Episodio 41º
Jun se había quedado bastante extrañada.
¿Por qué decía Lirin que era culpa suya? ¿Qué tenía ella que ver con lo que le había pasado a Michael?
-Lirin... ¿por qué dices eso?
-Porque es la verdad. Es culpa mía que su Madre sufra así...
-Pero esto no tiene nada que ver contigo. Después de todo, tú no eres la causante de su enfermedad, ¿no?
-No, pero...
-¿Qué me ocultas, Lirin? ¿Qué es eso que no me quieres contar?
-Yo... yo conozco a la Madre de Michael...
-¿La conoces? ¿En persona?
-Sí... ella era mi antigua superior...
-¿Tu superior?
-Verás... Tiempo antes de que tú y Michael nacieseis, yo era una de las mejores luchadoras del ejército de nuestro mundo. En dicho ejército, existía un batallón llamado "batallón luna roja" Éste estaba compuesto por un grupo de espectros, hombres y mujeres, especializados en los asesinatos más crueles y sangrientos jamás vistos. Yo era la segunda al mando de ese batallón y mi superiora y, por lo tanto, mi maestra, era ella... Arisa Limlum.
-Ella... ¿era una de las mejores asesinas?
-Sí... Ella admiraba mucho a mi Padre, pues había ascendido hasta los mejores puestos del ejército y ésta seguía sus pasos como fiel discípula suya. Lamentablemente, cuando mi Padre falleció, Arisa se quedó muy impactada. Su fuerza y destreza fueron decallendo a la vez que su ánimo y pronto perdió las ganas de seguir luchando. Al cabo de un tiempo, dejó el batallón, dejándome a mí como primera al mando, y no volví a saber nada más de ella. Después de que pasase un tiempo, descubrí que se había exiliado al mundo humano y que no volvería jamás, pues eso había dejado escrito en una hoja que le fue entregada a su Madre.
-Vaya... así que ella era una como tú... No me lo esperaba, la verdad.
-Ya ves... yo tampoco me esperaba el encontrarla en la misión que me fue encomendada hace tanto tiempo...
-Pero... entonces, ¿qué le pasa a Michael?
-Como consecuencia de que su Madre tenga un poder espiritual elevado y que su Padre, al ser humano, no tenga ni pizca de él, se ha formado un gran desequilibrio de fuerzas. Michael ha heredado el gran poder mágico de su Madre pero, en cambio, ha obtenido el frágil cuerpo humano por parte de su Padre. En resumidas cuentas, Michael ha acumulado una gran cantidad de energía mágica que, si no puede usarla como es debido, hará que se... "sobrecargue", por así decirlo.
-Es decir... que tiene mucha energía dentro de sí y que, por no saber usarla, se acumula de tal forma que le hace enfermar así... ¿no?
-Exacto.
-¿Sabes algún método para que se cure?
-La verdad es que no, pero me supongo que una buena solución será que libere toda esa energía que tiene acumulada dentro de sí.
-Pero... ¿cómo podemos hacer que se desprenda de ella?
-Eso es lo que no sé decirte... Me temo que no hay nada que podamos hacer para ayudarle...
-¡Algo tiene que haber que podamos hacer!
-Si hay una forma, yo no la sé...
-¿Qué hay de mi Madre? Ella, como princesa de nuestro mundo, tiene que saber algo acerca de cómo curarle.
-Creo que eso no es posible... puede que sepa algo, bien es cierto, pero me parece que ella misma no será capaz de hacer nada.
-¿Y eso por qué?
-Verás... ella es nuestra princesa, sí. Pero, a cambio de eso, solo podría ayudarlo si él fuese uno de nuestra raza al completo. Al ser mitad humano, existe una incompatibilidad del ciencuenta por ciento. Es imposible que salga bien, pues juega en su contra el hecho de que él no haya usado su magia en su vida.
-Entiendo... entonces no hay nada que podamos hacer para ayudarlo...
-Solo un milagro sería capaz de hacer algo en una situación como esta... es lo que me temo.
-Ya veo... Pero, aún así... ¿por qué su Madre sufre así? ¿A caso no sabe qué es lo que pasa?
-No... creo que ella ya ha olvidado todo lo que su poder puede hacer...
-De todas formas... ¿por qué no has ido a verla? Hace mucho tiempo que estás aquí y... ¿me estás diciendo que no has hablado con ella ni una sola vez?
-Exacto...
-¿Por qué?
-Temía su reacción. Creí que si volvíamos a vernos, ella me rechazaría junto a la creencia de nuestro mundo. Después de todo, vino a este porque decidió olvidarse del suyo y se enamoró. No quería romper su felicidad humana. Aunque... creo que en el fondo no lo he hecho porque me dolería mucho el saber que mi mejor amiga reniega de mí y de su pasado conmigo...
-Pero no sabes si es verdad que se ha olvidado de todo eso... deberías hablar con ella y enterarte.
-Es que...
-¿Lirin?- preguntó una voz a sus espaldas.
-Ah... Arisa...- dijo la aludida, al virarse.
-Cuánto tiempo sin verte, ¿cómo estás?- dijo, emocionada, mientras se acercaba y la abrazaba.
-No... ¿no te has olvidado de mí...?
-Por supuesto que no. ¿Cómo iba a olvidar a la novata patosa?- dijo, en plan broma.
-Oh, qué graciosa...- dijo mientras se separaban lentamente.
-Y bueno... ¿qué haces aquí?
-He... he venido a ver a Michael...
-¿Ah? ¿Lo conoces personalmente?
-Sí...
-¿Cómo es eso?
-Bueno... luego te lo contaré con más detalle.
-Vale, vale. Oh... ¿también conoces a Jun?
-Sí. Luego te digo también.
-Perfecto, je, je, je.
-Arisa... ¿es cierto que... que no sabes qué le pasa a tu hijo...?
-No...- dijo tristemente, mientras bajaba la cabeza.
-Lo... lo siento mucho...
-¿Eh? ¿Pero por qué lo sientes?
-Pues... por no haberte dicho nada antes sobre lo que le pasa...
Entonces, los ojos de la mujer se abrieron de repente y ésta agarró por el cuello a Lirin, furiosa.
-¡Si sabes qué le pasa, dímelo inmediatamente! ¡Dime qué le pasa a mi hijo!
-Es que... pensé... que lo sabías...- dijo mientras se asfixiaba.
-¡Responde, Soldado!
-¡Señora Ryakai!- gritó Jun, algo asustada por aquella reacción.
-¡Dime qué es lo que tiene!
-Él... tiene demasiada energía espiritual y su cuerpo humano no puede soportarlo...
-¿Có... cómo...?- dijo, abatida, mientras la soltaba y bajaba los brazos.
-Ha heredado el cuerpo de un humano y la energía de un espectro. Es normal que haya una descompensación... Su cuerpo no puede soportar tanta energía y se sobrecalienta, es por eso que tiene tanta fiebre. Lo único que podríamos hacer es que expulsase esa energía, pero no sé de ningún método para hacerlo... Siento no serte de más ayuda...
-Quién iba a pensar que yo iba a ser la causa de sus problemas...
-No diga eso, Arisa- dijo Jun, algo aliviada por que se hubiesen separado-. Usted nunca habría podido imaginar que algo así pasaría. De todas formas, estoy segura de que Michael no le guarda ningún rencor. Él la quiere mucho, al igual que usted a él.
-Pero...
-No le des más vueltas, Arisa. Ven, vamos a tomarnos algo abajo...
-De acuerdo... Pero... ¿y esas pintas que llevas? Vas a destacar mucho.
-Tranquila, puedo cambiarme de ropa. Jun, ¿te quedas?
-Ah... sí, me quedaré un rato más junto a él...
-Vale, entonces. Te veo luego.
-Hasta después, Lirin...
Acto seguido, las dos se fueron cerrando la puerta tras de sí.
-Michael...
Y entonces, la puerta se abrió de nuevo.
-¿Saya?- se oyó una voz conocida a su espalda.
-Ah...- dijo ésta al verles.
-¿Qué haces aquí?
-Eso, eso. ¿No decías que no querías malgastar tu tiempo inútilmente con gente como nosotros?
-Lárgate de aquí, anda.
-Pero... yo no soy...
-Nada de excusas, vete de aquí. Michael es amigo nuestro, así que también debes catalogarlo como "gente como nosotros"
-Tenéis que escucharme, os digo que yo soy Jun.
-No nos vengas con esas. Jun está enfadada con él y ni siquiera sabe que está aquí.
-Claro que siempre puedes habérselo dicho tú- prosiguió John.
-Por favor, tenéis que creerme. Yo no soy Saya, soy Jun.
-Venga, venga, a vacilar al parque- dijo mientras la agarraba por la muñeca y la conducía hasta la puerta.
Una vez se hallaron frente a la salida, los demás se viraron actuando de muro entre la chica y la cama donde Michael reposaba.
-Por favor, tenéis que hacerme caso. Yo soy Jun.
-A otro con esas, Saya- le dijo, sin soltarla aún.
-¿Qué... te crees... que estás... haciendo...?- preguntó una voz a sus espaldas.
-Ca... ¡Capitán!- gritó, sorprendido, Ren.
-Michael...- susurró Jun.
-¿Cómo... os... atrevéis... a hacerle eso... a... ella...?- dijo, casi cayéndose de lo mal que se encontraba.
-Capitán, nosotros...
-Suél... tala...- dijo mientras le agarraba del brazo por el que tenía sujeta a la chica.
Seguidamente, éste la soltó y Michael dejó caer su brazo.
Después de eso, Jun corrió hasta él y le ayudó a mantenerse de pie.
-Michael, no deberías haberte levantado...- dijo, preocupada.
-No... no me puedo... creer... que aún actueis... así...
-Vamos... vuelve a la cama...- le dijo mientras lo acompañaba hasta ella y le ayudaba a acostarse de nuevo.
-Jun... gracias por haber... venido...
-Tranquilo... era lo menos que podía hacer...
-Capitán... ¿cómo estás tan seguro de que dice la verdad y no es Saya realmente?
-Yo... yo soy capaz... de saberlo... aún estando... así...
-¿Y lo de ayer?
-¿Eh...?
-Dejadlo ya, ¿queréis?- dijo Jun mientras se viraba hacia ellos con un rostro bastante furioso-. No lo atosiguéis más, ¿acaso no véis cómo está? No es momento de tonterías como esas.
-Jun... creo que... ya estoy... mejor...
-Michael, no hagas esfuerzos. Aunque digas eso, yo sé que estás muy débil. Deberías dormir un poco más...
-¿Más... todavía...?
-Sí... tranquilo, no me iré a ninguna parte.
-Bueno... nosotros... nosotros nos vamos...- dijo Ren mientras arrastraba a los otros dos consigo.
-Que sepáis... que no os perdonaré... en mucho... tiempo...- dijo Michael antes de que éstos saliesen por la puerta, cerrándola tras de sí.
Cuando se fueron, la sala entró en un profundo silencio.
Jun había conseguido por fin el estar junto a él pero, ahora que podía hablarle, no sabía exactamente qué decirle.
Quiso empezar contándole todo lo ocurrido el día anterior, pero no encontró las palabras adecuadas y enseguida pasó a plantearse el contarle lo sucedido con su Madre y Lirin años atrás.
Descartada esta idea por el simple hecho de que podía ser demasiado impactante para él, optó por contarle lo que en realidad le pasaba pero, debido a eso, tendría que llegar a la parte en la que su Madre era un espectro procedente de su mundo.
-Michael... hay algo... que quiero contarte... Verás...
Mientras tanto, en la cafetería, Arisa y Lirin seguían conversando sobre lo que podían y no hacer.
-Te estoy diciendo que la princesa no puede hacerse cargo. Existe una total incompatibilidad.
-¿Pero no dijiste que era solo de un cincuenta por ciento?
-Sí, pero eso en estos casos siempre acaba en ruina. No podemos hacer algo tan peligroso.
-Entonces, ¿qué propones?
-Ya te lo dije, no sé qué deberíamos hacer. Para empezar, yo solo soy una ex-asesina, al igual que tú. Nuestro trabajo no era pensar, sino matar a la gente que nos encomendaban. Por otro lado, tampoco éramos especialistas en ningún tipo de arte curativa, por lo que no tenemos ni la base principal para poder pensar qué hacer. Es como si dos bebes intentasen pensar en cómo construir un edificio de treinta plantas con sus ascensores y todo.
-Esa metáfora estaba de más...
-Vale, lo siento. El caso es que es imposible que nosotras hallemos la solución al problema de tu hijo.
-¿Y qué perdemos preguntándole a la princesa?
-Su tiempo, claro está.
-Qué bonito. Mi hijo podría morir y tú te preocupas por el tiempo que la princesa pueda perder.
-No es eso... solo digo que a lo mejor no le presta mucha atención.
-No le conviene hacerme enfadar. Aún no he perdido todas mis facultades.
-Eso no lo dudo, pero... no sé, tal vez si esperamos... se solucione solo.
-¿Estás loca? ¿Y arriesgarnos a que le pase algo peor?
-Lo sé, lo sé... es algo suicida, pero... ¿entonces a qué nos aferramos?
-Ni idea...
-Ais... esto nos pasa por dedicarnos a seguir órdenes y a no pensarlas...
-Sí. Tal vez nos hubiera ido mejor dentro del instituto de investigación...
-Ja, ja, ja... ni en broma. No servimos para pensar, admítelo.
-Tienes razón, ja, ja, ja...
A su vez, Jun ya le había contado todo lo referente a su Madre.
El chico, al oir todo aquello, no sabía qué decir ni qué hacer. Tenía la mirada perdida y no articulaba ninguna palabra debido a la noticia.
-Michael... ¿estás bien?
-Sí... es solo que... me cuesta... creerlo...
-Sé que es difícil de creer, pero tu Madre me lo ha confirmado hoy al reconocer que conocía a Lirin. Además, normalmente, cuando la gente la ve, se asusta y, en muchos de los casos, sale corriendo. Pero Arisa la saludó cordialmente y le preguntó que cómo estaba...
-Entiendo... entonces... es cierto...
-Sí...
-Ya... veo...
-Ellas ahora mismo están hablando abajo. Intentan encontrar un modo de ayudarte a superar esta enfermedad, aunque... no creo que les vaya muy bien...
-Sí... a mi Madre... nunca se le dio bien... el pensar...
-A Lirin tampoco, en eso se parecen, je, je, je...
-Eso creo... je, je...
-Michael, yo... me gustaría ayudarte, pero no sé cómo... Si al menos supiese tanto como mi Madre...
-A mí... me basta con que tú... estés... a mi lado... Eso me dará fuerzas... para seguir adelante...
-Michael...
Poco a poco, Jun fue bajando su cabeza y sus labios se fueron acercando cada vez más.
Al cabo de un tiempo, la chica le besó profundamente y ambos cerraron los ojos.
Después de estar un rato así de "conectados", un pequeño calambre llegó hasta los labios de Jun, haciendo que ésta se separase unos pocos centímetros de él.
Ella, al abrir los ojos de nuevo y llevarse los dedos a la zona afectada, abrió mucho los párpados, como si una idea hubiese volado hasta su cabeza.
-Creo... que sé cómo ayudarte...
-¿Eh...?- preguntó, extrañado, Michael.
-Tranquilo... yo... te ayudaré...- dijo mientras se acercaba de nuevo hasta él.
La idea que había tenido era algo extraña, pero estaba totalmente desesperada por ayudarle, así que tenía que intentarlo.
Si aquello no funcionaba o si, por el contrario, funcionaba más de lo que debería, todo se iría al traste.
Tenía que funcionar, fuese... como fuese...
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