. ¿Te parece bien, Jun?
-Por mí perfecto.
-Espero que no te importe que me haya cogido a Ren, que es el portero de nuestro equipo.
-No te preocupes, aunque John sea mi portero, el balón no llegará a él ni una sola vez. Yo misma me encargaré de eso.
-No deberíais hacerlo- les dijo Michael desde fuera del campo.
-Tranquilo, no perderé.
-Capitán, esto lo hago por ti. Solo mira.
-Ais...
Michael no podía evitar estar preocupado.
Jun era buena deportista, pero no estaba seguro de que fuese capaz de vencer a Tom, el segundo mejor de su equipo de Fútbol, el cual había ganado ya más de tres torneos seguidos.
A lo mejor el entrenamiento de Jun la había reforzado en combates, pero... ¿en deportes también?
Solo le quedaba esperar y mirar atentamente a ver de lo que era capaz.
-Te doy la oportunidad de empezar tú, Jun. Saca, vamos.
-Ni hablar. Te demostraré que, aún estando en las últimas, soy capaz de vencer por aquello a lo que quiero.
-Bueno, como quieras.
Se había acabado, si Tom sacaba, ese sería el fin del partido.
En cuanto este cogiese el balón, ya no habría forma de pararlo hasta que llegase a la red de la portería enemiga. Y eso lo sabía de sobra.
Entonces Jun le enseñó el pulgar y sonrió de forma despreocupada.
-Animo,Jun...-susurró.
Acto seguido, Tom se avalanzó, con el balón entre sus pies, hacia el campo contrario.
Iba corriendo y entonces Jun se le puso delante, cortándole el paso.
-Ya te dije que no iba a llegar a John de ninguna manera.
-Eso ya lo veremos.
El chico se dispuso a hacerle una finta, pero ésta se tiró con los pies por delante y le robó el balón pasando entre sus piernas.
Seguidamente, Jun se levantó y continuó su jugada con el balón en sus piernas ahora.
Tom recobró la compostura y fue hacia atrás, persiguiéndola.
Extrañamente para él, ésta iba muy rápido y no conseguía alcanzarla.
-¡Ahí va el primero, lo siento, Ren!- dijo mientras disparaba desde la línea de penalti.
-No cantes victoria tan pronto- le dijo Ren.
El chico se lanzó a coger el balón, pero este tenía un efecto extraño que hizo que girase sobre sí mismo y tomara un rumbo diferente.
El cambio fue tan repentino, que al portero no le dio tiempo a ir por él y éste se introdujo dentro de la portería.
-Ya va uno, ahora solo quedan dos- dijo mientras regresaba a su lado del campo.
-Es... es imposible...- dijo Tom.
-No sabía que fueras tan buena...- le dijo John a Jun en cuanto la chica se acercó a su lado.
-En este tiempo no he estado parada sin hacer nada, ¿sabes?
-Ya lo veo, ya...
El tiempo pasó lentamente, pero aún así, Jun seguía ganando.
Ya habían llegado al 2-0 y la cosa se ponía interesante.
A ella le quedaba un gol para ganar, mientras que a Tom le quedaban los tres aún.
El nerviosismo estaba pudiendo con él y no pudo evitar cabrearse.
Ya estaban en la fase final y Jun tenía el balón.
Seguidamente, Tom se puso delante de ella y le evitó pasar.
-No pienso dejar que marques...- le dijo, medio jadeando.
-Pues vas listo, porque yo pienso marcar este definitivo gol de victoria.
-No será mientras esté yo delante de ti.
-Ya te dije que no iba a rendirme mientras tuviese a aquello a lo que más quiero en juego.
Al oir eso, Tom no pudo evitar pensar en que, tal vez, estaba equivocado.
¿Y si ella no le robaba a su amigo? ¿y si dejar que estuviesen juntos era lo mejor para todos?
-¡Abertura!- gritó la chica mientras lo pasaba de largo.
Pero éste, en vez de seguirla, se quedó parado en mitad del campo.
-¡Tom, ¿qué haces, tío?!- le gritó Ren.
El chico bajó la cabeza.
Había decidido dejarles vía libre. Después de todo, él no era así de mezquino, ¿no?
Acto seguido, el gol llegó.
Michael corrió hasta Jun, que estaba parada en frente de la portería de Ren y la abrazó y levantó tanto como pudo.
-¡Lo has conseguido, Jun!
-¡Vale, vale, pero no me aprietes tanto!
-Ah, sí. Perdón...- dijo mientras la bajaba.
Después de eso, la chica se encaminó hasta Tom y le puso la mano en el hombro.
-Ninguno de los tres te abandonará, tranquilo- le dijo cálidamente.
-Gracias, Jun...
-No hay de qué- le dijo mientras sonreía y cerraba los ojos.
El tiempo que había estado fuera había sido largo, pero ahora ya había vuelto y estaba lista para empezar de nuevo.
Estaría un tiempo pasando desapercibida allí y luego, iría a por Rye.
Pero antes, debía esperar a que Lirin se encontrase recuperada por completo.
La batalla que se iba a librar estaba aproximándose, solo le quedaba esperarla con verdadera paciencia.
Ese era... su destino.
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