Episodio 26º
El tiempo de descanso se hizo presente y todos se fueron hacia un lado diferente del centro educativo.
Jun, por su parte, se quedó sentada en su sitio mirando cómo los demás alumnos salían de la estancia.
En eso se acercó Michael y se sentó a su lado, tal y como había hecho siempre año atrás.
-¿Y esa cara? Estás muy pensativa.
-Estaba pensando en cuánto durará esto.
-¿A qué te refieres?
-Quiero decir... ahora estamos tan bien que se me hace raro el tener que irme algún día para luchar contra mi Padre...
-Bueno, pero...
-Ah, perdona, no quería hacerte pensar en ello. Perdóname, ¿vale?- le dijo mientras le miraba y le sonreía de nuevo.
-Tranquila...
-¡Ey, tortolitos!- gritó Ren mientras se acercaba-. ¿Qué hacéis ahí? Bajemos al patio, anda.
-Sí, ya vamos...
-¿Pasa algo? Lo veo eufórico hoy.
-Nah, estará contento por algo...
-Por eso mismo lo pregunté.
-Pues... a mí no me ha dicho nada, así que no lo sé.
-Vamos a ver...
Después de eso, ambos se levantaron lentamente y se acercaron hasta la puerta a esperar a que John y Tom se reuniesen con ellos.
Una vez se hubieron acercado hasta ellos, comenzaron su descenso hasta el patio delantero del edificio.
Cuando llegaron a su centro, Ren los condujo hasta unos bancos que se hallaban a la sombra de unos árboles bastante frondosos.
Seguidamente, el chico se sentó sobre el respaldar de uno de ellos y les incitó a imitarle.
-¿Qué te pasa hoy? Estás muy contento.
-Solo me alegro porque se nos haya incorporado un nuevo miembro al grupo, nada más.
-¿Eh?- preguntaron todos, muy extrañados.
-Claro. Desde hoy, Jun es un miembro más de nuestra pequeña pandilla de deportistas.
-¿Lo has decidido tú solo?- le preguntó John.
-Bueno, me supuse que después de la demostración de ayer, sería un hecho confirmado, ¿no?
-No creo que sea buena idea decirlo tan abiertamente...- le dijo Jun, algo preocupada.
-¿Por qué no?
-Me preocupa lo que el Trío estúpido pueda hacer.
-¿El trío estúpido?
-Sí, esas tres pesadas... No me sé sus nombres, yo las llamo "Trío estúpido"
-Ah, sí. Te refieres a Lissy, Eva y Mery. Son tres fans incondicionales de Michael.
-Bah, no me lo recuerdes... Bastante hartito me tenían ya.
-¿Y eso?
-Verás, Jun... Como no estabas, pues se volvieron más pesadas que nunca.
-Uh... creo que ahora me van a empezar a dar la bara a mí...
-¿Por qué lo dices?
-Esta mañana me las encontré en la entrada del edificio. Parecían muy enfadadas después de reconocerme... no sé por qué será, ja,ja,ja.
-Sí, estoy seguro de que todos lo sabemos, ja,ja,ja- dijo John.
Después de esa pequeña pregunta retórica, los cinco comenzaron a reirse abiertamente.
La verdad es que aquella escena no era fácil de ver, pues Jun nunca había estado así de bien con nadie antes.
Mientras tanto, a unos metros de allí y escondidas entre unas plantas, se encontraban las tres chicas de las cuales se estaban riendo.
-¿Cómo se atreve a reirse tan alegremente en precensia de nuestro querido Michael?- dijo Lissy, algo furiosa.
-Eso, eso. Ni siquiera nosotras, que somos parte del club de fans, nos hemos atrevido a tal cosa- continuó Mery.
-Jefa, ¿ya sabes lo que vamos a hacerle para que se entere?
-Sí, lo tengo todo pensado.
-¿De qué se trata?
-Estaba pensando en que podríamos llamarla al finalizar las clases hasta un lugar apartado de la escuela y, como somos más que ella, podríamos avergonzarla quitándole la ropa o algo por el estilo.
-Es un plan perfecto, como se nota que eres la cabeza del grupo.
-Claro, todo en mi cabeza está perfectamente ordenado. Venga, vamos a buscar el sitio adecuado...
-¡Sí!- gritaron las otras dos mientras la seguían.
El tiempo de recreo pasó casi volando mientras Jun y los chicos se divertían felizmente.
Al cabo de un rato, algunos alumnos de cursos inferiores se acercaron para pedirles un partido amistoso que duraría lo que quedaba de recreo y éstos aceptaron alegremente.
-¿Te vienes a jugar Jun?
-¿Qué? ¿yo?
-Claro, eres muy buena- le respondió Ren.
-Qué va, qué va...
-Si ayer le diste una paliza al tonto de Tom.
-Oye, tú- le dijo como respuesta.
-Ja,ja,ja, es broma, tío. No te enfades. Bueno, entonces, ¿qué? ¿juegas?
-No, no... jugad vosotros. Yo os animaré.
-Vale, entonces.
-Hasta luego- le dijo Michael justo antes de darle un beso en la mejilla.
-Que os divirtáis.
Seguidamente, todos se pusieron en posisión de juego en el campo que se encontraba en frente del banco donde Jun estaba sentada.
El juego comenzó y todos empezaron a moverse de un lado a otro.
El partido se ponía más emocionante por momentos, pero Jun sabía de sobra que el equipo de Michael ganaría por goleada, así que no se emocionó demasiado cuando los oponentes se acercaban a la portería.
Pasó el tiempo y el recreo continuaba.
Una multitud de alumnos se habían acercado para mirar con detenimiento el partido de fútbol, así que se podía decir que casi todo el alumnado se encontraba allí.
Como toda cosa en el mundo, la diversión se terminó en el presiso instante en que sonó el timbre que daba comienzo a las clases de después y todos se fueron a sus respectivas clases.
Michael, por su parte, se acercó corriendo hasta donde estaba Jun y le tendió la mano. La chica la agarró felizmente y se encaminaron juntos hacia la puerta de entrada al edificio.
Después de soportar las casi tres horas de aburrimiento absoluto, el timbre sonó de nuevo dando por finalizadas las clases del día.
Seguidamente, todos los alumnos recogieron rápidamente y salieron corriendo.
Sin embargo, Michael aún no había recogido del todo su mesa, por lo que seguía sentado.
Entonces Jun cogió su cartera y se acercó hasta él.
-Qué lento eres recogiendo, ¿no?
-Bueno, algo sí...
-Deja, te ayudo.
-Gracias.
Tal y como dijo, la chica le ayudó y consiguieron meter todas sus cosas en la cartera en un abrir y cerrar de ojos.
Acto seguido, Michael se levantó, colocó la silla en su sitio y cogió de nuevo la mano de Jun.
-¿Nos vamos?
-Claro- le dijo mientras le sonreía.
Bajaron las escaleras cogidos de la mano como una pareja formal y salieron al exterior.
-¡Jun!¡Jun!- la llamaron a lo lejos.
-¿Eh?- preguntó la chica, al oir aquellos llamamientos.
-Vaya...- dijo Michael al ver de quién se trataba.
-Jun, ¿tienes un momento?- le preguntó Lissy mientras se paraba justo a su lado.
-¿Para qué?
-Es que queremos decirte algo, ¿puedes venir, por favor?
-Pero es que ya me iba...
-Si es por mí, no te preocupes. Te espero aquí, ¿vale?
-Pero...
-Andaaa, Michael ya ha dicho que no le importa. Por fiis... ven un momentiiito.
-Bueno, vale. Pero que sea rápido, por favor.
-Claro- dijo mientras la agarraba del brazo y se la llevaba.
El trayecto fue algo largo, pero por fin se pararon en frente de una especie de cobertizo que se encontraba algo apartado del edificio central.
-¿Qué hacemos aquí?
-Entra, anda. Solo será un momento de nada.
-Bueno, démonos prisa- dijo mientras entraba.
Una vez dentro, pudo darse cuenta de que allí lo único que había era material antiguo de deporte. Aquel debía de ser el anterior cuarto de material deportivo del instituto, que ahora se hallaba abandonado.
Cuando Jun se acercó hasta el centro de la pequeña salita, se viró hacia la puerta y miró a Lissy, la cual estaba allí, de espaldas al exterior, mirándola.
-Bueno, ¿qué querías?
-Eso mismo te pregunto yo.
-¿Perdona?
-¿Cómo te atreves a regresar y a volver a molestar a nuestro querido Michael?
-¿Vuestro qué? Ja,ja,ja, no me hagáis reir, por favor...- dijo mientras intentaba taparse la boca para que no resultase una falta de respeto.
-Y encima te atreves a reirte de nuestra beneración hacia el Capitán del equipo de fútbol. Tú no eres quién para acercarte a él.
-¿He de recordarte que, hace un año, fue él el que se me acercó a mí?
-Nuestro querido Michael tiene sus errores y nosotras se lo perdonamos, pero a quien no perdonamos es a ti, una completa intrusa.
-Creo que me he perdido hace tiempo. Él no os soporta, ¿cómo podéis tomar las decisiones por él como si nada?
-Eso no es cierto. Él nos adora, solo que no quiere demostrarlo demasiado.
-Mejor no te respondo a eso... je,je... Bueno, si no tienes nada más que decirme, me voy. Michael me está esperando...
-Tú no te mueves de aquí. Al menos, no así.
-¿Eh?
Y entonces, alguien la agarró por la espalda y la inmovilizó por completo.
-¡¿Pero qué?!- gritó, exaltada.
-Vas a pagar por tu osadía, Jun.
-¿Una emboscada? Qué típico.
-Di lo que quieras. Después de todo, no soy yo la que va a ser desnudada.
-Así que ese es tu "gran" plan. Qué aburrido. Creo que deberías buscar a gente más fácil de derrotar, porque yo no pienso dejarme, lo sabes, ¿no?
-No me importa lo que digas. Chicas, agarradla fuerte.
-¡Sí, jefa!- gritaron las dos mientras reforzaban su agarre.
-Bah... qué tontería más grande- dijo mientras medio bostazaba y entrecerraba los ojos.
Entonces, Lissy se acercó decidida a quitarle la falda del uniforme. Pero Jun elevó las piernas aprobechando que la tenían agarrada por los brazos y le pegó una fuerte patada con sus dos piernas en el estómago.
-¡Arg... Serás hija de...!- dijo mientras se llevaba las manos a la zona afectada.
-Ya te dije que no podríais conmigo. Aunque fueseis un número más amplio, jamás seríais capaces de hacerme nada semejante.
-¡Eso ya lo veremos!- dijo mientras sacaba una pequeña navaja de su cartera-. Será mejor que te estés quietecita.
-¿Piensas que me voy a rendir solo por eso? Vas lista.
-Ya veremos qué dices una vez te la haya clavado en esas piernas tan bonitas que tienes.
-¿Desde cuándo unas pijas como vosotras os habéis convertido en unas macabras psicóticas?
-¡Desde el mismo instante en que apareciste de nuevo! ¡Por tu culpa, sufrimos una humillación enorme hace un año! ¡Ahora seremos nosotras las que te humillemos a ti!
-Si guardas la navaja y os rendiís, os prometo que no os haré nada.
-¡No estás en condiciones de decir eso!- dijo mientras se avalanzaba sobre ella con la punta de la navaja por delante.
Justo cuando se encontraba a unos pocos centímetros de ella, la chica elevó una pierna y provocó que Lissy le clavase la navaja en la planta del pie, la cual había enfocado hacia su agresora.
-¿Ves... ves lo que pasa cuando nos haces enfadar?
-Jefa... se la has clavado...
-¡¿Y... y qué?! ¡Ella se lo ha buscado!
-¿Eso es todo lo que puedes hacer con un arma de ese calibre? Qué patético.
-¿Cómo?
Las tres chicas se quedaron de piedra. ¿Cómo podía no inmutarse ante tal ataque?
Llevaba la navaja clavada en la planta del pie y ni siquiera había gritado.
Lissy, ante tal acto, se separó de ella dejando su arma donde estaba incrustada y la miró desde la distancia.
Después de eso, en vez de sangre, lo que se pudo ver fueron unas raíces negras saliendo de los bordes de la herida.
-¿Qué... qué es eso?- dijo Mery, medio asustada.
-No... no lo sé...- le respondió Eva, sin dejar de sujetar a Jun.
Entonces, las ráices rodearon el mango de la navaja y la sacaron lentamente de donde estaba.
Seguidamente, otras raíces de igual color, por dentro de Jun, cerraron la herida.
-¿Có... cómo puedes...?
-Os lo advertí, chicas. No debiste hacer eso...
Acto seguido, las raíces llevaron la navaja hasta la mano derecha de Jun y ésta la cogió por su filo. Éstas, una vez entregada el arma, regresaron al lugar del cual habían salido y desaparecieron.
-Basta de juegos. ¿Queréis ver morir a alguien de verdad?
-N...no...- dijo Lissy, mientras se alejaba lentamente de ella.
-Jefa... ¿qué... qué hacemos?- dijo Eva mientras corría hasta la susodicha y se ponía a su lado.
-Tenemos que irnos de aquí...- dijo Mery, imitando a Eva.
-¿Cómo? ¿Ya os váis?
-Eres... eres un monstruo...
-Sí, sí, lo que tú digas. Toma, si te vas, no te dejes esto- dijo antes de tirarle la navaja y dejarla clavada en el suelo, justo a los pies de Lissy.
-¡Nos las pagarás, no lo olvides!- dijo mientras recogía su arma y se iba corriendo.
-¡Eso, eso! ¡Aún no nos has vencido!- dijeron las otras dos mientras seguían a su jefa.
-Vaya, hombre...- dijo a la vez que posaba su pierna sobre el suelo.
Una vez lo hubo hecho, cerró uno de sus ojos a modo de dolor.
-Vaya... ahora estaré cogeando un buen tiempo. Las heridas, curarse se curan, pero aún así siguen doliendo...
Después de eso, se encaminó como pudo hasta donde había dejado a Michael.
El chico, por su parte, vio pasar corriendo a las tres chicas bastante extrañado.
-¿A dónde irán con tanta prisa?
Y entonces giró su cabeza y pudo ver a Jun a lo lejos, acercándose lentamente.
Éste, al verla ir tan lento, se acercó hasta ella casi corriendo.
-¿Qué te pasa? Vas cogeando...
-Digamos que he sufrido un pequeño percance...
-Ay, dios... ¿qué te han hecho ahora?
-Ah, nada importante. La herida se ha curado, lo que pasa es que después siempre duele un poco si tocas el lugar y tal...
-¿Pero qué ha sido?
-Nada, nada. Cosas de niñas pequeñas... Solo era una pequeña navajita sin importancia.
-¿Qué? ¿Una navaja?
-Solo se ha clavado la punta, no es para tanto. Además, yo me lo busqué. No debí levantar el pie para frenarla, je,je,je
-¡Esto es increible, ¿qué coño se han creido?!
-Ey... tranquilo... sabes que no pasa nada...
-Pero ellas no saben que no pasa nada si te hacen cosas como esa. Deberíamos avisar a la policía...
-Tampoco es para tanto. Además, ya les he dado su ración de miedo. No creo que se me acerquen más en un tiempo.
-Pero...
-En serio que no es nada. Tranquilízate, ¿vale?- le dijo mientras se aferraba a él y le sonreía.
-Bueno... deja que te ayude...
-Vale- le dijo con un rostro totalmente feliz.
Rápidamente, éste le pasó un brazo por detrás de la cintura e hizo que la chica le pusiese el otro por encima de su cuello.
-Venga, te acompaño a casa...
-Gracias.
-Es lo menos que puedo hacer ahora...- dijo mientras desviaba la mirada.
-Te quiero mucho, Michael. Y eso es algo que esas arpías jamás podrán cambiar, te lo aseguro.
Michael se había sorprendido.
Ella sí que sabía alegrarle en momentos de extrema tristeza. Era como su ángel protector que velaba por él en todo momento. Pero sabía perfectamente que aquello no podía seguir así. Tenía que ser él el que la ayudase, quería hacerlo. No podía dejarla cargar con el peso de toda responsabilidad, no quería que fuese así.
Y si para eso debía convertirse en una persona más decidida, pues lo haría.
Por Jun, sería capaz... de cualquier cosa.
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