Bienvenidos.

Bienvenidos a mi blog.
Espero que os lo paséis genial.
¿Preparados para un poco de lectura y de animación?
Pues esta es tu página.

viernes, 16 de julio de 2010

Corazón oscuro 10

Episodio 10º

El aire se había vuelto tenso.
Tanta tristeza de pronto no era normal, y Michael lo sabía. ¿Qué podía haber sucedido como para que se hubiese puesto así?
Éste le devolvió el abrazo rodeándola con sus brazos y dejó que se apoyase sobre su pecho. No podía dejarla llorar sola, no después de lo que había ocurrido.
Entonces su Madre tocó a la puerta suavemente.
-Adelante- dijo Michael.
-Jun... lo siento mucho- dijo abriendo la puerta y poniéndose rumbo a ellos.
-¿Me vas a decir ahora qué ha pasado?- le preguntó algo enfurecido.
-Es por su Madre... al parecer ha muerto.
-¡¿Qué?!- le dijo mientras se sorprendía tanto como cabía esperar.
-Ha llamado su Padre para decirlo. Al parecer ha muerto hace una hora más o menos.
-Pero... ¿qué ha pasado? ¿cómo ha sido?
-Al parecer estaba en la estación de tren esperando a éste y, de pronto, un chico corrió en su dirección y chocó con ella. Al estar tan cerca de la vía, cayó en ésta justo cuando el tren iba a pasar. Mucho me temo que no sobrevivió al impacto, como cabe esperar...
-Eso es horrible... ahora entiendo por qué se ha puesto así- dijo mientras le llevaba una mano al pelo para acariciarla.
-Lo sé... A pesar de que esté mejor del resfriado, mañana no acudirá a clase. Yo misma la acompañaré a ver a su Padre al hospital donde tienen el cadáver.
-Es comprensible. Yo se lo diré a la tutora...
-De acuerdo.
Entonces Arisa se fue cerrando la puerta tras de sí.
Michael se aferró más a Jun para que ésta no se sintiese sola.
-Tranquila... yo estoy contigo...- le dijo mientras la acariciaba la cabeza.
Después de un buen rato, ésta se quedó dormida del cansancio.
El chico la recostó suavemente sobre la cama y la tapó con la manta. Acto seguido, salió del cuarto en dirección a la cocina.
Cuando llegó allí, pudo ver que su Padre estaba hablando por teléfono y que su Madre andaba limpiando los platos sucios. Éste se acercó hasta ella y se puso a su lado, apoyando así, la cintura sobre la encimera.
-No me puedo creer que su Madre haya muerto...
-La verdad es que ha sido algo realmente extraño. Sé que su Madre era como un ogro, pero... no se merecía esto. Nadie se lo merece.
-Tienes razón, es una horrible forma de morir.
-Lo sé... mira que ser arrollada por un tren... Dicen que quedó irreconocible, si no llega a ser por las pruebas de ADN ni siquiera sabrían quién es.
-Vaya... no me gustaría verlo.
-Ni a ti ni a nadie. Por cierto... ¿se ha dormido?
-Sí, está en su cuarto.
-Me preguntó qué querrá hacer ahora. ¿Tendrá pensado volver a su casa?
-No creo que le venga bien. Allí todo le recordaría a su Madre, además de que fue el escenario de su pelea...
Y entonces se acordó. ¿Y si era verdad que una maldición pesaba sobre ella? ¿Tenían razón entonces sus amigos? ¿Era cierto que todo aquel que la hiciese enfurecer saldría mal parado...?
Fuese lo que fuese, no podía pensar así de ella. Sabía perfectamente que aquella era la causa de todos sus problemas, y lo que menos quería era tacharla de bruja.
-Sea como sea... mañana deberás informar a vuestra tutora. No quiero que piensen que está faltando a clase por gusto.
-Sí, yo me encargo...
-Bueno, mejor vete a dormir. Ha sido un día duro para todos...
-Sí, buenas noches- dijo mientras le daba un beso en la mejilla.
-Buenas noches.
Seguidamente, subió las escaleras y se encerró en su cuarto.
Se tumbó sobre la cama y cerró los ojos.
¿Qué podía hacer para animar a Jun? La pobre lo debía de estar pasando fatal.
A pesar del trato que sus Padres le daban, ella los quería. Después de todo, seguían siendo sus Padres, ¿no?
Sin quererlo, se acabó quedando dormido también.
A la mañana siguiente, todo estaba tranquilo.
Parecía mentira que la noche anterior la desgracia hubiese llegado al corazón de su amiga. Pero... no podía seguir pensando en ello, tenía que ayudarla moralmente.
Después de levantarse y vestirse con la ropa correspondiente, salió de su habitación en dirección al baño, aunque antes paró por el cuarto de Jun para ver si estaba allí.
Tocó a la puerta unas tres veces, pero como ésta no le respondería, aviso de su entrada y fue abriendo poco a poco.
Una vez la puerta se halló abierta totalmente, pudo observar que Jun no se encontraba allí.
Pasaron los minutos y ya se había aseado entero, así que bajó al piso de abajo y le preguntó a su Padre, que andaba desayunando.
-¿Dónde están Mamá y Jun?
-Ah, tu Madre la ha acompañado al hospital. Según parece, hoy llevarán el cuerpo al tanatorio y deben estar allí. Arisa me ha dicho que solo tenemos que calentar la cena, pues llegarán tarde.
-Vale... yo me voy al instituto. Adiós, hasta luego.
-Que te vaya bien.
-Gracias- dijo mientras salía a la calle.
Vaya... al parecer ya se habían marchado. Solo esperaba que Jun se encontrase bien; después de todo, no es fácil afrontar el hecho de que no puedas volver a ver a tu Madre nunca más a no ser que sea en fotos.
Mientras iba caminando, no podía evitar pensar en cómo estaría su amiga esa mañana. Ahora mismo, no le apetecía nada hacer deporte, y menos aún tener que aguantar a los pesados de sus amigos abordándole la mente con tácticas de fútbol.
Cuando llegó a la entrada, pudo ver que todos los alumnos que ya habían llegado estaban calentando. Al parecer, ese era el día en el que se concentraban en el instituto las pruebas más importantes y en las cuales participaban también chicos y chicas de otros institutos.
Al verle, un grupo de chicas que no conocía se acercaron hasta él y empezaron a mirarle con cara de ilusión.
Éste, algo asustado, las miró a cada una de ellas y se quedó quieto. Al cabo de un rato, una de ellas se acercó tímidamente a él y le fue mirando poco a poco de arriba a abajo.
-Ho... hola... me llamo Megumi Hinatawa. Soy del instituto Beiren... y estás... son algunas de mis compañeras.
-Ah, hola. Bienvenidas al instituto Heisner. ¿Puedo ayudaros en algo?- dijo antes de dejarles ver una hermosa sonrisa.
Todas se emocionaron bastante más de lo que ya estaban y no pararon de hacer como sonidos de desmayos.
-Sí... nos gustaría saber si...
-¡Si tienes novia!- dijo una por un lado de la multitud.
-Eh... je,je,je- dijo llevándose una mano a la parte de atrás de la cabeza.
-No... discúlpalas... Verás, es que como no hemos venido nunca por aquí... nos gustaría saber si sabes dónde se van a celebrar las pistas de obstáculos...
-Ah, sí. Es allí, en la pista de al lado de la fútbol, ¿la veis?- dijo señalándola.
-Ah, muchas gracias.
-No hay de qué- dijo mostrando un rostro de felicidad por haberlas ayudado y sonriendo como él sabía.
Acto seguido, todas se fueron a duras penas, pues no querían alejarse de aquel chico tan guapo que las había recibido nada más llegar.
Michael estaba agotado. ¿Cómo era posible que se pusiesen así solo por verle sonreír? Tal vez debería cambiar su expresión por alguna más ruda... Pero bueno, era su cara y no podía forzarla a cambiar.
Mientras tanto, en el hospital se encontraban Jun y Arisa, que habían estado buscando al Padre de la primera.
Cuando lo encontraron sentado y agachado hacia adelante se acercaron hasta él.
-Hola, señor Fujineko. Mi más sentido pésame- le dijo mientras se paraban frente a él.
-Ah- dijo levantando la cabeza para mirarlas-. Gracias por su preocupación.
-No es nada. Es lo menos que puedo hacer ahora.
-Jun...
Ésta lo miró con su expresión de siempre.
Al parecer, por mucho que hubiese llorado la noche anterior por la repentina muerte de su Madre, ésta seguía manteniendo esa mirada apagada de siempre.
-Hija, tu Madre te quería mucho aunque nunca lo demostrase...
La chica siguió mirándole fijamente sin inmutarse. No quería mostrarse débil ante aquel hombre que se hacía llamar su Padre. Jamás la vería afectarse por algo que les pudiese pasar, y eso lo tenía muy claro.
-Está muy afectada, señor Fujineko- le dijo Arisa, para relajar algo el ambiente.
-¿Ni siquiera ahora vas a hablar, Jun? Tu Madre ha muerto...
Ella no desistió. Continuó mirándole como si nada hubiese ocurrido.
Aquel señor nunca la vería llorar, nunca. Antes muerta que demostrarle que les quería.
-Será mejor que se tranquilice- dijo dándose cuenta de que Jun no iba a mostrarle su profunda tristeza.
-Ya veo... Tu Madre muere y te portas así...- dijo levantándose.
Jun sabía que estaría destrozado, después de todo, era su esposa. La mujer con la que había pasado tantos años de casado ya no estaba junto a él, y eso le debía de haber caído como una patada en el estómago. Pero aún así, no le demostraría nada de afecto. Ni siquiera en aquella situación era capaz de olvidar todo el sufrimiento que le habían causado.
-Entiendo...- dijo mientras se iba a por agua.
Después de un rato esperando, el doctor les dijo que el cuerpo ya iba a ser trasladado al tanatorio y que, al día siguiente, podrían decidir allí la fecha del entierro.
Pasaron los minutos y cada uno se fue por su lado, no sin antes despedirse.
-Bueno, señora... Muchas gracias por acompañarla hasta aquí.
-No hay de qué. Ya nos veremos mañana...
-Sí, claro.
Habían tardado menos de lo esperado, así que fueron a paso lento.
Por el camino, varios chicos se las habían quedado mirando, pues Jun volvía a emitir un aura extraña, como de tensión u odio.
Cuando llegaron, Michael, que estaba en el salón mirando la televisión, se levantó del sofá y fue hasta ellas.
-Qué pronto, ¿cómo ha ido?
-Bien, aunque el ambiente estaba algo frío. Supongo que es normal, después de todo, no es que se lleven bien del todo.
-Ya, es normal... Jun, ¿vamos arriba?
Ésta le miró y afirmó. Su rostro había bajado un poco el tono de siempre y ahora se mostraba casi normal.
Una vez arriba, éste la acompañó a su cuarto y se sentaron sobre la cama para poder "hablar"
-Bueno... no ha pasado nada fuera de lo normal, ¿no?
Ésta negó.
-Me alegro... Cuando mi Madre pierde los nervios... puede acabar hiriendo hasta al más inocente de todos. Le importa un pimiento si la persona en cuestión acababa de pasar por allí o no.
Jun le miró algo extrañada pero, en el fondo, sabía que él adoraba a su Madre. Era su modelo a seguir y su motivación, aunque a veces le atormentase con su manera de ser. En el fondo, se notaba que era una buena persona.
Bastaba el simple hecho de que la hubiese invitado a quedarse en su casa unos días para aliviar la tensión que se había formado hacía dos noches.
Los minutos pasaron lentamente, pero aún así ella se divertía con las anécdotas que éste le contaba. Al parecer, el día que él había pasado había sido mucho más divertido que el suyo.
Jugó unos cuantos partidos de fútbol en los cuales acabó ganándolos todos. En el baloncesto tampoco se quedó corto y ganaron todos los enfrentamientos por más de veinte puntos de diferencia.
Sus amigos habían estado dándole golpes a causa de la felicidad que sentían porque hubiese jugado y muchas chicas nuevas comenzaron a tirarle los tejos sin quererlo siquiera.
Él se extrañaba por todo aquello, pero en el fondo estaba acostumbrado, así que no le dio la menor importancia.
Después de unos minutos, ambos decidieron ir a cenar, pero Jun le hizo una señal de que le esperase abajo.
-Vale, te veo en la cocina.
Una vez abajo, se sentó a esperarla.
Cuando ya iban los tres a ponerse a comer, Arisa se extrañó de que no hubiese bajado ya.
-Michael, hijo... ¿qué está haciendo Jun?
-No lo sé... me indicó que bajase antes que ella.
-Ve a mirar, me tiene preocupada.
-¿Por qué tengo que ir yo? ¿Y si se está cambiando o algo?
-Pues tocas antes de entrar y punto.
-Pero bueno...
-¿Algo que objetar?- dijo mientras sostenía el cuchillo de cortar carne sobre sus manos.
-No, nada- dijo mientras subía las escaleras a toda prisa.
-Qué bruta eres, cariño.
-Si hubiese aceptado desde el principio, no habría tenido que recurrir a esto.
-Si tú lo dices...
Mientras tanto, arriba se encontraba Michael.
Después de tocar unas cuantas veces a la puerta de Jun, decidió entrar para ver.
-Voy a pasar, Jun...
Una vez dentro, no vio a nadie.
Cuando pudo darse cuenta, vio que la ventana estaba abierta y que una leve cuerda bajaba por ella. ¿Se había escapado? ¿A dónde podría haberse ido? y, lo más importante... ¿por qué?
Michael bajó a todo correr las escaleras para contarles lo sucedido a sus Padres.
-¡Jun no está, Mamá!
-¿Cómo?
-Cuando entré en su cuarto, la ventana estaba abierta y una especie de cuerda estaba suelta por ella.
-Pero... ¿a dónde puede haber ido?
-No lo sé, pero tengo que salir a buscarla- dijo encaminándose a la puerta.
-Pero... ¿sabes dónde puede estar?
-No, pero no pienso perder ni un minuto aquí. ¿Quién sabe lo que podría pasarle?
-Hijo... iré contigo.
-No, lo mejor será que os quedéis por si vuelve. Yo iré por ella.
-Um...
-Suerte, hijo.
-Gracias, Papá- dijo cerrando la puerta tras de sí.
-¿A dónde puede haberse ido?
-No lo sé, pero espero que no haga ninguna tontería...
-Yo también lo espero.
Michael iba corriendo por las calles sin rumbo fijo.
¿Qué le había pasado? ¿Por qué había salido así de la casa? ¿A caso quería...? No, no podía ni imaginarse que pudiese ser capaz de hacer algo así.
Fuese como fuese, tenía que encontrarla, y pronto...

No hay comentarios:

Publicar un comentario