Episodio 42º
El ambiente estaba algo distorsionado.
Michael no sabía qué era lo que Jun se proponía pero, aún así, quería creer en ella y en que funcionase.
Poco a poco, la distancia que separaba sus labios era cada vez más corta. A medida que ella se iba acercando, una especie de corriente eléctrica proveniente de los labios de Michael se iba notando mejor.
Después de un tiempo, la distancia ya no existía y los pequeños rayos que podían verse saltaban desde los labios del chico hasta los de la chica.
El dolor era intenso para ella, pero aún así lo soportaba.
El chico, al ver lo que ésta se proponía, abrió los ojos tanto como pudo e intentó separarla de él. Pero antes de que pudiese poner sus manos en ella para alejarla, Jun ya le había cogido las dos manos para evitarlo.
Aquello parecía un beso forzoso, pues él no quería hacerle daño.
A medida que se besaban, los rayos se veían con más frecuencia y ella cerraba los ojos fuertemente a causa del dolor que sentía.
El tiempo pasaba y las descargas iban cesando poco a poco.
Al cabo de un rato, éstos ya no se sentían y Jun cayó, desmayada. Michael, por su parte, estaba completamente recuperado. El cansancio que había sentido hasta hace apenas unos minutos había desaparecido y estaba totalmente bien.
-¡Jun, Jun! ¡Despierta, Jun!- dijo, mientras se incorporaba y la agarraba por los hombros.
A pesar de sus esfuerzos, la chica parecía no poder despertarse por mucho que quisiera.
Entonces, optó por acostarla a ella sobre la cama para que pudiese descansar y, acto seguido, ir en busca de su Madre y Lirin.
Una vez hubo hecho lo primero, se puso las zapatillas que allí se encontraban y salió a todo correr de la habitación.
Se acercó hasta los ascensores y pulsó el botón de llamada.
Estuvo esperando tres minutos y, cuando dicho elevador se abrió, entró casi volando.
Después de un rato, pudo llegar a la planta baja sin problemas y se avalanzó hacía la cafetería.
Cuando entró, pudo ver, sentadas en una mesa, a su Madre y a Lirin hablando tranquilamente, aunque con un aparente tono pensativo en sus rostros.
Al verlas, corrió hasta ellas y, poniendo sus dos manos sobre la mesa para que lo mirasen ambas, dijo:
-Lirin, Mamá, venid rápido.
-¡Michael! ¿Qué haces aquí? ¿Ya estás mejor?
-Sí, Mamá, pero ahora no hay tiempo para eso.
-¿Qué pasa?
-Lirin... es por Jun. Dijo que se le había ocurrido algo para ayudarme y lo siguiente que recuerdo es que me estuvo besando por lo menos unos diez minutos. Después de eso, se desmayó y lo único que sé es que ahora estoy perfectamente. No tengo fiebre y no siento ningún dolor muscular. Además de que, como podéis ver, ando perfectamente y no me siento mareado en lo absoluto.
-¿Que hizo qué?- preguntó, extrañada, Lirin.
-Sí... me besó y entonces una fuerte energía salió de mí para ir directa hacia ella...
-Oh... puede que ahora tu energía esté dentro de ella... Es muy posible que ahora sea ella la sobrecargada.
-Pero... ¿no vamos a poder desprendernos nunca de esa energía o qué?
-No... Jun tiene más posibilidades de expulsarla. Después de todo, puede usar sus poderes. Esa energía que le has brindado la hará invencible por un tiempo. Por lo menos, hasta que la gaste toda.
-Entiendo... Entonces... ¿no corre peligro?
-En lo absoluto. Yo dirá que, más bien, son los demás los que lo corren. Si no es capaz de controlarse bien... podría causar grandes daños a quienes la rodeen.
-¿Y qué hacemos ahora?
-Por el momento solo podemos esperar. Volvamos a la habitación para intentar despertarla.
-Sí, será lo mejor.
Las dos mujeres se levantaron rápidamente y fueron, junto con el chico, hasta los ascensores.
Al parecer, ambos estaban ocupados, por lo que tuvieron que esperar algo más de tiempo a que estos fuesen desalojados por completo para poder introducirse dentro.
Cuando llegaron a la planta estimada, pudieron oir el grito de una enfermera que, momentos después, se acercaba hasta ellos corriendo.
En el preciso instante en el que llegó a su altura, Lirin la agarró por lo hombros, preocupada.
-¡¿Qué ha pasado?!
-Es... es... ha destrozado toda la habitación y ha atacado a cuatro enfermeras y a dos doctores.
-¿Quién, quién ha sido?
-Una chica con el pelo largo y negro recodigo en una coleta. Está como poseida, sus ojos están completamente rojos.
-Oh, madre mía...- dijo la espectro mientras hacía a un lado a la interrogada y se echaba a correr en dirección a la habitación.
A su vez, Michael y su Madre la siguieron hasta su destino.
Seguidamente, los tres se hallaban en la puerta, abierta de par en par, del cuarto donde Jun se había quedado reposando.
El cuarto estaba totalmente destrozado y, entre todos los muebles rotos, se encontraba ella, totalmente desorientada y perdida.
-Jun, cielo...- dijo Arisa mientras se adentraba a paso lento.
La chica, sobresaltada, se giró bruscamente para mirarla.
Su rostro expresaba miedo, pero a la vez ira. Podía apreciarse que no sabía dónde estaba y que no sabía qué hacía allí.
Lo único que quería era escapar, pues eso le dictaba su instinto.
Tanto poder era algo extremo para ella, y no era capaz de soportarlo.
-Arisa, no deberías acercarte tanto.
-No creo que quiera hacernos nada... solo está asustada...
-Si hubieses dicho eso al frente, nos habrían matado a todos.
-Lo sé, pero he sido Madre. Estas cosas se notan.
-Vale, pero ten cuidado. Podría reaccionar bruscamente y podrías salir herida.
-Correré el riesgo- dijo mientras seguía avanzando lentamente.
Después de eso, se paró a uno o dos metros de la chica.
-Jun, tranquilízate. Ahora mismo estás bastante confundida y, creeme, es normal que te sientas así. Has absorvido tal cantidad de energía, que ahora mismo tus sentidos se te han nublado y solo es capaz de reaccionar tu instinto animal. Solo deja de hacer eso y cálmate, por favor.
La chica se había quedado parada mientras la escuchaba pero, segundos después, una raíz negra salió de su espalda y golpeó a Arisa con tal fuerza que la hizo estamparse contra una de las paredes de la habitación.
-¡Mamá!- gritó Michael mientras corría hasta ella para ver cómo estaba.
-¡Arisa, ya te dije que era peligroso!- gritó Lirin, mientras materializaba su espada negra y se ponía en guardia.
Pero, inesperadamente, el techo se abrió sobre sus cabezas y un extraño cuerpo cayó del agujero que se había formado.
-¿Pero qué...?- se extraño la espectro mientras se cubría los ojos con su antebrazo izquierdo.
-Vaya, vaya... parece ser que aquí estabas, después de todo- se oyó una voz como de monstruo.
Cuando el polvo se hubo dispersado, todos los presentes pudieron ver a un extraño ser que parecía la mezcla de un cocodrilo con una serpiente.
-No puede ser... ¿tú?- preguntó Arisa.
-Pero qué tenemos aquí... Si es la ex-capitana del escuadrón de asesinos del ejército negro. Nunca pensé que podría encontrarte aquí. Lamentablemente, no vengo a cobrarme tu vida, sino a llevarme a alguien.
-¿Sigues haciendo trabajos de ese tipo, Hairol?
-Exacto. Pero tú ya no estás en posición de decirme nada. Es mi trabajo como bandolero y debes respetarlo al igual que yo respeto tu aburrida vida de humana.
-¿He... he oido bien?- preguntó Lirin-. ¿Hairol? ¿El asesino de asesinos?
-Parece que mi fama se ha expandido incluso en gente como tú, pequeña espectro. Es una lástima que no pueda quedarme a jugar. Tengo cosas que hacer ah...
Pero justo antes de que pudiese terminar su frase, una raíz negra lo atrapó rápidamente y lo elevó en el aire.
-Grr... parece que... puedes hacer este tipo de cosas... ¿eh?- preguntó con tono de burla-. Es una pena que no sea suficiente.
Y entonces, desapareció.
Ninguno de los allí presentes sabía dónde podía haberse metido ni qué haría ahora. Estaban completamente sorprendidos, pues tenía más velocidad de la que aparentaba.
Al cabo de unos segundos, este volvió a caer del techo para ir directo a la cabeza de Jun, la cual estaba algo despistada mirando al frente.
-¡Ja! ¡Ya te tengo, mocosa!- dijo mientras caía sobre ella.
Lamentablemente, algo lo golpeó en el aire justo antes de que cayese sobre ella y lo llevó a estamparse contra una pared cercana.
Después de recuperar la compostura, pudo ver que varias raíces negras se habían situado alrededor de la chica, impidiendo así cualquier movimiento que implicase el acercase a ella.
Acto seguido, ésta se viró hacia él y esbozó una sonrisa malévola.
-No puede ser... ¿Qué se supone que eres tú?- preguntó, asustado.
-Vaya, vaya... ¿El gran Hairol asustado por una pequeña niña?- preguntó una voz lejana con tono de mofa.
-Lucha tú contra ella si puedes, Reinald.
-Bueno, si me lo pides así...- dijo a la vez que aparecía justo en frente de él.
Esta vez se trataba de un ser que podía ser perfectamente la mezcla de un zorro con un coyote.
-Te supero en velocidad y destreza, así que esto será coser y cantar para mí- dijo a la par que se desvanecía.
-Veamos si es cierto- dijo, refunfuñando y alejándose unos metros más de la chica objetivo.
Al igual que Hairol momentos antes, el nuevo personaje había desaparecido de la vista y nadie sabía dónde podía estar.
Después de un rato, una sombra se movió detrás de Jun y ésta se giró bruscamente, en busca del individio.
Entonces, un jarrón voló hasta ella con tal velocidad y fuerza, que ésta no pudo hacer nada y dicho objeto le impactó en un lateral de su frente, produciéndole así un profundo corte, del cual salía un chorro de sangre.
La chica se llevó la mano a la herida y se la pasó por sus alrededores para quitar parte del fluido sanguíneo. Seguidamente, ésta se miró la mano, algo sorprendida.
-Sa... sangre...- pudo decir, casi en un gruñido.
-¡Jun! ¡¿Estás bien?!- gritó Michael, desde donde estaba.
-Sangre... sangre... ¡Sangre!- gritó, furiosa.
Seguidamente, más raíces comenzaron a salir de su espalda y comenzaron a formar una especie de torbellino alrededor suya.
Al cabo de unos instantes, una de las raíces golpeó a Reinald, pues se movía en las cercanías de la chica cuando aquello comenzó a girar. Éste, algo herido, cayó al suelo, llevándose una mesa y tres o cuatro sillas por delante.
Antes de que pudiese darse cuenta, el remolino había cesado su movimiento y ahora todas las raíces se dirigían hacia él.
No podía hacer nada para esquivarlas, estaba completamente acabado.
Pero, para su mayor sorpresa, Hairol se había puesto delante con algunos objetos en su poder para intentar detener semejante ola de ataques.
-Ha... ¡Hairol!
-Eres mi camarada en esta misión. No pienso dejar que mueras tan rápido.
-Eso me alegra pero... quizás deberías mirar al frente.
-¿Qué...?- preguntó mientras lo hacía, pues le había estado mirando a él.
Una vez hubo hecho lo que su compañero le había dicho, pudo ver que Jun se hallaba ahora entre él y los objetos que había puesto como barricada.
-¿Có... cómo te me has acercado tan rápido sin apenas haberlo podido notar?- preguntó, asustado.
-¿Te gusta... la sangre?- preguntó la chica a la vez que le miraba desde abajo mientras sus ojos se volvían de un color rojo sangre.
-¿Qué?
Y, justo en ese momento, algo lo partió por la mitad.
-¡Hairol!- gritó el que se encontraba en el suelo.
La parte de arriba del torso cayó al suelo a unos metros de él, mientras que la parte de abajo caía de rodillas en el acto.
Cuando Reinald volvió a mirarla, esta estaba impregnada de la sangre de su compañero.
A pesar de ello, esbozaba una tenue sonrisa que podía hacer estremecerse a cualquier ser vivo, por muy sanguinario que fuera.
-¡Monstruo!- gritó.
-¿A ti también... te gusta este color tan... rojo?- preguntó mientras se acercaba unos pasos.
-A... ¡aléjate de mí!- dijo mientras se arrastraba alejándose de ella.
-¿No... te gusta...?- dijo mientras inclinaba ligeramente la cabeza.
Seguidamente, Reinald no pudo seguir avanzando y tuvo que detenerse, apoyado contra la pared que le había impedido su arrastre.
Después de eso, Jun se acercó cada vez más y se agachó justo en frente suya.
Y, mirándolo con una mirada pasiva, algunas de sus raíces se elevaron sobre su cabeza y comenzaron a danzar apuntando al herido.
-Por... por favor...
-No eres nada divertido...
Acto seguido, la cabeza del susodicho voló, separándose así del cuerpo.
-¡Jun!- gritó Michael.
-Michael, no te acerques a ella.
-¡Pero debo hacer algo! Si sigue así... podría matar a alguien más.
-Por favor, hijo, quédate aquí.
-¡Pero!
-Michael, será mejor que le hagas caso a tu Madre. Ella sabe tratar con este tipo de personas.
-Está... bien...
Cuando pudieron darse cuenta, Jun ya se había incorporado de nuevo y se acercaba hasta ellos con paso ligero.
Al cabo de un rato, se paró a unos metros de Lirin.
La chica inclinó la cabeza y luego dio media vuelta y avanzó hasta la ventana.
Una vez se hubo hallado a su altura, la abrió y se subió a la cornisa.
-¿Qué pretende?- preguntó Michael, algo preocupado.
-A lo mejor piensa echarse a volar hasta otro lugar.
-Pero... en su estado...
-Debemos dejarla a su aire un tiempo. Así seguro que vuelve a la normalidad.
-Lo decía porque está cubierta de sangre. ¡Así no puede ir a ninguna parte!
-No intentes detenerla, es inútil.
-Jun...- balbuceó.
Unos instantes después, la chica se había dado la vuelta, mirándoles.
-Esa mirada...
-¿Qué quieres decir, Lirin?
-Creo que... una parte de ella le dice cómo debería volar y, sin embargo, la otra le dice que no sabe volar. Si no hacemos algo... es muy probable que se acabe cayendo a la calle...
-¡Pero estamos en un piso muy alto! ¡No sobrevivirá!
-No lo sé... puede que eso la ayude a librarse de toda esa energía.
-¡Jun, no lo hagas!- le gritó al ver que se estaba cayendo hacia atrás.
Pero ya era tarde, no había llegado a tiempo para poder agarrarla y la chica cayó.
Mientras iba bajando a toda velocidad, el aire la golpeaba en todo el cuerpo, moviendo así sus ropajes y su cabello negro azabache.
Después de unos segundos, su cuerpo impactó contra el duro suelo, cayendo así sobre el asfalto de la carretera que se encontraba en frente del hospital.
Toda la gente cercana se acercó aún más corriendo para ver de qué se trataba y, cuando la vieron allí, inconsciente, sobre el suelo, no pudieron evitar temerse lo peor.
"Se ha suicidado" "Ha caido del cielo"... esos eran, entre otros, unos de los comentarios más escuchados desde entonces.
-¡Jun!- gritó Michael mientras miraba hacia abajo desde la ventana por la cual la chica había caido.
-Vamos, Michael, seguro que está bien.
-¡Ha caído desde aquí! ¡¿Cómo puedes esperar que esté bien?!
-¡Ey! ¡No le hables así a tu Madre!- gritó mientras le golpeaba duramente en la cabeza.
-Vale, vale...- dijo mientras se llevaba las manos a la zona afectada.
-Bajemos, será lo mejor.
-Sí...
Seguidamente, los tres salieron de la estancia y se dirigieron a los ascensores.
Michael no estaba seguro de lo que debía hacer, pero algo estaba claro. Jun había hecho aquello por él. Lo menos que podía hacer ahora era devolverle el favor estando a su lado.
Seguro que eso sí que podía hacerlo, estaba totalmente convencido.
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