Episodio 17º
Tom se la quedó mirando un buen rato mientras ésta pensaba en una manera de librarse de aquella posible amenaza.
Jun no sabía cómo reaccionar pues, si pudiese, le diría algo. Pero no podía hablar, así que... ¿qué podía hacer en un momento así? ¿echarse a correr hasta perderse tras el horizonte? ¿o dejarle bien claro que ella no se iba a rendir con respecto a Michael?
Fuese como fuese, todo estaba muy confuso aún para ella.
La chica se levantó y bajó la cabeza.
La sombra que ocultaba parte de su rostro se agrandó y le dio un aire terrorífico.
Entonces, sin previo aviso, el chico la agarró con las dos manos por el cuello de la camisa y la hizo ponerse de puntillas.
-¡¿Estás sorda o qué?! ¡Te he dicho que desaparezcas de su vida, y eso incluye también la de los demás alumnos! ¡No quiero volver a verte cerca de Michael ni de ningún sitio que él pueda frecuentar!
La chica lo miró.
¿Cómo podía ser tan cruel? ¿cómo era posible que personas como aquella todavía pudiesen tener un lugar en la sociedad actual?
¿Le divertía ver a los demás sufrir?
-¡Suéltala ahora mismo!-gritó una voz desde la distancia.
Cuando Tom y Jun miraron hacia dicho punto, pudieron ver a Michael plantado en mitad del campo.
-Ca... ¡Capitán!- dijo, sorprendido pero sin soltarla.
-¿No me has oído? Dije que la soltases- dijo mientras se iba acercando poco a poco.
Al llegar a donde estaban, elevó su brazo derecho y agarró uno de los de Tom.
Seguidamente, apretó con fuerza y éste la soltó.
Después de eso, Michael se puso entre ellos y soltó el brazo de su "amigo".
-No quiero volver a verte cerca de ella. Ni cerca mío tampoco.
-Pe... ¡pero Capitán! Ella es...
-¿Qué? ¿qué es, eh?
-Ella no es buena para ti, Michael. Sabes perfectamente que es una bruj...
Pero no le dio tiempo a terminar la frase, pues el chico le había pegado un fuerte puñetazo con su mano derecha que hizo que se cayese hacia atrás, derrumbado.
Éste, desde el suelo, se llevó la mano izquierda a la zona afectada y le miró.
-Capitán...
-Ya no me llames más así. A partir de este momento ya no soy nada tuyo, ni tu amigo ni tu Capitán.
-Pero sabes que tengo razón. ¿O acaso tú puedes explicar todo lo que le pasa a aquellos que se meten con ella?
-Si puedo explicarlo o no es problema mío. Yo la quiero y eso es lo único que importa, ¿está claro?
-¡No pienso permitir que esa chica te haga daño, Capitán!
Inesperadamente, Michael se acercó, furioso, hasta él y se agachó en frente suya.
Seguidamente, le agarró del cuello de la camisa y le miró con una mirada amenazante.
-¡No quiero volver a ver tu jeta cerca nuestro nunca más, ¿está ya lo suficientemente claro?!- le dijo, casi gritando.
-S... sí...- le dijo, intentando protegerse como podía.
-Bien...- dijo, soltándole e incorporándose de nuevo.
Nuevamente, se dirigió hasta donde estaba Jun. Pero justo cuando iba a agarrarla de la mano, Tom le dijo una última cosa.
-Disfrutaré cuando vengas a nosotros arrastrándote como un perro porque esa chica te ha hecho daño...- dijo, casi sonriendo.
De la rabia, Michael dio la vuelta decidido a ir a pegarle, pero Jun le agarró del brazo y lo paró a mitad del camino.
Éste la miró y pudo apreciar que tenía lágrimas en los ojos.
-Jun...
La chica abrió la boca e intentó decirle algo, pero no pudo. Su voz aún no era capaz de sonar y lo único que pudo salir de ahí fueron intentos fallidos.
Michael se entristeció.
A pesar de todo lo que Tom le había dicho, ésta no era capaz de verle siendo golpeado.
De verdad era una persona que lo último que quería era ver a los demás sufrir por su culpa, y eso podía apreciarse perfectamente.
-No hagas esfuerzos, Jun... No te preocupes, no le haré nada... no llores, por favor...- le dijo mientras se viraba hacia ella y le intentaba secar las lágrimas con un pañuelo que guardaba en alguna parte de sus bolsillos.
Ella afirmó y miró al suelo.
Él no podía soportar verla así. Era como si el mundo se le viniese encima y no sabía qué hacer para pararlo. Quería que ella fuese feliz, que sonriera y se alegrara, no que bajase la cabeza a modo de disculpa e intentase pedir perdón por cosas que no eran culpa suya.
Entonces, éste miró a Tom lanzándole una mirada de odio por haberla hecho sufrir de aquella manera y, acto seguido, agarró a Jun suavemente del brazo y se la llevó de allí.
Una vez se alejaron lo suficiente, Michael se paró en seco y la enfocó con su mirada.
Ésta lo miró.
-Tranquila...- dijo mientras la abrazaba-. No volverá a acercarte a ti... te lo prometo.
Entonces pudo desahogarse a gusto, pues mientras era presionada dulcemente contra el pecho del chico, soltó todas las lágrimas de las que fue capaz.
Éste la abrazó y parecía que no pensaba soltarla. Ahora por fin era suya y no iba a permitir lo contrario.
Después de un buen rato, ambos se sentaron en un banco y se pusieron a ver a la gente pasar.
A pesar de que Michael tuviese un importante partido de Baloncesto, no se atrevía a dejarla sola y mucho menos a llevarla hasta donde Tom se encontraba. ¿Quién sabe de lo que sería capaz?
Seguidamente, Jun se apoyó sobre él y éste le pasó el brazo por encima, colocándolo así sobre el hombro que Jun no tenía pegado a su cuerpo.
El tiempo pasó rápido y por fin la semana terminó.
Los dos estaban agotados por todo lo que ese día había sucedido, pero aún podían levantarse y llegar a su casa.
Se levantaron de donde se encontraban y se encaminaron, aún en aquella postura, hasta la salida del centro.
Todos a su paso se les quedaban mirando, pues era sorprendente ver aquella escena: Jun pasándole un brazo por su cintura y Michael pasándole el suyo por encima de los hombros, por detrás de la nuca.
La verdad es que parecían una pareja bien avenida, y eso era lo que preocupaba a casi todas las chicas y sorprendía a más de un chico.
Cuando llegaron a la puerta, se pusieron rumbo a casa, pero entonces Ren se les acercó y los paró.
Éstos, al oírlo, se viraron para prestarle atención, aunque lo que tuviese que decir pudiese no resultarles de interés.
-Michael, espera...- dijo, medio jadeando después de la carrera que se tuvo que pegar para alcanzarlos.
-¿Qué pasa, Ren?
-¿Qué... qué es eso de que te has peleado con Tom?
-Pues lo que oyes. No pienso permitir que la trate mal.
-Pero... ¿qué se supone que te hizo?
-A mí nada, pero a ella la ha tratado mal y eso no lo voy a consentir. Ni a él ni a nadie.
-La proteges más de lo habitual...
-Es normal... es la chica a la que amo...
-¿Eh?- dijo, sobresaltado.
-No pienso esconderlo más, y me da igual lo que pienses.
-¿En... en serio?
-Pues sí- dijo, a punto de enfadarse.
-Eso... ¡eso es genial!- dijo, medio ilusionado.
-¿Có... cómo?- preguntó, sorprendido.
-Es que como muchas chicas te pedían salir y nunca aceptabas, pues ya me temía lo peor. Además, ya pensaba que no te ibas a echar novia nunca, tío. Me alegro mucho por ti, en serio.
La verdad es que aquello no se lo esperaban.
¿Ren se estaba alegrando por aquella relación? ¿acaso no era más amigo de Tom y de John que de él?
Jun se sorprendió casi tanto como él, pues no lo conocía apenas y ya le estaba diciendo que se alegraba por el amor que Michael sentía por ella. Era algo... algo épico, la verdad.
-Ja,ja,ja... no me miréis así. ¿Tan raro resulta que me sienta feliz de saber que la quieres?
-Pues un poco sí... Tom se enfadó conmigo precisamente por eso...
-Ya sabes que él es muy suyo y si los demás se echan novia se empieza a sentir solo. Además de que solo se interesa por mejorar en el deporte y si tú, su "ídolo", te echas novia... pues me temo que se desmorona.
-Aún así no pienso perdonarlo...
-Nadie te lo pide, así aprende. A mí me hizo lo mismo ¿sabes?
-¿A ti?
-Sí. Hace dos años me eché una novia y empezó a sacarle los trapos sucios delante mía para que la dejase. Le di una buena patada y se le pasó el rebote. Así es él...
-Pero, aún así... es muy duro lo que le dijo a Jun...
-Tú tranquilo, que ya me encargo yo de que no se os acerque. Solo tengo que comerme más horas con él y punto, aunque hay otra solución...
-¿Cuál?
-Podemos intentar que él mismo se eche novia...
-Eso es imposible. Nadie se acerca a él para eso...
-Él es casi tan deportista y popular como tú, seguro que alguien habrá...
-Te deseo suerte en eso, tío...
-Gracias, hombre. Y a ver si establecéis una relación decente ya, eh. Que me muero por ver a las pijas esas comiéndose las uñas del enfado.
-Ja,ja,ja eso estaría bien verlo...
-Claro que sí. Bueno, te dejo, que tengo que ir a acompañar a John a su casa. El pobre no puede valerse solo para llegar.
-Me lo imagino...
-Hasta el Lunes- dijo mientras se daba la vuelta y se iba corriendo hacia el interior del instituto.
-Hasta el Lunes...- se despidió Michael.
Acto seguido, éste la miró y ésta le sonrió.
Al parecer, Ren les apoyaba, y eso nunca venía mal. Después de todo, esa era la actitud de alguien que iba a ser salvado del "castigo" que a todos los que la trataban mal se les otorgaba.
Cuando llegaron a casa, la Madre de Michael los recibió con los brazos abiertos, aunque eso para su hijo significase un mal rato.
-¡Bienvenidos! Jun, hoy me he tomado la libertad de hacer yo la cena.
-Mamá... hablas como si esta casa no fuera tuya...
-Claro que no es mía, es de todos nosotros, por supuesto.
-¿Se puede saber qué te pasa hoy? estás muy contenta, demasiado incluso...
-¿A mí? a mí no me pasa nada, hijo mío- dijo mientras le agarraba los dos mofletes y los estiraba tanto como pudo.
-Ay...- dijo mientras ésta lo hacía.
Al cabo de un rato, Arisa lo soltó y éste se llevó las dos manos a las mejillas.
-Bueno... ¿qué tal el día de hoy?
-Ah, bien...- dijo volviendo a hablar con normalidad.
-Eso es bueno. Podéis hacer lo que queráis hasta que llegue la hora de la cena.
-Vale...- dijo mientras se llevaba a Jun a su cuarto a todo correr.
Una vez llegaron allí, este cerro la puerta y se puso apoyado en ella como intentando evitar que alguien entrase.
Jun se sentó en la cama y le miró con extrañeza.
-Es por si acaso decida entrar medio danzando y darme de nuevo con algo... no soporto cuando hace eso...
Ésta sonrió.
La verdad es que la Madre de Michael era bastante alegre y siempre tenía algo gracioso que decir o comentar. No soportaba ver a los demás tristes y siempre intentaba, por todos los medios, hacerlos reír.
Michael estuvo así durante unos segundos, pero luego recobró la compostura y se fue acercando hacia Jun, que le miraba desde donde estaba.
Inesperadamente, ambos oyeron como una especie de golpes en la lejanía. Éstos se iban acercando y pudieron notar que eran como palmadas...
-¡Bravo, chaval! ¡Bravo!- dijo la voz espeluznante.
-Lirin... ¿qué quieres ahora?- preguntó a la vez que miraba al espejo que colgaba de la pared.
-¿Yo? solo felicitarte.
-¿Y eso por qué?
-¿No está claro? Qué cortito que eres, chico- dijo mientras aparecía en el cristal.
-No me insultes...
-Bah, venga, que no quiero malos rollos. Solo venía a deciros que los de arriba se están poniendo muy contentos con esto.
Seguidamente, su cuerpo salió del espejo y se acercó hasta Jun.
-Puede que ésta vez te libres de todo, Jun...
La chica la miró.
Nunca se había planteado que Lirin la animase, y mucho menos de aquella manera. Siempre pensó en ella como un ser demoníaco que había nacido junto con ella para hacerla sufrir hasta el fin de sus días y, cuando le anunció la maldición que se cernía sobre ella, pasó a un estado de odio total hacia la espectro.
Pero ahora... ésta le estaba demostrando que se preocupaba por ella. Puede que siempre lo hubiera hecho, aunque a su manera.
El caso es que ahora la estaba apoyando, y eso era lo único importante.
-Bueno, yo me voy ya... no quiero interferir en esto.. je,je,je- dijo mientras se desvanecía en el aire.
-Qué rápido se va siempre... no me da tiempo casi ni a reaccionar.
Jun sonrió.
Michael siempre quería echarle en cara algo a Lirin, pero nunca llegaba a tiempo. Ella era una verdadera experta en dejar a la gente con la palabra en la boca, por lo que se podía apreciar.
La noche la pasaron sin más contratiempos.
Después de eso, ambos se recostaron sobre la cama, abrazados, mientras Michael le leía algo de un libro a Jun.
Estuvieron así por mucho rato, hasta que bajaron a cenar.
Seguidamente, cada uno se fue a su cuarto y durmieron hasta el día siguiente.
Ya había amanecido y los pájaros habían empezado a cantar hacía horas. Jun se levantó y bajó al piso de abajo, aún desperezándose.
-Buenos días, Jun. ¿Te importaría ir a despertar a Michael? Tenemos que irnos al cementerio tú y yo y quiero saber si se piensa quedar o va a acompañarnos.
Ésta afirmó y rehízo su camino.
Entró sigilosamente en el cuarto del chico y pudo ver que se hallaba sobre la cama, totalmente destapado y dormido como un tronco hacia arriba.
Tenía cada una de sus articulaciones extendida hacia un lado distinto y parecía feliz.
Debía de estar soñando algo agradable...
Jun se acercó hasta él sin hacer demasiado ruido, se inclinó hacia él y le besó dulcemente en la mejilla.
El chico se fue despertando poco a poco y lo primero que vio fue a los hermosos ojos negros de la chica.
-Buenos días...- dijo llevándose una mano a la cara para quitarse las posibles legañas que allí hubiesen.
La chica sonrió.
La verdad es que la escena era bastante cómica.
Después de eso, éste se incorporó y se sentó sobre el borde de la cama.
Ella, mientras, se levantó.
-¡Hijo! ¡Baja!- le gritó su Madre desde el piso de abajo.
-¡Voy!- le respondió.
Seguidamente, se vistió como pudo y ambos bajaron.
-Michael, ¿vas a ir con nosotros al entierro de la Madre de Jun?
-Ah, sí, claro que voy- dijo volviendo al piso de arriba.
-Vale, date prisa en vestirte.
-Eso hago...
-Jun, tú también deberías vestirte.
Ésta afirmó y subió también.
El trayecto fue algo corto, pero aún así se tomaron su tiempo en llegar, pues había bastante tráfico.
Una vez se hallaron cerca de la tumba que iba a ser rellenada por el ataúd de la Madre de Jun, se sentaron en un banco cercano y esperaron a que todo el mundo invitado llegase.
Cuando la ceremonia empezó, Jun se encontró con su Padre y ambos se sentaron en las sillas destinadas a la familia cercana.
Se pasaron sin mirarse todo el rato y, cuando fueron a meter al cuerpo en la tumba, el Padre de la chica se levantó y tiró una pequeña rosa en su interior, chocando así con la tapa del sarcófago.
Seguidamente, los Padres de Michael se pusieron a darle el pésame y a hablar de algunas cosas con el Marido de la difunta.
Michael y ella, mientras, se alejaron del barullo y se sentaron bajo un árbol.
La brisa que corría por aquel pequeño monte resultaba bastante agradable y se llevaba con ella todos los problemas que la sociedad pudiese albergar.
El tiempo que Jun tenía era corto, pero se podía alargar si todo aquello salía bien.
Además de eso, se sentía bastante a gusto con él, pues había descubierto que lo amaba realmente y que quería pasar el resto de sus días con él. Aunque eso significase ir en contra de todas las personas que él conocía.
Estaba dispuesta a darlo todo por estar con él, y eso era algo que ni todas las maldiciones del mundo podrían cambiar.
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