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sábado, 17 de julio de 2010

Corazón oscuro 30

Episodio 30º

Se pasaron toda la mañana viendo la televisión en el salón de la casa de Jun, pero aquello ya les resultaba algo aburrido, así que decidieron salir a dar una pequeña vuelta.
Jun se puso una ropa más cómoda mientras Michael la esperaba en la puerta principal.
Después de unos minutos, esta bajó rápidamente las escaleras, se acercó hasta el chico, le agarró dulcemente del brazo y ambos salieron a paso ligero.
Caminaron por las calles cercanas a la casa de la chica, pues no querían que nadie conocido les viese y preguntase que por qué no estaban en clase.
Pasaron por delante de bastantes tiendas en las que se podían ver ya la ropa y complementos necesarios para afrontar el verano que se les echaba encima.
-Anda, mira...- dijo Jun al ver una tienda de ropa de playa-. Esto me recuerda que nunca he ido a la playa.
-¿Cómo? ¿Nunca has ido a la playa?
-No. Mis Padres y yo nunca salíamos juntos a ningún lado...
-Ya, es comprensible... Tengo una idea.
-¿Ah, sí? ¿Cuál?
-¿Te parece si te compro un bañador y nos vamos un día a la playa?
-¿Qué? ¡No, no tienes por qué hacerlo!
-Claro que sí, me apetece que vayamos.
-Pero...
-Puede ser cuando vuelvas de la batalla o, si lo prefieres, antes...
-Es que no sé...
-Te llevaré a una playa en la que nunca hay nadie, así la intimidad será la máxima. ¿Qué te parece?
-Pero es que no quiero que te gastes dinero en mí...
-Oh, vamos. No me supone ningún problema; además, lo hago más bien por mí.
-¿Y eso?
-Bueno... digamos que me apetece ver cómo te queda el bañador...- dijo mientras desviaba la mirada y se ponía algo colorado.
-Uh... al final va a tener razón tu Madre...
-Puede que un poco sí...
-Je, je, je...
Seguidamente, ambos regresaron a la casa de Jun y se dispusieron a comer.
Pasó la tarde tranquilamente hasta que alguien tocó al timbre de la vivienda.
Michael, algo extrañado y asustado a la vez temiendo que fuese su Madre, se acercó a la puerta y miró por la mirilla que allí se encontraba. Al ver de quien se trataba, abrió la puerta aliviado.
-Anda, Capitán. ¿Qué haces aquí?
-Me he quedado a cuidar a Jun. ¿Y tú qué, Tom? ¿qué te trae por aquí?
-¿Le pasa algo a ella?
-Nada importante. Solo fue un pequeño mareo, pero ya sabes cómo es mi Madre con eso...
-Sí, sí... lo sé de sobra.
-Bueno... ¿y para qué has venido?
-Venía a decirle a Jun que tenemos una excursión dentro de tres días.
-¿Una excursión? ¿a dónde?
-Sí... los profesores nos han dicho que iremos a la playa...
-Anda...- dijo, sorprendido.
-¿Qué pasa?
-Nada, es que justo antes estábamos hablando Jun y yo de ir a la playa.
-Pues qué casualidad...
-Sí, demasiada.
-Bueno, toma...- dijo mientras sacaba una hoja de su cartera-. Es la autorización de los Padres y tal para poder acudir, además de lo que hay que llevar y el dinero del transporte.
-Vale, yo se la daré- dijo mientras la cogía.
-La tuya te la ha llevado Ren a tu casa... Ya la cogerás cuando pases por allí.
-Sí, ya la veré... Aunque seguro que mi Madre la firma sin demora en cuanto la vea...
-Ja, ja, ja... sí, capaz es...
-Bueno, gracias, tío.
-No hay de qué. Ya nos veremos otro día.
-Sí, adiós.
-Adiós- dijo mientras se iba hacia su casa.
Después de eso, Michael cerró la puerta y le llevó el papel a Jun, quien lo leyó detenidamente y se quedó sorprendida, al igual que él momentos antes.
-Qué casualidad...
-Sí, je, je, je. Ahora sí debería comprarte ese bañador...
-Pero...
-Nada de peros, no es ninguna molestia.
-Bueno... ya veo que no puedo hacer que te eches para atrás...
-Exactamente, soy muy cabezota.
-No, si ya lo veo...
-Esta tarde mismo vamos a por uno.
-Vale, vale...
Las horas pasaron tranquilamente y los dos fueron a comprarle lo necesario a Jun.
La tarde transcurrió seguidamente muy pacíficamente sin nada importante que merezca ser mencionado.
Rápidamente, la noche llegó y Michael tuvo que despedirse de ella, pues ya no podían faltar más a clase y él ya llevaba un tiempo largo con esa misma ropa.
-Bueno, tengo que volverme...
-Sí, claro. Nos veremos mañana, ¿vale?
-Claro, je, je, je.
-Y gracias por todo...
-Ya sabes que no es problema. Te quiero mucho, ¿de acuerdo?
-Sí, lo mismo digo.
-Adiós- dijo justo antes de darle un beso e irse corriendo calle através.
Las horas pasaron sin demora y llegó el día siguiente.
Jun, como había hecho casi todos los días desde que llevaba allí, se preparó y se encaminó hacia el instituto.
Una vez hubo llegado, se encontró con Ren, el cual estaba esperando a los demás.
-Anda, hola, Jun. ¿Qué te pasó ayer?
-Nada importante... es que me encontraba algo mal, pero ya estoy perfectamente.
-Ah, pues me alegro.
-Gracias.
-No es nada.
-Bueno... ¿qué haces aquí?
-Pues espero a la gente.
-Ah, ¿te refieres a Tom, John y Michael?
-Sí. Tom me dijo que vive cerca tuyo, ¿no lo has visto?
-No, cuando salí de mi casa no lo vi por ningún lado...
-Am... será que se retrasará. ¿Quieres esperar aquí conmigo?
-Bueno... vale- dijo mientras se ponía a su lado.
-¿Traes la autorización para la excursión?
-Sí... ayer llamé a mi Madre para que me la firmase...
-¿La llamaste?
-Sí... es que trabaja hasta tarde...
-Am... ¿te dijo algo?
-Pues se preocupó, pues yo nunca había ido a la playa, pero confía en que me lo pase bien antes de...- y entonces, cortó lo que iba a decir.
-¿Antes de qué?
-No, de nada, de nada. Quiere que me divierta antes de las vacaciones, porque no nos veremos con la misma frecuencia.
-Sí, eso es cierto.
Después de unos instantes, Michael y Tom llegaron juntos por la misma calle por la que, momentos antes, había llegado Jun.
-Tíos... qué tarde, ¿no?- les dijo Ren al verlos.
-Perdón, perdón... es que tuve que pasar por casa de Michael para rescatarlo de su Madre...
-¿Qué te ha hecho esta vez?
-Bueno... digamos que se ha emocionado con lo de la playa...
-Qué tía, dios...
-Ya, ya... lo sé mejor que tú ja, ja, ja...
-Bueno, entremos ya, que solo quedan unos diez minutos.
-Sí, mejor...
Seguidamente, Michael se juntó a Jun y todos entraron en el edificio donde se encontraba su clase.
Cuando llegaron, cada uno se sentó en su sitio correspondiente y esperaron a que la clase empezara.
Estuvieron dando materias toda la mañana y por fin llegó el descanso. La verdad es que nunca se habían aburrido tanto como hasta ese día, pero por fin podían descansar y alejarse un poco del barullo de los estudios.
Como se había planeado días antes, todos se fueron a los bancos que estaban bajo la sombra de algunos árboles justo en frente de una cancha de fútbol y se sentaron allí de nuevo.
El suave viento mecía las ramas de las plantas que se encontraban situadas a sus espaldas y producían un dulce sonido que ambientaba bastante bien.
Michael se sentó al lado de Jun y le pasó su brazo más cercano a ella por encima de los hombros, apoyándolo así en la parte alta del respaldar del asiento.
Seguidamente, Ren se sentó a unos centímetros de él, sobre dicho respaldar, y los otros dos se quedaron de pie, mirándolos.
-Hace un día precioso...- dijo Jun, para romper el hielo.
-Sí... esperemos que no se gaste para pasado mañana.
-¿Por qué lo dices?- preguntó John.
-¿Cómo que por qué? Pues está claro, para que no nos llueva en la playa.
-Ah... ¡espera! ¿playa?
-¿No te habías enterado? Nos dieron los papeles ayer.
-Pues no tenía ni idea... debieron darlos cuando salí al baño... ¿Quién diantres repartió las hojas que no me pusieron ninguna en la mesa?
-Pues... ni idea, el caso es que yo tuve que acercarme a la profesora para pedirle dos hojas más.
-¿Y eso?
-Una para Jun y otra para Michael, por supuesto.
-Ah... vale, vale, de ellos sí te acuerdas, pero de mí nanai, ¿no?
-Hombre, yo pensé que ya la tenías. Además, es culpa tuya por irte al baño.
-Sí, claro, ahora resulta que es culpa mía.
Rápidamente, todos se rieron.
La verdad es que Jun no cambiaría esos momentos por nada en el mundo, pues lo pasaba de maravilla.
Ahora más que nunca, estaba segura de que debía regresar sana y salva.
Los minutos pasaron sin que nada ocurriese pero, justo entonces, el trío estúpido se acercó hasta ellos.
-Vaya, vaya... mira quién está aquí... Pero si es el monstruo.
-¿Por qué no os largáis?- dijo, irritado, Ren.
-¿Acaso no sabéis que vuestra amiguita es un monstruo de otro planeta? ¿Por qué no les cuentas lo que nos hiciste el otro día, eh?
-Ah, ¿os referíis a cuando intentasteis cogerme por sorpresa y desnudarme para dejarme en ridículo? Bueno, si no te importa que cuente que después de conocer vuestras intenciones os diera una paliza, por mí bien.
-Pero serás... De haber sabido que tenías poderes extraños, claro está que nunca nos habríamos acercado a ti.
-Creo que véis demasiadas películas fantásticas- les dijo John, casi burlándose.
-No mentimos. Si se hace una herida, unas cosas negras salen de ella y se autocura, además de herir al atacante.
-Por favor... ¿de dónde habéis sacado eso?
-¡¿Hace falta que lo demostremos o qué?!
-Vale, vale- dijo Jun, algo mosqueada-. Ya veo por dónde váis- dijo, levantándose.
-¿Qué vas a hacer?- le preguntó Michael, aún sentado.
-Pues demostrarles que están locas- dijo mientras cogía una pequeña rama cercana.
-Jun, será mejor que no hagas tonterías- le dijo Tom, algo preocupado.
-Bah, nada que no se cure con una tirita- dijo mientras se colocaba la punta de la rama encima de la palma de su mano izquierda.
Seguidamente, la chica presionó un poco sobre su piel y se hizo un pequeño corte en el cual comenzó a salir un poco de sangre.
Jun, por su parte, cerró levemente los ojos y se concentró un momento.
Después de eso, los abrió de nuevo y las miró.
-¿Veis? Imaginaciones vuestras.
-¡Pero qué! ¡A nosotras no nos engañas! ¡Seguro que puedes hacer que no salgan si no quieres!
-Como queráis, yo no pienso mover un dedo más para demostraros que os equivocáis- dijo a la vez que tiraba el palo empleado y se sentaba de nuevo donde estaban los chicos.
-Estáis locas. ¿Queréis hacer el favor de iros, anda?- les dijo Tom, algo cabreado ya.
-No nos rendiremos hasta demostraros que no mentimos, tenedlo por seguro.
Acto seguido, las tres se fueron corriendo hacia el interior del edificio.
-Qué pesadas que son, en serio...
-Me sacan de quicio...
-Ya, ya, tranquilos...
-¿Cómo puedes decir eso, Jun? ¿Has visto cómo se han puesto? Se deben creer que vivimos en un mundo paranormal de esos.
-Bueno... nunca sabemos lo que podemos encontrarnos, ¿no?
-Sí, pero una cosa es pensar que esas cosas existen y, otra muy distinta, pensar que tú eres una de ellas. Vale que estuvieses muchos años de tu vida sin hablar y actuases raro, pero eso no quiere decir que no seas de este planeta, ¿no?- dijo, enfadado, Tom.
-Em... sí... supongo...- dijo mientras miraba hacia otro lado.
-Ya dejen el tema, no quiero que me amarguen el resto del descanso...- dijo Ren, intentando calmar el ambiente.
-Disculpadme, he de ir a un sitio- dijo Jun mientras se levantaba y se alejaba corriendo.
-Anda... ¿qué le pasa?- preguntó John, algo extrañado.
-Pues a saber- dijo Ren.
Por otro lado, Michael sabía perfectamente qué era lo que le pasaba. Tom se había pasado un poco al decir aquello, pero ¿qué esperaba que dijera? Ninguno de los tres sabían la verdad sobre ella, así que era normal que negasen su existencia.
-¿Me perdonáis? Tengo que ir al baño- dijo Tom.
-Vale, vale- le dijo Ren.
Seguidamente, el chico se encaminó por el mismo sitio por el que Jun había desaparecido momentos antes.
Después de estar buscándola durante un buen rato por el patio, decidió entrar para ver si la veía allí.
Estuvo caminando unos segundos por los pasillos de su curso, pero rápidamente se avalanzó a las escaleras que daban a la azotea del centro.
Una vez hubo llegado hasta arriba, se encontró con la puerta abierta de par en par.
Inundado de valor, el chico atravesó la puerta y pudo ver a Jun sentada sobre el muro con los pies colgando hacia el exterior.
Este avanzó a paso lento hasta ella y se paró a unos dos metros de donde se encontraba sentada.
-Ten cuidado, podrías caerte- le dijo.
-Ah, Tom...- dijo mientras se pasaba las manos por la cara para secarse unas aparentes lágrimas y se viraba hacia él.
-Siento mucho lo que te dije... no debí gritarte...
-No, si tienes razón... No soy un ser extraño, yo soy de aquí. Es solo que... bueno, nada... no es nada en verdad...
-Aún así no tenía por qué ponerme así- dijo mientras avanzaba y se apoyaba sobre el muro, mirando así el paisaje.
-No importa, en serio... Últimamente siento como si esas tres estuviesen pegadas a mí todo el día. No me gusta nada...
-Es normal que te sientas así. Después de todo, esas locas son fans incondicionales de Michael, ¿no? Es lógico que no aprueben vuestra relación.
-Tal vez debería matarlas a las tres...- dijo en un susurro.
-¿Eh?- preguntó, extrañado, al no oir lo que había dicho.
-No, nada. Será mejor que bajemos, no quiero preocupar a los demás- dijo mientras se giraba y saltaba hacia el suelo de la azotea.
-Escucha, Jun, yo...
-¿Sí? Dime- dijo mientras se paraba a mitad de camino y le miraba.
-Yo... es que verás...
Pero justo antes de que pudiese articular una sola palabra más, un fuerte estruendo se hizo notar de la nada y la puerta que estaba a unos pocos metros de ellos se vino abajo.
Entre todo aquel humo, Jun pudo distinguir la figura de un hombre.
Dicha silueta se acercó lentamente hasta ellos hasta hacerse visible.
-Vaya, vaya... Así que aquí estabas.
-¿Quién eres?- preguntó Jun, poniéndose en guardia.
-Mi nombre es "Tres". He venido a derrotarte o, en todo caso, a capturarte.
-Ya tardabas en aparecer.
-Es que he estado ocupado analizando tus anteriores combates y, por lo tanto, tus poderes latentes. Es realmente increible que hayas logrado derrotar a mis compañeros "Uno" y "Dos", pero yo no soy tan dévil.
-Menos hablar y más demostrar, querido enemigo.
-¿Quieres una demostración? Bien...- dijo a la par que se evaporaba.
Jun, al reconocer dicho acto, se giró para ver si aparecía detrás suya.
Tal fue la desgracia, que el atacante apareció justo encima de su cabeza y, acto seguido, se colocó a su espalda.
La chica, al intuirlo, se giró bruscamente, pero este la agarró del cuello y se elevó en el aire.
-Mi poder es simple, querida. Yo no dependo ni de la fuerza ni del control, como tus anteriores oponentes. Mi poder es la estrategia y el engaño.
Seguidamente, el hombre comenzó a multiplicarse.
Cada segundo aparecían más y más clones que no dejaban indiferente a cualquiera.
-La verdad es que pensaba que eras más intuitiva, pero al ver que no has sido capaz de esquivar ni siquiera mi primer ataque, ya no mereces la pena. Será mejor que te elimine para que nuestro jefe Rye deje de preocuparse por tan poca cosa como lo eres tú.
Repentinamente, todas las copias desaparecieron y el real avanzó hasta el bordillo. Se subió a él lentamente y dejó a Jun colgando en el vacío.
-Este es tu fin, señorita. Espero que el más allá sea agradable.
-¡Suéltala ahora mismo!- gritó Tom, desde la distancia.
-Vaya... parece que tenemos público. Esto no te incumbe, chaval. Será mejor que te estés cayadito o si no quien caerá desde aquí serás tú.
Rápidamente, la soltó.
-¡Jun!- gritó Tom acercándose y asomándose al borde por el cual ella había caido.
Para su mayor sorpresa, ella había desaparecido, pero se mantuvo callado por si acaso.
-Qué fácil ha sido... ja, ja, ja.
De repente, el enemigo recibió un fuerte golpe en la cara.
Al parecer, había recibido una patada en la mejilla izquierda y el fuerte impacto lo llevó a estrellarse contra una pared cercana.
Después de estabilizarse como pudo, miró hacia donde había estado momentos antes y pudo ver a su anterior "víctima" subida sobre el pequeño muro.
-¿Có... cómo?- dijo tosiendo sangre.
-No tienes derecho a saber- dijo, fríamente.
Después de eso, sus ojos se le tornaron totalmente negros y desapareció de donde estaba.
Pasaron los segundos y ninguno de los dos presentes sabían nada sobre ella. La chica se había esfumado casi sin dejar rastro.
Al cabo de un tiempo, ésta volvió a aparecer justo delante del herido, el cual la miró con furia.
Los ojos negros de Jun desprendían una fuerte ira hacia aquel hombre, por lo que le apuntó con las dos palmas de sus manos.
-Qué... ¿qué piensas hacer?
-Como bien dije antes, no tienes derecho a saber nada.
Casi no le había dado tiempo a reaccionar cuando de sus uñas comenzaron a salir sus raíces negras.
Enseguida, ésta lo apuntó con esa parte de su cuerpo, probocando de esta manera que los hilos fuesen en línea recta hacia el hombre, el cual no podía ni moverse.
Fue cuestión de segundos que las raíces lo rodeasen por completo.
Después de ver que no tenía escapatoria, la chica lo elevó en el aire y comenzó a estrechar cada vez más su arma.
El hombre, al ver que iba a ser estrujado con semejante técnica, intentó cortar sus ataduras con unos pequeños cuchillos que logró sacarse de la capa que llevaba. Pero mayor fue su sorpresa cuando descubrió que no podía atravesar la capa que envolvía sus "cuerdas"
-Es inútil. Serás estrangulado hasta la muerte...
Acto seguido, las raíces comenzaron a subir lentamente hasta colocarse alrededor del cuello de su adversario.
Justo cuando la chica iba a comenzar a estrujarle el cuello más duramente, Tom se avalanzó sobre ella tirándola así al suelo y cayendo sobre ella.
-¡Jun, déjalo, por favor!- le gritó, algo asustado.
Tal cosa provocó que sus raíces se soltasen y, por consiguiente, que el adversario cayera al suelo, medio inconsciente.
-¡Sé que ha intentado matarte, pero ya basta, por favor!- continuó Tom.
Los ojos negros de Jun comenzaron a volver a la normalidad hasta que el cambio fue irrebocable.
Y entonces, al verse ante tal situación, no pudo evitar sobresaltarse.
-Pe... pero qué...
-Jun...
-Qué... ¿qué ha pasado? Yo...
-Menos mal que estás bien...- dijo, aliviado.
Seguidamente, ambos miraron, desde donde estaban, hacia donde se encontraba el oponente.
Para su mayor sorpresa, este ya estaba casi en pie y ahora les miraba con prudencia.
-Ésto... no quedará... así...- dijo, jadeando.
Seguidamente, el hombre desapareció con el viento.
La verdad es que Jun no sabía muy bien lo que había pasado, pero ahora debía preocuparse más por cómo eliminar a aquel hombre, el cual, había escapado.
-Jun... yo...
-¿Eh?- dijo mientras pasaba a mirarlo a él ahora.
-No sé por qué, pero... creo que... he empezado a sentir algo por... por... por ti...
-Pe... pero...
-Sí, lo sé, es una locura. Tú estás saliendo con Michael y jamás querrías algo conmigo, pero... no puedo evitar sentir lo que siento. Espero que el que te lo haya dicho no cambie nuestra amistad...
-No importa, de verdad. Pero ya sabes que en mi corazón solo hay sitio para Michael. Lo siento...
-No pasa nada...- dijo mientras se levantaba-. Desde el principio sabía que sería así. Solo quería decírtelo para aliviarme un poco, nada más.
-Lo comprendo. Gracias por decírmelo- dijo mientras se levantaba también.
Seguidamente, ambos bajaron como pudieron hasta el patio.
Una vez allí, pudieron ver que todos los alumnos que se habían acercado estaba husmeando por allí para ver lo que había ocurrido.
En un instante, ambos lograron librarse de aquella masa de gente y alejarse un poco.
Después de unos segundos, Ren, John y Michael se acercaron corriendo hasta ellos.
Una vez allí, Jun se avalanzó a los brazos de Michael y este la acogió rápidamente. Parecía que no iba a soltarla nunca más.
-¡Jun, ¿estás bien?!
-Sí, tranquilo... no me ha pasado nada...
Desde la distancia los observaba Tom, el cual casi no podía aguantarse sus celos.
Pero entonces pensó en ello. ¿Cómo había sido Jun capaz de tal azaña? ¿era cierto lo que aquellas tres arpías decían sobre ella?
Ahora que lo había visto con sus propios ojos, no podía evitar pensarlo.
Algo no iba bien o estaba fuera de lo normal, y quería saberlo cuanto antes.
¿Tendría que preguntarle a ella o... tal vez, debería averiguarlo por sus propios medios?
Esa era una pregunta que le tenía... bastante intrigado.

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