Episodio 16º
Después de estar un rato mirándole, por fin se despertó y volvió a mirar hacia la marabunta de gente que se había formado en mitad del campo de fútbol. La verdad es que no solo Michael era aclamado, sino también sus dos amigos que habían podido jugar junto con él, Tom y Ren.
Todas las chicas se iban enfocando en ellos mientras que intentaban buscar a Michael, el cual pasaba desapercibido al estar sentado junto a ella.
Entonces éste la miró.
-Bueno, creo que pronto empezará un partido de Baloncesto... lo mejor será que vaya hacía allá- dijo, levantándose.
Seguidamente, Jun se levantó también.
-No hace falta que vengas si no quieres. Creo que esto te aburre...
Inesperadamente, la chica le cogió de la mano y le sonrió.
La verdad es que no le importaba en absoluto el quedarse sentada mirando, y él pudo apreciarlo bien.
-Bueno, pero luego no te quejes eh- dijo, sonriendo también.
Ésta afirmó, contenta.
Rápidamente, iniciaron el camino y se pusieron rumbo a la cancha de Baloncesto.
Por el camino se les interpuso Lissy que, al parecer, aún seguía estando herida.
-Vaya, vaya... ¿pero qué tenemos aquí?
-Hola, Lissy... ¿no has mejorado nada?
-Voy a estar en esta asquerosa silla de ruedas por mucho tiempo, me temo que no nos podremos mover más ninguna de las tres.
-¿Entonces por qué has venido?
-Solo quería vigilarla a ella- dijo, señalándola como pudo.
-¿Para qué, a ver?- preguntó mientras la miraba con desconfianza.
-Pues, ¿para qué iba a ser si no? Nadie quiere que te pase nada, Michael.
-¿Por qué debería de pasarme algo?
-Pues está claro, ella es una bruja que hace que todo aquel que la moleste salga herido, y lo sabes de sobra. Solo hace falta mirarme para darse cuenta.
-Para empezar, ella no es ese tipo de chica que se divierte viendo a la gente sufrir, y segundo, a mí me gusta estar con ella, no hace falta que te preocupes por mí porque no lo necesito en lo absoluto. Puedes meterte tus opiniones donde te quepan- dijo, furioso.
-¿Insinúas que esa chica es mucho mejor que yo?
-Mejor no, superior. Y ahora, si nos disculpas, tenemos prisa- dijo mientras apretaba con un poco más de fuerza la mano de Jun y se la llevaba lejos de aquella chica.
-¡Será posible!- dijo mientras les veía alejarse.
Al cabo de un buen rato, Michael se paró en seco y miró hacia abajo.
-No puedo creerme que sean así...
Jun se acercó hasta él y le miró desde abajo.
La verdad es que no le gustaba verlo así de desanimado. Estaba acostumbrada a verlo sonreír y estar contento pero, en esos momentos de tristeza... no sabía qué hacer para hacerlo feliz de nuevo.
Entonces ésta le agarró con su mano libre la parte de abajo de la camisa y tiró suavemente para que éste la mirase.
Una vez lo hubo hecho, Jun le sonrió para que se encontrase mejor. Éste se sorprendió. ¿Cómo era posible que no le afectase que pensasen así de ella?
-No... ¿no te molesta que digan eso de ti?
Ésta negó con la cabeza.
Estaba totalmente acostumbrada a aquello y ya no le sorprendía en lo más mínimo. Era algo de su día a día.
Después de eso, la chica tiró de él y fueron hasta el campo de baloncesto al que tenían planeado acudir.
Cuando llegaron, se sentaron en uno de los bancos y esperaron al resto de la gente, pues todavía andaban celebrando la victoria en el área del fútbol.
-Parece que no hay nadie por aquí...- dijo después de echar una ojeada.
Jun afirmó.
Era cierto que no se veía a un alma, ¿tanto podían tardar en festejar algo así?
De repente, el ambiente tomó un color negro y solo se veía lo que había en una distancia de tres pasos.
Michael se sorprendió y se levantó, agitado, mientras que Jun seguía calmada y sentada mientras cerraba los ojos a modo de tranquilidad.
Y entonces, la terrible espectro apareció ante ellos.
-Hola, Jun. Vengo a ver cómo te va.
-¿Otra vez tú?- le dijo Michael mientras se sentaba de nuevo al ver que era ella.
-Qué grosero puedes llegar a ser, humano...- dijo acercándose hasta ellos.
Una vez se hubo plantado frente a ambos, cogió de las manos a Jun y la miró a los ojos mientras ésta los abría.
-Me han ampliado el plazo, pero debes apresurarte, ¿me oyes?
Jun afirmó.
-¿De qué estás hablando?- le preguntó el chico, algo irritado.
-Ya te he dicho que no puedo contártelo.
-Pero...
-Eso podría interferir en tu misión. Además, si lo hago... puede que se nos acabe el tiempo inmediatamente.
-Ya sé que me has dicho que debo ser yo el que la salve, pero... no sé a qué te refieres. ¿Qué se supone que debo hacer?
-Solo te diré que sigas siendo como hasta ahora con ella. Si lo haces... puede que la maldición que se cierne sobre Jun acabe por fin.
-¿Mal... maldición?
-Exactamente. Es lo único que puedo decirte a no ser que los de arriba consideren necesario que lo haga.
-¿Los de arriba?
-Mis jefes.
Michael se quedó anonadado.
No podía creerse que Jun estuviese maldita. Pero, aún así, ella era su amiga y, es más, la amaba. De eso podía estar completamente seguro.
-Bueno... será mejor que me vaya. Ah, una cosa más Jun.
Ésta la miró incitándola así a que hablase.
-Me han dicho que lo estás haciendo bien. Que si sigues así... todo acabará. Si te fijas en tu marca, debe de estar borrándose ya.
Jun se sorprendió.
Lo cierto era que no se había fijado en la marca que indicaba su maldición desde hacía años y, ahora que Lirin se la mencionaba, podía recordarla con claridad.
Después de eso, la maléfica chica desapareció dejando la estancia como estaba y los dos se volvieron a quedar nuevamente solos.
Acto seguido, Jun se levantó un poco la camisa por la parte del costado derecho y se fijó en que la marca que había estado ahí desde que nació y que indicaba su situación, estaba empezando a desaparecer.
Michael, al verla, se quedó atónito. La marca era de color negro y tenía forma como de rosa con bastantes espinas. Alrededor de ésta se encontraba una especie de jaula y, a los lados de dicho objeto, se podían ver dos ojos parecidos a los de Lirin.
-Vaya...
Ésta se bajó la camisa de nuevo y le miró.
-Nunca pensé que algo así pudiese ser real. ¿Perdiste tu voz a causa de la maldición, verdad?
La chica afirmó, deprimida.
La razón por la que se lo había ocultado era porque no le estaba permitido hacérselo saber a nadie. Si eso ocurría, su tiempo de vida se acortaría aún más y eso no resultaba nada agradable.
-No me importa- le dijo, sonriendo.
Ésta le miró, sorprendida.
¿Decía que no le importaba?
-No me mires así, mujer. Si te digo que no me importa, es porque no me importa. Tú sigues siendo tú y eso no va a cambiar nada.
Jun se sorprendió aún más. ¿Le estaba diciendo lo que ella creía que le estaba diciendo?
¿Cómo era aquello posible?
Ella pensaba que personas como él se habían extinguido. Creía que su esperanza se había perdido en el mismo instante en el que la última persona que se atrevió a conocerla sufrió las consecuencias de arrepentirse.
Estaba segura de que aquello era extraño pero, aún así, real.
Sin pensarlo siquiera, Jun fue acercando su rostro al de él. Éste, algo sorprendido, se quedó como de piedra.
Al cabo de unos segundos, ésta paró y bajó la cabeza, apenada por lo que había intentado hacer. La verdad es que aún no tenía claro sus sentimientos y no quería hacerle creer a Michael cosas que luego podían resultar erróneas.
Inesperadamente, el chico le puso su mano izquierda sobre su mejilla derecha y ésta lo miró.
Después de eso, fue él quien se acercó cada vez más hasta que sus labios se juntaron.
Ambos cerraron los ojos y se dejaron llevar por la situación.
Estuvieron así unos instantes hasta que decidieron separarse lentamente.
Una vez se hallaron a la misma distancia que antes, abrieron de nuevo sus ojos y se miraron el uno al otro.
-Jun... creo que ya sabes lo que siento... me gustaría saber si tú opinas igual...
Ésta se sonrojó un poco y bajó la mirada.
Nunca había pensado en qué decirle si éste llegaba a preguntarle aquello. Después de todo, aún seguía confusa. No quería hacerlo sufrir, y menos aún cuando la estaba ayudando tanto con su problema.
No se había parado a pensarlo pero, finalmente, se dio cuenta de algo muy importante.
Ella lo amaba, al igual que él la amaba a ella. Ya podía estar segura de aquello, pues era algo que se notaba a distancia.
Nuevamente levantó la mirada y no pudo reprimir las lágrimas, ya no podía esconderlo. Aunque su mente se negara a aceptarlo debido a la maldición, su corazón no podía mantenerse callado para siempre.
Seguidamente, la chica afirmó lentamente y el chico sonrió, contento con aquella respuesta.
Ambos se abrazaron y éste la besó nuevamente en su mejilla izquierda.
Acto seguido, se volvieron a separar.
-¿Me disculpas? Tengo que ir a ver qué pasa que no vienen... ¿me esperas aquí?
Jun afirmó mientras se secaba las lágrimas.
-No tardo, ¿vale?
Ésta le sonrió.
El chico se levantó y se fue hasta las cercanías del campo de fútbol donde había jugado momentos antes.
Entonces, y sin previo aviso, Tom se le acercó desde un segundo plano que Michael no había podido ver y se le plantó justo delante.
-¡Ah, hola, Tom! Qué susto me has dado...- dijo, llevándose una mano a donde estaba situado su corazón.
-¿Qué hacías, Capitán?
-Pues esperaros. Tenemos el partido de baloncesto, ¿recuerdas? Como vi que no llegabais, pues he venido a mirar qué pasaba.
-No me refería a eso.
-Y... ¿a qué te referías entonces, Tom?
-¿Qué hacías con Jun allí?
-Pues solo esperábamos, ya te lo he dicho.
-Te he visto, no me vengas ahora con eso.
-¿Se puede saber qué has visto?
-Te he visto besándola. ¿Te crees que soy tonto?
-Ah...
-No me vengas con esas Capitán. ¡No me digas que te gusta!
-No te pongas así, anda...- dijo mirando hacia otro lado.
-No cambies de tema.
-En primer lugar, que me guste no te importa en lo absoluto y, en segundo lugar, si me gusta, ¿qué pasa? ¿es algo malo? Todos tenemos derecho a enamorarnos de alguien.
-Si a mí me parece bien que te enamores, ¡¿pero de esa chica?! ¡¿Estás loco o qué?! ¡Ni que no supieras todas las desgracias que la rodean!
-Tom, lo siento, pero... yo no puedo ignorar mis sentimientos. Estoy enamorado de ella y es algo que no puedo cambiar. No es algo que espero que comprendas, lo único que quiero es que no te metas- dijo mientras seguía su camino y lo dejaba allí plantado.
El chico se quedó de piedra.
¿Cómo era que su Capitán se hubiese enamorado de semejante chica?
Mientras tanto, Jun estaba allí sentada mirando a la nada.
Bien era cierto que le quería, pero... ¿saldría todo bien? ¿toda aquella pesadilla acabaría por fin?
El tiempo pasaba y nadie llegaba. Parecía como si todos hubiesen desaparecido y ya no quedase nadie allí. ¿Habrían terminado y ellos no se habrían dado cuenta?
-Hola, Jun...- le dijo una voz de chico a su espalda.
Cuando ésta se viró, pudo ver que se trataba de Tom, el amigo de Michael.
La chica bajó un poco la cabeza a modo de saludo y luego volvió a mirar al frente.
El chico se puso delante suya y le habló desde arriba.
-Os he visto a ti y al Capitán besándoos.
Jun se sorprendió. ¿Cómo era posible que hubiese podido ver aquello?
Aunque, ahora que lo pensaba... no se habían asegurado de que no hubiese nadie cerca, así que era posible.
-Quiero que te alejes de él.
La chica le miró, sorprendida.
¿Qué le estaba pidiendo? ¿que se alejase de su única vía de escape? ¿que olvidase a aquella persona que tanto le había costado encontrar y reconocer como al chico que quería?
-No te hagas la tonta. No quiero que mi Capitán se involucre con alguien como tú. Aléjate de él y no vuelvas a acercarte, porque si no, no respondo. Me da absolutamente igual lo que pueda pasarme a mí a cambio de que él se libre de una bruja como tú- le dijo, algo enfadado.
Era ya la segunda o tercera vez que oía aquello.
¿Estaban destinados a encontrarse con ese tipo de impedimentos o era algo que el destino o los de "arriba" tenían planeado para que Jun no pudiese escapar de su desgraciado pero cierto futuro?
No podía creerse semejante cosa. Había esperado mucho tiempo para encontrar a la persona que le salvase de su sufrimiento y, ahora que por fin la había encontrado, no iba a permitir que se la arrebatasen. Y aún menos sabiendo que lo amaba de verdad.
Haría cualquier cosa por evitar que la separasen de él, aunque eso supusiese recurrir a Lirin...
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