Episodio 33º
Después de que ambos se levantasen bruscamente al ver a su enemigo, éste, dispuesto a conseguir sus propósitos, avanzó un paso y los miró con malicia.
Jun debía proteger a Michael antes que nada, eso estaba claro, así que se dispuso a correr hacia "Tres" para así distraerle.
Pero apenas hubo dado dos pasos, una especie de rayo azul lanzado por el susodicho le impactó en el estómago, haciendo así que saliese disparada hacia atrás.
El golpe fue tan potente, que la llevó a la suficiente distancia como para caerse dentro del mar.
-¡Jun!- gritó Michael mientras se giraba hacia el agua.
-Esto se pone interesante. Nunca pensé que fueras capaz de acercarte tanto a mí solo para defender a tu amado. Pero has de saber una cosa, y es que no me importa en absoluto si hago a este chico mi reén o no, pues el agua es el medio en el que mejor me muevo, ja, ja, ja- dijo mientras se acercaba hasta el mar y lo sobrevolaba.
Pasaron los minutos, pero Jun no aparecía por ningún lado.
-Vaya... no puede ser... ¿Te has ahogado tan pronto? Yo que quería llevarte conmigo viva...- dijo mientras miraba de un lado a otro.
-Jun, no...- se preocupó Michael.
-¡No deberías cantar victoria tan rápido!- se oyó una voz en la distancia.
Cuando los dos miraron hacia el lugar del que aquel sonido provenía, pudieron ver a Jun subida sobre unas rocas que sobresalían del agua.
-Así que conseguiste alejarte hasta ese punto... me sorprende. Sobre todo después de la gran herida que te tuvo que causar ese ataque.
-Creo que deberías estar más atento a los poderes de tu adversario.
-Eso hago. ¿Acaso pensabas que no sé el por qué se ha curado tu herida?- dijo al ver que no había signos de sangre en ninguna parte de su cuerpo.
-Pero aún no lo has visto todo- dijo mientras se agachaba y cogía dos puntiagudas piedras.
Al cabo de unos instantes, la chica se situó cada piedra a cada lado de sus piernas, por debajo de la parte de abajo del vikini.
Seguidamente, ésta se hizo dos cortes intencionados en cada muslo.
-¡¿Pe... pero qué diantes...?!- gritó, extrañado.
Una vez se hubo cortado lo suficiente, tiró las dos piedras y, a continuación, de cada una de sus heridas salió una raíz.
Esperó unos momentos pero, en seguida, se tiró al mar.
-¡Eh! ¿A dónde crees que vas?- preguntó, furioso, Tres.
El agua se mantuvo en calma el momento justo como para que el atacante no supiese dónde se encontraba la chica.
El tiempo pasó lentamente y el susodicho no sabía qué hacer.
Puede que el agua fuese su elemento favorito y, por lo tanto, en el que mejor sabía moverse, pero... no sabía lo hábil que podía llegar a ser ella allí también.
Estuvo un buen rato mirando hacia todos lados y, justo cuando se iba a alejar un poco de donde estaba, Jun apareció justo delante de él, saltando así desde las profundidades del mar.
Cuando éste la vio, se dio cuenta de que ahora por pies tenía una gran cola negra, aparentemente de sirena.
En el presiso instante en el que se dio cuenta, ésta lo golpeó duramente con ella, girando así en el aire, y lanzándolo con una gran fuerza hasta alejarlo del agua.
Voló unos metros hasta que impactó contra el muro que separaba la arena de la calle, y quedó encajado en él.
Después de eso, Jun se volvió a introducir en el medio del cual había salido momentos antes y avanzó, buceando, hasta la orilla.
Una vez hubo llegado allí, la cola que poseía desapareció y salió del mar andando.
-¡Jun!- dijo Michael acercándose hasta ella corriendo.
-Estoy bien, tranquilo- le dijo para que no se preocupara.
-Eso ha sido increible, ¿cómo lo has hecho?
-Las raíces sirven para algo más que para curarme y atacar con ellas. También puedo hacer que rodeén mi cuerpo y que le den algún tipo de forma. La que yo quiera, para ser exactos.
-No sabía que pudieses hacer eso.
-Lo quería mantener en secreto para que alguien como él no pudiese enterarse. No hay que mostrar todos los trucos desde el principio, ¿no crees?
-Claro...
La verdad es que Michael no podía creerse lo que había visto.
Si antes pensaba que Jun era fuerte, ahora ya estaba más que seguro de ello.
No había nada que aquel tal "Tres" pudiese hacer contra ella.
-Bueno... creo que debería ir acabando contigo ya... ¿Cómo deseas morir?- le preguntó Jun a su enemigo a la vez que se acercaba hasta él a paso lento.
Cuando éste la miró, pudo ver que ahora sus ojos volvían a ser algo extraños.
Su pupila se había vuelto vertical y, a su alrededor, su iris se iba volviendo cada vez más oscuro y tenebroso.
-¿Qué...?
-¿Te pasa algo? Ah, claro... debe ser que no quieres morir... Tranquilo, es normal que opines eso pero... te diré algo. Me da absolutamente igual lo que pienses, moriras igual.
-Jun... ¿qué estás diciendo?- le preguntó Michael, algo asustado por su reacción, mientras se acercaba y se ponía a su lado.
-Debo eliminarlo para que no pueda volver a causarle daño a nadie.
-Lo sé, pero...
-Tranquilo... intentaré que sea rápido- dijo a la vez que sonreía de una manera extrañamente malvada.
-¡¿Pero qué estás diciendo?! ¡Tú no eres así, Jun!- le dijo mientras se ponía frente a ella y le ponía las manos en los hombros.
-¡Cuidado!- le advirtió mientras lo apartaba bruscamente y una especie de tallo verde la agarraba del cuello y la elevaba en el aire-. ¡Arg!- gimió mientras agarraba el tallo con sus manos.
-Gracias, chico. Sin ti no habría sido capaz de atraparla de esa forma-. mencionó Tres mientras se limpiaba la sangre de la comisura de los labios.
-¡Jun, no!- gritó Michael mirándola desde abajo.
-Ghhh...
Al parecer, dicho tallo la estaba asfixiando de manera alarmante, por lo que no era capaz de mencionar ni una sola palabra.
-Y pensar que iba a resultar tan sencillo...
-¡Suéltala ahora mismo!- le gritó Michael mientras pasaba a mirarlo a los ojos.
-Apártate, chaval. Ya no me resultas útil- dijo mientras hacía que uno de los tallos que salían de unas rocas cercanas lo empujasen lejos de allí.
-Mi...chael...- pudo decir Jun, casi sin aliento ya.
¿Acabaría todo ahí? ¿Ya no podía hacer nada? ¿Estaba destinada a morir de esa forma?
¿Ya no era capaz de hacer nada contra aquel tipo?
Ya solo le quedaba esperar a que la muerte y la oscuridad llegasen...
Pero entonces, el tallo que la tenía presa se cortó inesperadamente y ésta comenzó a caer.
Justo antes de que llegase al suelo, alguien la cogió en brazos y la llevó lejos de donde estaba antes.
Una vez la hubo alejado lo suficiente y puesto a salvo sobre unas rocas cercanas, su aparente "ángel de la guarda" la dejó sentada en el suelo y se quedó cerca de ella.
-Parece que llego justo a tiempo.
-No es posible...- mencionó Jun mientras se llevaba las manos a la garganta y miraba hacia aquella persona.
-Hace mucho tiempo que no nos vemos. Parece que has mejorado bastante, Jun. Pero deberías haber sido capaz de controlar esto por tu cuenta... ¿no crees?
-¡Lirin!
-Esa misma- le dijo mientras la miraba con una sonrisa.
-¡Lirin, eres tú!
-Claro que sí, ¿quién iba a ser si no? ¿un cangrejo volador o qué?
-Me alegro tanto de que estés bien...- dijo con unas lágrimas en los ojos.
-La verdad es que me sorprendió bastante que el tanque tardase tanto en sanar todas mis lesiones pero, afortunadamente, ya estoy bien. Aunque tu Madre me ha dicho que debo entrenar bastante antes de ir contigo a derrotar a tu Padre...
-Ya me tocó a mí, supongo que es tu turno.
-Claro, pero antes... encarguémonos de este tipo, ¿te parece?
-¡Sí!- dijo mientras se ponía de pie.
-Creo que puedes hacer trucos maravillosos con tus raíces, ¿cierto?
-Por su puesto.
-Veámoslo.
-¡Vale!
Después de eso, la gran cicatriz que Jun poseía en su espalda se abrió lentamente.
De ella, comenzaron a salir las raíces negras y pronto fueron uniéndose unas a otras para poder tomar forma.
Al cabo de un rato, éstas formaron unas enormes alas negras, las cuales la permitieron elevarse en el aire.
Seguidamente, Jun voló a gran velocidad hasta su enemigo haciendo que, a unos pocos metros de él, sus alas se descompusiesen y volviesen a formar las raíces individuales que habían sido momentos antes.
Éstas siguieron avanzando, pasando así el cuerpo de Jun, y agarrándo a Tres por cada una de sus extremidades. Portando así cada una más de dos raíces.
Acto seguido, Jun se posó en el suelo a unos metros de él, aún sostenido entre las raíces.
Desde las rocas donde ésta se había situado momentos antes, saltó Lirin; la cual, con una gran destreza, avanzó rápidamente sobre el aire, materializando así su espada en su mano derecha.
Una vez hubo llegado al lado del enemigo, lo atravesó con gran rapidez y éste se hizo polvo momentos después.
Cuando el polvo se hubo evaporado, las raíces regresaron al cuerpo de su portadora y se introdujeron por su gran cicatriz, desapareciendo así y volviendo a cerrarla de nuevo, aunque aún estaba visible.
-Buen trabajo, Jun. Veo que sí que has mejorado.
-Claro... ha sido un año duro, pero por fin logré controlar mis poderes adecuadamente, aunque...
-¿Hay algún problema con ellos?
-Es por mi otro yo...
-Tu... ¿otro yo...?
-¡Oh, Michael!- dijo al verlo intentarse levantarse del suelo.
Rápidamente, la chica corrió hasta él y prosiguió a ayudarlo.
Entonces, éste se levantó y la abrazó acto seguido.
-¡No vuelvas a hacer eso nunca más, por favor!
-Lo... lo siento... ¿Estás bien, Michael? ¿No te has dado en ningún sitio al caer?
-No... yo estoy bien pero... ¿y tú?- preguntó mientras se separaba de ella.
-Yo estoy bien, tranquilo.
-Vaya, Michael. Sí que has crecido- le dijo Lirin mientras se acercaba lentamente.
-¡¿Lirin?!
-La misma que viste y calza. ¿Cómo te encuentras? Eso debió de ser algo duro...
-Estoy bien... pero... cuánto tiempo sin verte, ¿no?
-Estaba recuperándome.
-Ah... ¿y estás mejor?
-Claro. Si no fuera así, ¿crees que habría sido capaz de tal azaña?
-No, supongo que no...
-Bueno, os dejo. Nos vemos luego. Por cierto, Jun... qué bien que te queda eso que llevas, eh.
-Ah... muchas gracias...- dijo, poniéndose algo colorada.
-Bueno, hasta después. Te veo en tu casa, Jun.
-Vale, hasta luego.
Seguidamente, se desvaneció tras un portal que había sido creado en menos de cinco segundos.
-¿Regresamos?
-Sí... será lo mejor.
Después de eso, se cogieron de la mano y se pusieron en marcha hacia donde estaba el resto de la clase.
Cuando hubieron llegado a donde se proponían, sus amigos se acercaron rápidamente hasta ellos.
-Vaya, sí que habéis tardado- les dijo Ren.
-Perdón... es que nos entretuvimos dando una vuelta.
-Sí, sí... una vuelta...
-¿Qué?
-¿Solo ha sido eso?
-¡Pu... pues claro! ¡¿Qué pensabas?!- dijo mientras se ponía algo colorado.
-Que no te de verguenza, hombre- se burló John.
-Es en serio, solo hemos dado una vuelta...- interrumpió Jun.
-Lo sabemos- le dijo Ren mientras se apoyaba sobre su hombro a modo de compañerismo-. Solo lo decimos para molestarlo porque sabemos que le fastidia. Mira qué mono se pone cuando se sonroja.
-¡Para ya con eso!
-Ja, ja, ja... vale, vale. Ya lo dejo.
-Bueno, ¿qué tal una partidita a las cartas?
-¿Cartas?
-¿No sabes lo que son, Jun?
-No demasiado...
-¿Pero qué clase de vida llevabas? Bueno, no importa. Nunca es tarde para aprender. Vamos a jugar un rato antes de la hora del almuerzo.
-Sí, venga- continuó John.
A continuación, fueron hasta las toallas y se sentaron para comenzar la partida.
Jun no había jugado nunca pero, a pesar de ello, se sentía feliz de poder hacerlo junto a todos sus amigos.
Por primera vez en su vida, le agradaba el relacionarse con los demás, y eso la hacía extremadamente... feliz.
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