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sábado, 17 de julio de 2010

Corazón oscuro 29

Episodio 29º

A la mañana siguiente, los primero rayos de sol entraron por la ventana iluminándolo casi todo.
El primero en despertarse fue Michael, pues la preocupación no le dejó dormir más.
Seguidamente, miró a Jun, la cual seguía dormida.
Se levantó poco a poco y se quedó de pie junto a la cama. Avanzó hasta la ventana y miró al exterior.
La calle estaba totalmente en calma y la gente pasaba, inconsiente de lo que había pasado esa noche.
Rápidamente, el chico se acordó de que aquella noche no había llamado a su Madre, así que ahora debía de estar histérica. Una cosa era que supiese a dónde iba y otra muy distinta que le tolerase el haber estado ausente tanto tiempo sin haberla llamado siquiera.
Y entonces, y para su mayor sorpresa, alguien tocó a la puerta principal.
Éste se despertó de sus pensamientos y bajó apresuradamente las escaleras. Una vez hubo llegado al piso de abajo, abrió la puerta con cuidado y miró al exterior.
-¿Sí?
-¿Cómo está Jun?- entró apresurada, su Madre.
-¡Ah!- dijo al ser arrollado por ella.
-¿Dónde está? ¿está bien?- preguntó algo histérica, mirando de un lado a otro.
-Está bien... Ahora mismo está durmiendo.
-Hoy no irá a clase.
-¿Eh? Pero si no es nada...
-No irá porque lo digo yo y punto. A una dama hay que cuidarla, Michael- dijo mientras se le acercaba y le ponía su cara justo en frente de la de su hijo, encarándole.
-Va... vale.
Después de que este se arrepintiera de oponérsele, Arisa subió las escaleras casi corriendo y entró en el cuarto de la chica.
Al entrar, pudo verla durmiendo sobre la cama y se acercó hasta ella.
La estuvo mirando durante unos instantes y, acto seguido, Michael entró en la habitación.
-¿Por qué has venido?
-¿Qué pretendías que hiciese si ni siquiera llamaste anoche?
-Lo siento... se me olvidó por completo...
-No importa. Solo espero que ella esté realmente bien.
-Sí... sí que lo está.
-Bueno, pero para asegurarme, tú te quedarás aquí con ella.
-¿Eh? ¿Y las clases?
-Nada de clases hoy. Yo misma llamaré para avisar de vuestra ausencia.
-Como digas...- dijo, apartando la mirada.
-Bien, pues yo me voy a trabajar- dijo mientras se marchaba.
-¡¿Cómo?! ¡¿Te vas?!- le preguntó, exaltado.
-Claro, tengo que llevar dinero a casa, ¿no? A ver quién te crees que paga las facturas y tus actividades extraescolares si no.
-Vale, vale...- dijo a la par que la acompañaba al salón y la despedía.
Cuando se hubo ido, Michael cerró la puerta y regresó al cuarto donde Jun descansaba profundamente.
Se acercó hasta la cama y se sentó sobre su borde. Al cabo de un rato, comenzó a acariciarle suave y dulcemente la cabeza mientras ésta dormía.
Mientras tanto, Greck no paraba de dar vueltas cerca del tanque donde Lirin reposaba.
El tiempo que, según Yenilda, quedaba, era corto. Un día más sin contar ese y la espectro despertaría.
Había estado ya un año entero allí, así que era hora de despertar, ¿no?
Solo esperaba que nada lo interrumpiese.
-¿Se puede?- dijo una voz al otro lado de la puerta de salida.
-Sí, claro...- respondió Greck al averiguar de quien se trataba.
-Ya he ido a avisar a Jun y a Michael...- dijo la princesa mientras se acercaba hasta él.
-Entonces la batalla comenzará en dos días, ¿no?
-No necesariamente... Creo que lo mejor será que antes la pongamos al tanto de todo. No quiero que vaya a la guerra estando desentrenada.
-Ya, pero... ¿no decía usted que no quedaba mucho tiempo?
-Por un día más no creo que pase gran cosa. El poder que Rye está desarrollando es demasiado extenso como para que pueda controlarlo en un año... su cuerpo no lo soportaría y acabaría por esplotar...
-Vaya...
-Solo decía lo del tiempo porque no quería que se desarrollase demasiado, pero si Lirin no está preparada, de poco nos servirá.
-Tiene razón...
-Y deja de tratarme de usted, que tampoco soy tan vieja, hombre, je,je,je.
-Je,je,je... vale, vale.
A su vez, en el mundo humano, Michael continuaba junto a Jun mientras esta descansaba.
Ya habían pasado dos horas desde que empezaron las clases y Jun aún no se había levantado.
-Me pregunto si estará bien...- se preguntó a sí mismo.
Y entonces, la chica abrió los ojos.
Intentó incorporarse, pero un dolor agudo le cruzó el tórax de esquina a esquina e hizo que volviese a estar postrada.
-No hagas esfuerzos...
-Pe...ro...
Al ver que no podía hablar con claridad, se llevó las dos manos a la garganta y se asustó un poco. Ya se estaba temiendo que el hechizo de su Padre volviese a hacer efecto.
-Tranquila, es que la herida te ha afectado a los pulmones y no podrás hablar bien durante un tiempo. No es nada que no cure el tiempo.
La chica, al oir tal aclaración, se relajó y volvió a dejar las manos tal y como estaban antes.
-¿Qu... qué... ho...ra...?
-Será mejor que no hables hasta que estés mejor... Y no te preocupes, hoy no iremos a clase.
-Eh...
-Shh...- dijo mientras le ponía uno de sus dedos índice sobre los labios de la chica-. Reserva fuerzas para curarte, ¿vale?- dijo a la vez que la sonreía cálidamente.
Jun afirmó lentamente y viró su cabeza hacia la ventana para poder mirar al exterior.
El día estaba totalmente soleado y algunos pájaros pasaban por delante del cristal volando libremente.
-¿Quieres que te traiga algo de comer o de beber?- le preguntó, preocupado por su expresión de tristeza.
Ésta negó lentamente y continuó mirando a la calle.
Lo único que quería era ver el cielo, pero los edificios se lo impedían, como era normal.
Entonces, Michael se levantó y se fue hasta la ventana para abrirla de par en par. El aire puro entró en la habitación y el sonido de algunos pájaros comenzó a inundar la estancia.
Jun, algo sorprendida, bajó de su nube y lo miró.
-Así al menos no nos ahogaremos.
Era verdad... ahora que se daba cuenta, hacía un calor insoportable.
El verano estaba cerca y, si lo pensaba detenidamente... puede que no faltase a clase durante su batalla.
En caso de que coincidiese... iría a luchar contra su Padre al mismo tiempo en que entrarían en vacaciones de verano, así que... no se saltaría más clases y nadie la echaría en falta... Sí, eso sería perfecto...
-Jun, ¿te pasa algo?- le preguntó al ver que estaba como ida.
La chica negó con la cabeza y ahora pasó a mirar al techo.
Seguidamente, Michael fue hasta ella y se acostó a su lado, también mirando hacia arriba y con las manos con los dedos entrelazados detrás de la cabeza, a modo de almohada.
-Vaya, vaya...- dijo una voz desconocida.
Después de eso, se pudo apreciar un pequeño chasquido de dedos.
Justo antes de que Michael pudiese incorporarse, Jun se le había colocado rápidamente encima suya.
-Jun... qué...
Y entonces se dio cuenta de que sus pupilas habían desaparecido.
Acto seguido, la chica le puso las manos en el cuello y comenzó a estrangularlo lentamente.
Su fuerza era increiblemente enorme, por lo que el chico no pudo hacer nada por sacársela de encima.
Al cabo de unos segundos, un hombre vestido con una especie de armadura apareció en la estancia.
-Qué bonito es ver cómo una pareja se mata entre sí... ¿Y sabes lo mejor de todo? Que ella está completamente consciente, por lo que verá cómo te asesina con sus propias manos... ja,ja,ja.
Después de eso, Michael se fijó en que, de los ojos de Jun, estaban cayendo unas pequeñas lágrimas que demostraban que lo que aquel hombre decía era cierto.
-No tardarás en quedarte sin aire y, cuando eso ocurra, tu queridísima novia ya no tendrá motivo alguno por el que luchar y mi jefe la eliminará por completo. De los tres guerreros seleccionados por Lord Rye, yo soy el más vil y el más cruel, pues hago que mis víctimas se maten a sí mismas. Yo no tengo que hacer nada gracias a mi poder de control mental. Estáis totalmente acabados, ja,ja,ja.
-Jun... perdóname...- pudo pronunciar Michael.
Rápidamente, el chico cogió la lamparita situada sobre la mesa de noche y golpeó fuertemente uno de los brazos de la chica con ella, haciendo así que se cortase y comenzase a sangrar.
-¿Cómo?- se sobresaltó el atacante.
De nuevo, las raíces negras comenzaron a salir de la herida y comenzaron a rodear el cuerpo de la chica.
Michael aprobechó dicho momento para salir de debajo de ella y alejarse unos cuantos centímetros de donde se hallaba.
-Pero qué...- se preguntó el hombre.
-Esas raíces, a la vez que defensivas y ofensivas, son curativas. Supuse que tu "control" mental era como un pequeño cambio mental en el sujeto al que ibas a atacar, es decir, una imperfección probocada, por lo que, si hacía que esas raíces aparecieran, curarían todo lo que estuviese mal en el cuerpo de Jun. Y ahora puedo ver que no me equivoco, pues la han rodeado completamente.
-Eso... eso es imposible... Nadie antes había sido capaz de anular mi técnica de dominio de un cuerpo ajeno...
-Nunca es tarde para que aparezca alguien que lo consiga.
Al cabo de unos segundos, las ráices regresaron a su orificio de salida y lo cerraron tras de sí.
Seguidamente, Jun se desplomó sobre la cama.
Michael, sobresaltado, avanzó hasta ella e intentó alejarla del enemigo, pero este se interpuso en su camino y lo señaló con una pequeña daga que había sacado de una parte de su armadura.
-¿Quién... quién eres...?
-Mi nombre es "Dos", y soy uno de los tres guerreros seleccionados para eliminar a Jun, la amenaza.
-¿La... amenaza?
-Así es como la llama nuestro Jefe. Ella eliminó al número uno ayer, por lo que vine a probar suerte. No dejaré que salga viva de esta- dijo mientras apuntaba a su cuello con su arma.
-¡Aléjate de ella ahora mismo!- gritó Michael.
-Un movimiento en falso y le corto el cuello, tú verás lo que haces.
-Lo vas a hacer igualmente...
-Otra de las misiones que nos ha dado nuestro jefe es la de capturarla, en caso de que pudiésemos hacerlo. Así que, yo que tú, me andaría con más cuidado.
Inesperadamente, algo atravesó los dos hombros del hombre.
Michael pudo darse cuenta enseguida de que habían sido las raíces de Jun, por lo que se sintió un poco aliviado al verlas aparecer.
Después de unos instantes, éstas lo elevaron en el aire, haciendo que soltase el arma que tenía entre sus manos.
-Pero... qué...
-Ya no tienes escapatoria- dijo una voz femenina a su espalda.
-Jun...- dijo Michael al ver que ya podía hablar perfectamente, sin cortarse.
-Tú...
-Sí. "Eres un monstruo", bla, bla, bla... Estoy harta de tanta tontería. ¿Queréis dejarme en paz de una vez? ¿No véis que nunca seréis capaces de matarme con vuestros ataques inútiles?
-Si no hubiese sido por ese chico...
-Para tu mala suerte...
Acto seguido, una raíz con el doble de grosor de lo normal atravesó el corazón del enemigo.
Seguidamente, se convirtió en polvo y el aire que entraba por la ventana se lo llevó rápidamente.
Al cabo de unos segundos, las raíces regresaron al cuerpo de Jun y ésta cayó desplomada sobre la cama.
-¡Jun! ¿estás bien?- preguntó mientras corría hasta ella.
-Sí... solo es un pequeño mareo...
-Pero...
-Tranquilo... no es nada...
Entonces, Michael se sentó en el borde de la cama, le pasó su brazo derecho por detrás de los hombros y la incorporó lentamente.
-No debiste esforzarte tanto...
-No podía permitir que te hiciese nada... Si algo te ocurriese, yo...
-¿Por qué me iba a pasar algo?
-Ya oiste lo que dijo... quieren eliminarte porque saben que eres lo más importante para mí y que, si te pierdo, perderé el entusiasmo en la lucha y seré un blanco fácil para Rye...
-Eso jamás ocurrirá, sabes perfectamente que nunca dejaré que te hagan daño... Y si tengo que regresar desde el mundo de los muertos para cumplirlo, pues lo haré si hace falta.
-Michael... yo... no soportaría que te pasase nada...- dijo mientras comenzaba a soltar unas lágrimas por el susto-. Y... con el solo hecho de pensarlo... me pongo a temblar...
-Jun...
Michael la miró tristemente y la abrazó, acto seguido.
No podía soportar el verla así.
Puede que fuese muy fuerte por fuera, pero interiormente estaba aterrorizada... al igual que él. Si algo le llegase a pasar a ella... no sabría qué hacer. Su vida se habría acabado apenas sin haber empezaso siquiera.
-Ninguno de los dos moriremos... eso seguro- le dijo para tranquilizarla.
Después de un rato, éste juntó sus labios con los suyos y ambos se fundieron en un único y apasionado beso que los mantubo conectados durante el tiempo que duró.
La verdad es que el miedo se había apoderado de él en varias ocasiones atrás, pero aquel beso significaba algo más.
Ese acto de amor significaba, también, que ambos estarían juntos... para siempre.
Y ya nada sería capaz de cambiar eso.

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